Finis Gloriae Mundi
Datos principales
Autor
Fecha
1671-72
Escuela
Estilo
Material
Dimensiones
270 x 216 cm.
Museo
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Tras contemplar la rápida llegada de la muerte en In Ictu Oculi , el visitante del sotocoro de la iglesia del Hospital de la Caridad de Sevilla se enfrenta con la horrible visión de la muerte, completando así el programa iconográfico de este espacio que forma parte del conjunto del Hospital. Cuando don Miguel de Mañara pensó en Valdés Leal para que realizase este conjunto de los Jeroglíficos de las Postrimerías era conocedor de que este artista iba a realizar una obra que difícilmente ha podido ser superada. En el interior de una cripta vemos dos cadáveres descomponiéndose, recorridos por asquerosos insectos, esperando el momento de presentarse ante el Juicio Divino. Se trata de un obispo, revestido con sus ropas litúrgicas, mientras que a su lado reposa un caballero de la Orden de Calatrava envuelto en su capa. En el fondo se pueden apreciar un buen número de esqueletos, una lechuza y un murciélago -los animales de las tinieblas-. En el centro del lienzo aparece una directa alusión al juicio de las almas; la mano llagada de Cristo -rodeada de un halo de luz dorada- sujeta una balanza en cuyo plato izquierdo -decorado con la leyenda "Ni más"- aparecen los símbolos de los pecados capitales que levan a la condenación eterna mientras que en el plato derecho -con la inscripción "Ni menos"- podemos ver diferentes elementos relacionados con la virtud, la oración y la penitencia. Según Brown "el significado queda perfectamente claro gracias a las inscripciones pintadas sobre cada platillo: Ni necesito hacer más para caer en el mortal pecado ni se debe hacer menos para salir del pecado".
La balanza estaría nivelada y es el ser humano con su libre conducta quien debe inclinarla hacia un lado u otro. Al igual que su compañero, compositivamente también nos encontramos con una obra organizada por un triángulo en el que se inscriben varias diagonales que aportan mayor ritmo al conjunto. Valdés Leal ha empleado una iluminación absolutamente teatral al incidir sobre los cadáveres de primer plano con un potente foco procedente de la izquierda mientras el fondo queda en penumbra y la mano de Cristo recibe la luz dorada. El colorido es también muy sobrio, dominando los blancos, grises y marrones que aportan mayor intensidad a los rojos. Como bien dice E. Valdivieso "las ideas de Mañara, que traduce la iconografía de estas pinturas, son bien claras y concisas; en ellas se advierte que la muerte priva al ser humano de todas sus glorias y placeres, que no podrá llevarse al otro mundo. (...) Para contrarrestar el inevitable cúmulo de pecados que se cometen (...) y lograr la salvación eterna en el momento del Juicio, es necesaria la práctica de la oración, la penitencia y la caridad".Por el encargo Valdés Leal recibió 5.740 reales mientras que Murillo consiguió casi 100.000 por sus ocho obras. Mañara era un hombre inteligente y distribuyó el trabajo entre los dos pintores de tal manera que "el estilo nervioso y estridente de Valdés era idóneo para provocar el terror a la muerte y a la descomposición, mientras el arte relajante y sosegado de Murillo resultaba muy apropiado para representar la perfecta armonía de la salvación" como bien dice Brown.
La balanza estaría nivelada y es el ser humano con su libre conducta quien debe inclinarla hacia un lado u otro. Al igual que su compañero, compositivamente también nos encontramos con una obra organizada por un triángulo en el que se inscriben varias diagonales que aportan mayor ritmo al conjunto. Valdés Leal ha empleado una iluminación absolutamente teatral al incidir sobre los cadáveres de primer plano con un potente foco procedente de la izquierda mientras el fondo queda en penumbra y la mano de Cristo recibe la luz dorada. El colorido es también muy sobrio, dominando los blancos, grises y marrones que aportan mayor intensidad a los rojos. Como bien dice E. Valdivieso "las ideas de Mañara, que traduce la iconografía de estas pinturas, son bien claras y concisas; en ellas se advierte que la muerte priva al ser humano de todas sus glorias y placeres, que no podrá llevarse al otro mundo. (...) Para contrarrestar el inevitable cúmulo de pecados que se cometen (...) y lograr la salvación eterna en el momento del Juicio, es necesaria la práctica de la oración, la penitencia y la caridad".Por el encargo Valdés Leal recibió 5.740 reales mientras que Murillo consiguió casi 100.000 por sus ocho obras. Mañara era un hombre inteligente y distribuyó el trabajo entre los dos pintores de tal manera que "el estilo nervioso y estridente de Valdés era idóneo para provocar el terror a la muerte y a la descomposición, mientras el arte relajante y sosegado de Murillo resultaba muy apropiado para representar la perfecta armonía de la salvación" como bien dice Brown.