Cruz en las montañas

Aunque posee un título similar, esta obra religiosa personal no guarda una relación directa con La cruz en la montaña - Altar de Tetschen

La cruz en la montaña

A poco de comenzar a trabajar al óleo, Friedrich sorprendió al público con esta obra que, a pesar del título -Altar de Tetschen-, nunca llegó a ser situada en una capilla. Fue comprada por los condes de Thun-Hohenstein para su castillo de Tetschen en Bohemia en 1808. Suscitó la que se conoce como la "querella Ramdohr", por el nombre del personaje que vertió las primeras grandes críticas a la obra de Friedrich, y señaló la ruptura definitiva con el arte clasicista en todos los órdenes de perspectiva, color, encuadre y contenido alegórico.

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, salvo en cierta reiteración de los motivos y del tratamiento cromático. Fue realizado en 1812, un año en que, a causa de la guerra, Friedrich llevó a cabo escasas obras, por lo que padeció una notable estrechez económica. La iglesia presenta el frontón oriental de la Marienkirche de Neubrandenburg, la ciudad de sus padres, de la que Friedrich transformó con libertad la torre occidental. Como de costumbre, es un cuadro compuesto de varios motivos recogidos en sus dibujos anteriores. Los abetos proceden, por ejemplo, de un estudio

Abetos al final del bosque

De este importante dibujo, realizado en 1812, toma Friedrich varios elementos de dos destacadas obras al óleo: Cruz en las montañas y el Cazador en el bosque. Pertenece a su cuaderno, hoy en Oslo.

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realizado en junio de ese mismo año. La iglesia, sometida a su intención simbólica, aparece descontextualizada, aspecto que perdurará durante toda su vida, como se puede ver en Ruina de Eldena en el Riesengebirge

Ruina de Eldena en el Riesengebirge

Friedrich, sumamente convencido de que el pintor debía pintar su visión interior ante la realidad, realizó este paisaje fantástico en 1834, situando el monasterio de Eldena en pleno Riesengebirge. Es un ejemplo manifiesto del gusto del pintor por combinar elementos tomados de diferentes lugares y momentos, por muy alejados entre sí que estuvieran.

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, de 1834. Otro rasgo particular es la acentuada simetría y la enfática separación del primer plano y el fondo; la carencia de una perspectiva lineal, que se manifiesta en la sucesión de figuras planas y la ausencia de borrosidad en los elementos más "lejanos", fue ya duramente criticada con ocasión del Altar de Tetschen. Sin embargo, es parte configuradora del estilo de Friedrich. La obra descansa sobre dos grandes rombos: uno en primer término formados por las rocas, y un segundo formado por las iglesia gótica y los abetos entre la niebla. En la parte inferior de la composición se aprecian zonas de hierba y árboles muertos, símbolos cristianos de la humanidad antes de la llegada del Mesías. La fuente a los pies de la Cruz es un símbolo claro del bautismo. La conjunción de los abetos y las agujas góticas representa la unidad de los cultos a la patria alemana y a Cristo.