Las guerras de Israel

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Según el relato bíblico, la tierra de Israel fue entregada por Dios al pueblo hebreo. Sin embargo, la historia posterior resultará dramática. Durante cuarenta siglos, casi todo el tiempo lejos de la Tierra Prometida, el pueblo judío se mantuvo sojuzgado por potencias extranjeras, como el Egipto faraónico, Babilonia, persas, griegos, sirios y romanos. Estos últimos lo erradicaron de Palestina y lo dispersaron por todo el mundo conocido. En los siglos siguientes, Palestina conoció varias dominaciones hasta que, a partir del siglo VII, será musulmana. Entretanto, los judíos fueron huéspedes mal acogidos por los pueblos donde se afincaron, sin apenas mezclarse. Eso les hizo mantener su identidad, pero también ayudó a generar odio y persecuciones. Ante las matanzas y expulsiones, una de las respuestas dada por el mundo judío fue el sionismo, ideología que defendía desde el siglo XIX el regreso a la antigua Palestina. Pero ésta era ya parte del Imperio otomano y en ella vivían unos 700.000 árabes. Poco a poco fueron llegando emigrantes judíos y, entretanto, estalló la I Guerra Mundial. Vencido el Imperio otomano, Palestina fue puesta bajo mandato británico. Pero la II Guerra Mundial cambió pronto la situación. El antisemitismo, el odio hacia los judíos, culminó en el Holocausto nazi, con millones de judíos asesinados. Tras la guerra, el ambiente de culpabilidad que sacudió al mundo posibilitó la entrada en Palestina de más de 100.

000 judíos. La convivencia se volvió imposible, con luchas entre árabes y judíos y atentados contra los británicos. Finalmente, en 1947 la ONU dividió Palestina, con una zona internacional en torno a Jerusalén, otra israelí y una tercera, formada por Gaza, Cisjordania y el Golán, para los palestinos. Los árabes no aceptaron la partición, la tensión se acrecentó y los británicos se retiraron. En 1948, Ben Gurion proclamó el Estado de Israel sin acogerse a los límites impuestos por la ONU. Rápidamente estalló un conflicto que, 50 años después, aún no ha sido resuelto. La primera guerra árabe-israelí se produjo en 1948. La Liga árabe lanzó un ataque sobre territorio israelí, que fue rechazado por la aviación judía. Tras combatir en el Negev, los israelíes conquistaron Eilat. En 1949 se firma el armisticio, por el que la franja de Gaza pasa a Egipto. La paz, sin embargo, no aliviará la tensión. En octubre de 1956, en respuesta a las incursiones de comandos árabes de sabotaje y al cierre del Canal de Suez y del puerto de Eilat, Israel ataca a Egipto. Los israelíes lanzan varias incursiones fulgurantes sobre la península egipcia del Sinaí, pero los combates fundamentales se producirán cerca de Rafah, en la franja de Gaza. Los egipcios se habían establecido en colinas fortificadas en torno a Rafah, con cañones antitanque, alambradas y campos de minas.

Dos compañías israelitas asaltaron la colina 25 y, después, la cota gemela. Al mismo tiempo, la infantería asaltaba la colina 29. Cuatro compañías israelíes atacaron las colinas 36 y 34, bajo un intenso fuego de las posiciones egipcias que produjo numerosas bajas. Un batallón israelí cayó sobre la colina 5 y, más tarde, sobre la 10. La 8 fue la última en caer. Los egipcios fueron rápidamente expulsados de todas sus posiciones y, al cabo de 30 minutos, los israelíes seguían en dirección hacia su próximo objetivo: El Arish. Tras vencer en Rafah, los israelíes prosiguen su fulgurante avance por el Sinaí, que es conquistado en tres días. La Guerra de Suez culmina con la retirada egipcia y la ocupación israelí de la península del Sinaí y la franja de Gaza, territorios de los que un año más tarde se harán cargo los cascos azules de Naciones Unidas. Sin embargo, la paz aún quedará muy lejos. Tras las guerras de 1948 y 1956, la tensión entre árabes e israelíes estaba lejos de disminuir. Egipto buscó el apoyo militar de Siria y Jordania, mientras que Israel fortaleció su industria bélica. En 1967, tras la retirada de las tropas de la ONU de la franja de Gaza, el Gobierno de El Cairo bloqueó el estrecho de Tirán. La respuesta israelí se produjo en las primeras horas del 5 de junio, tras percibir en los radares la aproximación de aviones egipcios y de unidades acorazadas que avanzaban hacia su frontera. El ataque de la aviación israelí logró destruir a los aparatos egipcios.

Con dominio aéreo, la infantería israelí cayó cómodamente sobre los ejércitos egipcios del Sinaí, que contaban con 7 divisiones y unos 1.000 tanques. La ofensiva judía se produjo mediante un triple avance. El lunes 5 de junio se tomó una amplia zona y la localidad de El Arish. El 6 de junio los israelíes prosiguieron su avance y ensancharon la franja conquistada, con los egipcios retrocediendo. Simultáneamente, el ataque israelí en el frente del Sinaí continuó por el Norte, rompiendo la resistencia de las tropas egipcio-palestinas que defendían la franja de Gaza. El miércoles, tercer día de la ofensiva, las fuerzas israelíes prosiguieron su rapidísimo avance y tomaron Bir Eth Thamara. El cuarto día de guerra, el ataque israelí en el Sinaí se hacía ya imparable. La desesperada defensa egipcia en el Paso de Mitla convirtió este lugar en el escenario de un acto desesperado, que no impidió la ocupación total de la península del Sinaí en tan solo cuatro días. El mismo día 5, Jordania entra en la guerra bombardeando las principales ciudades israelíes, como Tel Aviv y, especialmente, Jerusalén. En respuesta, aviones israelíes castigaron las ciudades jordanas de Amman y Mafraq. Los combates más cruentos tuvieron lugar en Cisjordania, y la ofensiva israelí consiguió tomar Ramallah, Jenin, la Ciudad Vieja de Jerusalén, Belén y Hebrón. Al mismo tiempo, desde Nablus se desplegaban tropas hacia el río Jordán.

La debacle sufrida por egipcios y jordanos durante la Guerra de los Seis Días propició la aceptación de un alto el fuego promovido por Naciones Unidas, al que también se sumó Israel. Sin embargo, la guerra aun no había finalizado. Siria, que se había limitado a bombardear los poblados israelíes en los altos del Golán, fue atacada por los israelíes, quienes tomaron Quneitra. La toma de los altos del Golán estaba así completada, lo que obligó a Siria a aceptar el alto el fuego de Naciones Unidas, justo cuando los israelíes se dirigían hacia Damasco. La guerra había acabado. La gran vencedora, Israel, ocupó la península del Sinaí, la franja de Gaza, Cisjordania y los Altos del Golán, pasando a controlar la ciudad de Jerusalén. Sin embargo, los conflictos no habían acabado. Los esfuerzos de Egipto y Siria por recuperar los territorios perdidos en la Guerra de los Seis Días condujeron a una nueva guerra, esta vez en 1973. El 6 de octubre, día del Yom Kippur, ambos países atacaron simultáneamente a Israel, provocando una rápida respuesta. La mediación de soviéticos y norteamericanos conduce a un acuerdo de pacificación, por el que tropas de la ONU ocupan zonas intermedias. La guerra de 1973 propició que los estados árabes productores de petróleo decidieran una brusca subida del precio que desencadenó una crisis económica mundial. En 1977 el presidente egipcio Sadat visitó Israel, iniciándose así un período de negociaciones que culminó con la firma de un tratado de paz entre ambos países y la devolución a Egipto de la península del Sinaí.

En junio de 1982, las tropas israelíes invadieron el sur del Líbano y llegaron hasta las puertas de Beirut, en una ofensiva militar destinada a destruir las bases de los guerrilleros de la OLP, que proseguían sus operaciones de hostigamiento contra la región septentrional de Israel. La retirada de los israelíes al interior de sus fronteras, cediendo a la presión internacional, no se produjo hasta 1985. La retirada de las tropas israelíes del sur del Líbano alivió algo la tensión internacional. Pero aún quedaba un gravísimo problema por resolver: la cuestión palestina. En 1987, el líder palestino Arafat lanza la campaña de movilización civil de los palestinos en Cisjordania y Gaza, conocida como Intifada, que dura hasta 1991. Los atentados y la violencia se instalan entre israelíes y palestinos, con un nuevo rebrote en septiembre de 2000. El conflicto de Oriente Medio, lejos de estabilizarse, parece estancado. Las negociaciones en busca de la paz no han acabado de dar sus frutos. La subida al poder de Ariel Sharon en Israel supuso una radicalización de la situación, agravada por los atentados terroristas por parte palestina. Por si fuera poco, la muerte de Arafat en noviembre de 2004 abre una incógnita muy difícil de despejar.

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