Don Miguel de Mañara leyendo la regla de la Santa Caridad
Datos principales
Autor
Fecha
1681
Escuela
Estilo
Material
Dimensiones
196 x 225 cm.
Museo
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Don Miguel de Mañara Vicentelo de Leca había nacido en 1627 en el seno de una noble cuna sevillana. Su juventud transcurrió de manera disoluta, creándose fama de mujeriego por lo que se ha identificado a veces con el prototipo de don Juan Tenorio. Las jóvenes sevillanas iban cayendo en sus redes al mismo tiempo que sus parientes eran derrotados en duelo por el virtuoso espadachín. Pero el amor también llegó al corazón de Mañara al conocer a una bella joven de la que pronto quedó prendado, contrayendo matrimonio. Al poco tiempo quedó viudo (1661) y abandonó los placeres mundanos para dedicarse a la vida espiritual. En 1662 fue admitido en el seno de la Hermandad de la Santa Caridad, dedicándose a ofrecer su amplia fortuna a los pobres y menesterosos de la ciudad. Al año siguiente fue nombrado Hermano Mayor y se ocupó especialmente de finalizar las obras de la iglesia de la hermandad que se habían iniciado en 1647, convocando a los mejores artistas de la ciudad, entre ellos el propio Valdés Leal y Murillo . Dio un nuevo sentido a la institución al fundar un Hospital en el que se recogiese a los enfermos pobres y desvalidos, redactando las reglas de gobierno en 1675. Falleció en 1679 en el propio hospital donde vivía.La obra que contemplamos tuvo que hacerse tras la muerte de don Miguel para perpetuar la memoria del fundador del Hospital por lo que pudo ser encargado por la propia Hermandad. Mañara era miembro de la Orden de Calatrava y con la capa decorada con su escudo aparece en el cuadro, en actitud de presidir el cabildo de la Hermandad, vestido de negro con golilla blanca al cuello.
La mesa ante la que se sienta está recubierta de un tapete de terciopelo negro con flecos dorados y sobre su frente se intuye el escudo de la Santa Caridad. Sobre la mesa aparecen varios libros, una cruz de madera cuya base es un corazón en llamas -emblema de la Santa Caridad- y dos votaderas. Al fondo contemplamos un bargueño donde aparece representado una "vanitas" integrada por un libro, una calavera, un reloj de arena y un búcaro con tulipanes, aludiendo a la brevedad de la vida y lo efímero de los placeres. En la pared vemos una pintura, hacia la que Mañara señala, en la que se representa una alegoría del Monte de Dios. En la zona izquierda de la composición se halla un niño, vestido con el hábito de enfermero, que se lleva el dedo a la boca para pedir silencio.Al desarrollar la escena en un interior, Valdés Leal emplea una luz potente que acentúa los contrastes lumínicos, resaltando las zonas más importantes de la composición. Las tonalidades pardas y oscuras imperan, contrastando con los dorados, rojos y blancos. Para obtener la perspectiva se ha colocado la mesa en diagonal, se emplen baldosas bicolores y se dispone la pared con el cuadro y el bodegón del fondo, obteniendo un resultado de gran impacto visual.
La mesa ante la que se sienta está recubierta de un tapete de terciopelo negro con flecos dorados y sobre su frente se intuye el escudo de la Santa Caridad. Sobre la mesa aparecen varios libros, una cruz de madera cuya base es un corazón en llamas -emblema de la Santa Caridad- y dos votaderas. Al fondo contemplamos un bargueño donde aparece representado una "vanitas" integrada por un libro, una calavera, un reloj de arena y un búcaro con tulipanes, aludiendo a la brevedad de la vida y lo efímero de los placeres. En la pared vemos una pintura, hacia la que Mañara señala, en la que se representa una alegoría del Monte de Dios. En la zona izquierda de la composición se halla un niño, vestido con el hábito de enfermero, que se lleva el dedo a la boca para pedir silencio.Al desarrollar la escena en un interior, Valdés Leal emplea una luz potente que acentúa los contrastes lumínicos, resaltando las zonas más importantes de la composición. Las tonalidades pardas y oscuras imperan, contrastando con los dorados, rojos y blancos. Para obtener la perspectiva se ha colocado la mesa en diagonal, se emplen baldosas bicolores y se dispone la pared con el cuadro y el bodegón del fondo, obteniendo un resultado de gran impacto visual.