Desarrollo
El STO, siglas en alemán del Servicio Obligatorio del Trabajo, fue instituido por Hitler el 23 de marzo de 1939. Se trataba de una manera de organizar en provecho alemán las ingentes masas de mano esclava que la expansión militar iba a proporcionar. Al servicio de la industria del Reich, a partir de la invasión de Polonia en 1939 fueron millones los trabajadores extranjeros -checoslovacos, rumanos, rusos y yugoslavos, principalmente- que pasaron a engrosar las filas de una suerte de "semi-esclavitud": mal pagados, deficientemente alimentados, maltratados. En un escalón algo superior, según el ordenamiento racista de los nazis, se encontraban los trabajadores italianos, incorporados gracias a los acuerdos firmados con Mussolini en 1939 y ratificados entre los años 40 y 43. Estos, en su mayor parte obreros de la construcción, trabajaron a las órdenes de Todt en la edificación de la Muralla del Atlántico, sistema de fortificaciones alemán en el occidente europeo. La muerte de Todt hizo que el control sobre la mano de obra extranjera recayera en Albert Speer , ministro de Armamento, quien reclamó para sus industrias la asignación de trabajadores de los países ocupados que pudieran sustituir a los obreros alemanes enviados al campo de batalla. Entre 1940 y 1942, la atención de los alemanes se volcó sobre los obreros especializados en la metalurgia de los países ocupados del occidente europeo- Holanda, Bélgica y Francia-, reclamando la adhesión de voluntarios mediante la promesa de alcanzar ventajosas condiciones laborales.
En consecuencia, en una Europa depauperada por el hambre y la miseria, fueron varios miles los trabajadores enrolados por las Oficinas nacionales del Trabajo. Las mayores dificultades de la industria bélica para servir las necesidades de una Wehrmacht que debe atender dos frentes -África y la URSS- hacen que Hitler envíe personalmente a Fritz Sauckel a Francia para dirigir las labores de reclutamiento. El gobierno de Laval propuso entonces que los prisioneros fueran empleados como mano de obra, sistema que no acabó de funcionar. El 4 de septiembre de 1942, la ley de orientación de la mano de obra puso a disposición de Hitler y de sus industrias bélicas en Francia (Rüstung) a todos los hombres de entre 16 y 60 años y a las mujeres de entre 18 y 45. En total, 600.000 franceses trabajaron de manera obligatoria para las industrias alemanas. Poco después, a partir del 16 de febrero de 1943, fue en Bélgica donde se implantó el STO, hasta 1944, implicando a 220.000 personas. Muchos de los trabajadores obligatorios al servicio de las industrias alemanas huyeron hacia Gran Bretaña o pasaron a engrosar las filas de la Resistencia. A partir de 1944, para mejorar la productividad y el control sobre la mano de obra, Speer dictaminó que los trabajadores debían vivir junto a las fábricas, estableciendo el sistema de industrias protegidas (Speerbetrieb). Aunque muchos de ellos fueron tachados de colaboracionistas, lo cierto es que entre sus filas se produjeron también muchos actos de sabotaje que dificultaron la producción bélica alemana.
En consecuencia, en una Europa depauperada por el hambre y la miseria, fueron varios miles los trabajadores enrolados por las Oficinas nacionales del Trabajo. Las mayores dificultades de la industria bélica para servir las necesidades de una Wehrmacht que debe atender dos frentes -África y la URSS- hacen que Hitler envíe personalmente a Fritz Sauckel a Francia para dirigir las labores de reclutamiento. El gobierno de Laval propuso entonces que los prisioneros fueran empleados como mano de obra, sistema que no acabó de funcionar. El 4 de septiembre de 1942, la ley de orientación de la mano de obra puso a disposición de Hitler y de sus industrias bélicas en Francia (Rüstung) a todos los hombres de entre 16 y 60 años y a las mujeres de entre 18 y 45. En total, 600.000 franceses trabajaron de manera obligatoria para las industrias alemanas. Poco después, a partir del 16 de febrero de 1943, fue en Bélgica donde se implantó el STO, hasta 1944, implicando a 220.000 personas. Muchos de los trabajadores obligatorios al servicio de las industrias alemanas huyeron hacia Gran Bretaña o pasaron a engrosar las filas de la Resistencia. A partir de 1944, para mejorar la productividad y el control sobre la mano de obra, Speer dictaminó que los trabajadores debían vivir junto a las fábricas, estableciendo el sistema de industrias protegidas (Speerbetrieb). Aunque muchos de ellos fueron tachados de colaboracionistas, lo cierto es que entre sus filas se produjeron también muchos actos de sabotaje que dificultaron la producción bélica alemana.