Desarrollo
La historia de la HP 35 está a caballo entre los Estados Unidos, Bélgica y Francia. Salió gloriosa de la Primera Guerra Mundial, por lo que Francia decidió cambiarla por su viejo revólver de ordenanza Modelo 1892, un arma valiosa de calibre 8 mm, aunque con tambor y con tan solo seis cartuchos, lo que parecía ridículo como potencia de fuego si se compara con las pistolas semiautomáticas como la alemana Luger, adoptada en 1908, y sobre todo con la americana Colt, adoptada en 1911, armas que habían demostrado su gran superioridad en confrontaciones bélicas en relación con los revólveres. De esta forma, el Estado Mayor francés decidió dar el gran salto de calidad decidiéndose por un arma que ofrecía lo mejor que había aparecido en el mercado en los años veinte. La República de la Igualdad y de la Libertad quería distinguirse de los demás, como de costumbre, para lo que buscaba una pistola semiautomática que tuviera un cargador de al menos 15 cartuchos calibre 9 mm, con alza regulable hasta por lo menos 600 metros, alza que se pudiera aprovechar al colocar una culata fija tipo Mauser C/96. La tarea no era nada fácil. Sin embargo, al terminar la guerra (y por tanto al disminuir drásticamente la demanda de armas) había muchas fábricas interesadas en un pedido tan importante como el que estaba preparando Francia. Entre éstas, la famosa FN, es decir, la Fabrique Nationale d"Armes de Guerre, de Herstal, en Bélgica (hoy Herstal S.A.), que había desarrollado algunas patentes de John Moses Browning, el genial padre de la Colt 1911.
Aquél año (1921) la FN estaba construyendo, entre otras, la pistola modelo 1903 de Browning calibre 9 mm Long. Partiendo de esta pistola (que ya tenía culatín; aunque con un cargador de tan sólo 7 cartuchos), la fábrica belga encargó a Dieudonné Saive, uno de sus mejores técnicos, que desarrollara un cargador simple, eficaz y compacto, capaz de alojar 15 cartuchos. Saive resolvió el problema brillantemente realizando una cartuchera que se colocaba por la parte de abajo de la empuñadura y que podía alojar 15 cartuchos calibre 9 Browning Long colocados en dos hileras. Dicho cargador permitía no alargar más el arma, aunque hacía un poquito mayor la longitud de la empuñadura. La idea fue sometida a la aprobación de Browning, que se puso a trabajar en América para conseguir perfeccionar su Colt 1911, cosa que pensaba realizar incluso antes de la Gran Guerra. Para comenzar, abandonó "su" calibre 9 mm Long Browning y pasó al más potente 9 ParabeIlum, lo que le hizo decidir la interrupción de sus experimentos sobre el modelo de pistola con cierre frágil para pasar al cierre estable, más robusto, como el de la Colt 1911, pero consiguiendo simplificar y mejorar el sistema de enganche del cañón con el grupo corredera-obturador. En la Colt 1911, dicho enganche, durante el retroceso del arma, se producía mediante una biela que, al girar, obligaba al cañón a bajarse haciéndola inclinar posteriormente; era un sistema sin duda eficaz, pero que debido al doble movimiento de retención y abajamiento del cañón no podía lograr la precisión de tiro que se obtenía con pistolas con un movimiento del cañón sólo lineal, como por ejemplo la P 08 alemana.
Browning, con una de sus habituales ideas geniales, se superó a sí mismo ideando -en lugar de la biela móvil- un robusto perno colocado en el castillo, encima del que (durante el retroceso) se encuentra un apéndice inferior del cañón. Dicho apéndice se caracteriza por tener un pequeño plano lineal y otro inclinado. De esta forma, durante el movimiento de retroceso, el cañón realiza un breve movimiento lineal, después (cuando el perno llega al plano inclinado de 45 grados) se abaja desenganchándose de la corredera (los dos resaltes se salen de sus correspondientes cavidades), la cual se encuentra libre para continuar su carrera de retroceso rearmando el mecanismo de disparo; a continuación, reclamado por el muelle de recuperación, cierra el arma cargando un nuevo cartucho volviendo a bloquear el cañón. Además de ser más simple y más robusto que el sistema de la biela, el bloque hace que el cañón se mueva durante un pequeño trayecto de forma lineal, garantizando, al menos en teoría, una mayor precisión en el tiro. Hecha esta opción fundamental, el arma sufrió algunas ligeras modificaciones en la FN convirtiéndose en el Modelo 1922 Grand Rendement, sometido al análisis de los técnicos de la Comisión de Versalles quienes hicieron la valoración práctica. Por sugerencia de los franceses, le sustituyeron el martillo interno por uno externo (el cual daba al soldado la posibilidad de comprobar inmediatamente si la pistola estaba o no armada) y el percutor de tipo "lanzado" por uno de inercia.
Browning, antes de morir en Bélgica (Herstal, 1926), consiguió ver las nuevas pruebas de los franceses sobre su pistola, los cuales, a pesar de las grandes prestaciones del arma seguían sin estar satisfechos por culpa del peso, considerado excesivo. Con un poco más de sensatez, hay que decir que la verdad era otra: Francia quería adoptar un arma fabricada en casa, conformándose con mediocres pistolas españolas como la Ruby, hasta que en 1935 adoptara el Modelo 1935 A, arma elegante y ligera (735 gramos), diseñada por el suizo Petter, a quien se debe también la espléndida SIG P.210 del ejército suizo. La 1935 A tenía, sin embargo, un grave defecto: el calibre, totalmente inadecuado para un arma militar, es decir, el 7,65 Long; este hecho resulta inexplicable si se piensa que la propia Comisión de VersaIles había indicado entre las especificaciones un calibre de 9 mm, hecho que los mismos franceses justificaron con el pretexto de que no podían adoptar el mismo cartucho (9 Parabellum) del ejército alemán que habían abatido en el campo de batalla. De esta forma, ideada para Francia, la nueva pistola de Browning se encontró sin su cliente más importante. Esto no desanimó a la FN, que aligeró la pistola recortando la corredera y reduciendo el cargador de 15 a 13 cartuchos (aunque tampoco esto sirvió para convencer a los franceses). Entre el resto de modificaciones que se realizaron a finales de los años veinte, vale la pena recordar la que se realizó en la parte posterior de la empuñadura, la cual deja de ser recta para convertirse en la que conocemos hoy, es decir, con una ligera curva que hace de ella una confortable empuñadura de diversos tamaños, según la mano.
Con estas características, la pistola ya estaba preparada para ser producida en serie en grandes cantidades. Sin embargo, el crack de la Bolsa de Wall Street de 1929, con la consiguiente crisis mundial de la economía, obligó a la FN a dejar para otro momento sus planes comerciales. La última modificación que se realizó en el arma (la de 1931) antes de llegar a la versión definitiva, aún se debe a Saive, que eliminó la boquilla en correspondencia con el vuelo del cañón (como el que existía en la Colt 1911) y la sustituyó por una simple guía sujeta a la corredera. El arma es verdaderamente perfecta, y el mérito hay que adjudicárselo también a los esfuerzos realizados para superar todos los obstáculos puestos por los franceses. La pistola se ofreció al mercado civil con la denominación definitiva de Gran Puissance Mod. 1935 (entendida como gran potencia de fuego, dados sus trece cartuchos en el cargador), pero más conocida en todo el mundo como la HP 35, en donde HP significa High Power. El arma, después de los test que se realizaron en 1934 en Bélgica, fue adquirida por primera vez el 23 de mayo de 1935 por parte del ejército belga en un lote inicial de 1.000 unidades, ejemplo imitado inmediatamente por los ejércitos de Grecia y Dinamarca. Poco a poco se fueron añadiendo otros, como los de China (200.000 unidades en 1943, producidos por Inglis), Lituania y Estonia, por citar tan sólo algunos de los más insólitos. Cuando en 1940 el ejército alemán ocupó Lieja, la producción de la HP 35 continuó bajo la supervisión de la Wehrmacht, quien hizo aún más simple la pistola eliminando el seguro del cargador (y en algunas ocasiones hasta incluso el alza regulable) para ahorrarse tiempo en la producción.
De estas armas, denominadas 640 (B), los alemanes mandaron construir en tres años 320.000 unidades, obviamente con el sello de aceptación del Heereswaffenamt (cuya oficina regional se había instalado en Bruselas), armando a cuerpos especiales tales como los paracaidistas y las unidades de asalto. Especialmente hacia finales de la guerra, estas pistolas no se podían comparar con las terminaciones cuidadísimas y la alta calidad de los materiales utilizados durante el período prebélico; sin embargo, la gran validez del proyecto lo demuestra el hecho de que ninguno se lamentó jamás de mal funcionamiento del arma. Mecánicamente, tal vez el único defecto, por otra parte leve, era que la palanca de seguridad manual (que bloquea el disparo y el cargador en posición de cierre) tenía una forma muy plana, por lo que resultaba difícil de accionar. Por lo demás, aunque como hemos dicho los alemanes quitaron el seguro automático (el que bloquea el mecanismo de disparo interrumpiendo la cadena cinamética cuando se extrae el cargador), la pistola se ha demostrado siempre muy segura en su utilización. Siempre en relación con la mecánica, a parte del sistema de bloqueo del cañón del que hemos hablado, en el que un plano inclinado hace de excéntrico, es característico de la HP 35 el sistema de disparo, ya que, contrariamente al uso habitual de las pistolas de la época, en lugar de tener una cadena cinamética colocada completamente dentro del castillo del arma, dicha cadena pasa a través del obturador-corredera; dentro del obturador es donde se encuentra la palanca que al empujar el diente de disparo, libera el martillo y hace salir el proyectil.
Durante la Segunda Guerra Mundial se fabricaron más de 150.000 HP 35 en Toronto, en Canadá, en la fábrica John Inglis Company. Parece ser que Inglis realizó esta pistola copiando algunos modelos producidos por la fábrica FN antes de la guerra que le habían entregado los chinos, ya que el proyecto original que existía en Francia era totalmente imposible de conseguir, además de que la FN estaba en manos de los alemanes. Como hemos dicho antes, Inglis sirvió 200.000 pistolas a los chinos y otras tantas a los griegos. Las mismas fuerzas armadas canadienses se sirvieron del arma denominándola Pistol FN Browning 9 mm HP; otros ejemplares fueron a parar a manos de los soldados de los cuerpos especiales ingleses, los famosos Commandos y los SAS (Special Air Service). La experiencia en batalla fue tan positiva que diez años más tarde, después de la guerra, la HP se convirtió en el arma de ordenanza inglesa sustituyendo a los gloriosos revólveres Webley. El ejemplo lo siguieron muchos otros países como Etiopía, Congo, Indonesia, Holanda, El Salvador, Paraguay, Thailandia, Venezuela, etc. Desde el calor de los trópicos a la humedad del oriente, desde la arena de África al hielo de Canadá, la HP ha demostrado no temer nada, convirtiéndose en un arma verdaderamente "militar" por su total seguridad de funcionamiento. Por tanto no hay por qué asombrarse si todavía hoy se sigue produciendo, siendo, en su categoría, el arma de ordenanza más difundida del mundo.
Aquél año (1921) la FN estaba construyendo, entre otras, la pistola modelo 1903 de Browning calibre 9 mm Long. Partiendo de esta pistola (que ya tenía culatín; aunque con un cargador de tan sólo 7 cartuchos), la fábrica belga encargó a Dieudonné Saive, uno de sus mejores técnicos, que desarrollara un cargador simple, eficaz y compacto, capaz de alojar 15 cartuchos. Saive resolvió el problema brillantemente realizando una cartuchera que se colocaba por la parte de abajo de la empuñadura y que podía alojar 15 cartuchos calibre 9 Browning Long colocados en dos hileras. Dicho cargador permitía no alargar más el arma, aunque hacía un poquito mayor la longitud de la empuñadura. La idea fue sometida a la aprobación de Browning, que se puso a trabajar en América para conseguir perfeccionar su Colt 1911, cosa que pensaba realizar incluso antes de la Gran Guerra. Para comenzar, abandonó "su" calibre 9 mm Long Browning y pasó al más potente 9 ParabeIlum, lo que le hizo decidir la interrupción de sus experimentos sobre el modelo de pistola con cierre frágil para pasar al cierre estable, más robusto, como el de la Colt 1911, pero consiguiendo simplificar y mejorar el sistema de enganche del cañón con el grupo corredera-obturador. En la Colt 1911, dicho enganche, durante el retroceso del arma, se producía mediante una biela que, al girar, obligaba al cañón a bajarse haciéndola inclinar posteriormente; era un sistema sin duda eficaz, pero que debido al doble movimiento de retención y abajamiento del cañón no podía lograr la precisión de tiro que se obtenía con pistolas con un movimiento del cañón sólo lineal, como por ejemplo la P 08 alemana.
Browning, con una de sus habituales ideas geniales, se superó a sí mismo ideando -en lugar de la biela móvil- un robusto perno colocado en el castillo, encima del que (durante el retroceso) se encuentra un apéndice inferior del cañón. Dicho apéndice se caracteriza por tener un pequeño plano lineal y otro inclinado. De esta forma, durante el movimiento de retroceso, el cañón realiza un breve movimiento lineal, después (cuando el perno llega al plano inclinado de 45 grados) se abaja desenganchándose de la corredera (los dos resaltes se salen de sus correspondientes cavidades), la cual se encuentra libre para continuar su carrera de retroceso rearmando el mecanismo de disparo; a continuación, reclamado por el muelle de recuperación, cierra el arma cargando un nuevo cartucho volviendo a bloquear el cañón. Además de ser más simple y más robusto que el sistema de la biela, el bloque hace que el cañón se mueva durante un pequeño trayecto de forma lineal, garantizando, al menos en teoría, una mayor precisión en el tiro. Hecha esta opción fundamental, el arma sufrió algunas ligeras modificaciones en la FN convirtiéndose en el Modelo 1922 Grand Rendement, sometido al análisis de los técnicos de la Comisión de Versalles quienes hicieron la valoración práctica. Por sugerencia de los franceses, le sustituyeron el martillo interno por uno externo (el cual daba al soldado la posibilidad de comprobar inmediatamente si la pistola estaba o no armada) y el percutor de tipo "lanzado" por uno de inercia.
Browning, antes de morir en Bélgica (Herstal, 1926), consiguió ver las nuevas pruebas de los franceses sobre su pistola, los cuales, a pesar de las grandes prestaciones del arma seguían sin estar satisfechos por culpa del peso, considerado excesivo. Con un poco más de sensatez, hay que decir que la verdad era otra: Francia quería adoptar un arma fabricada en casa, conformándose con mediocres pistolas españolas como la Ruby, hasta que en 1935 adoptara el Modelo 1935 A, arma elegante y ligera (735 gramos), diseñada por el suizo Petter, a quien se debe también la espléndida SIG P.210 del ejército suizo. La 1935 A tenía, sin embargo, un grave defecto: el calibre, totalmente inadecuado para un arma militar, es decir, el 7,65 Long; este hecho resulta inexplicable si se piensa que la propia Comisión de VersaIles había indicado entre las especificaciones un calibre de 9 mm, hecho que los mismos franceses justificaron con el pretexto de que no podían adoptar el mismo cartucho (9 Parabellum) del ejército alemán que habían abatido en el campo de batalla. De esta forma, ideada para Francia, la nueva pistola de Browning se encontró sin su cliente más importante. Esto no desanimó a la FN, que aligeró la pistola recortando la corredera y reduciendo el cargador de 15 a 13 cartuchos (aunque tampoco esto sirvió para convencer a los franceses). Entre el resto de modificaciones que se realizaron a finales de los años veinte, vale la pena recordar la que se realizó en la parte posterior de la empuñadura, la cual deja de ser recta para convertirse en la que conocemos hoy, es decir, con una ligera curva que hace de ella una confortable empuñadura de diversos tamaños, según la mano.
Con estas características, la pistola ya estaba preparada para ser producida en serie en grandes cantidades. Sin embargo, el crack de la Bolsa de Wall Street de 1929, con la consiguiente crisis mundial de la economía, obligó a la FN a dejar para otro momento sus planes comerciales. La última modificación que se realizó en el arma (la de 1931) antes de llegar a la versión definitiva, aún se debe a Saive, que eliminó la boquilla en correspondencia con el vuelo del cañón (como el que existía en la Colt 1911) y la sustituyó por una simple guía sujeta a la corredera. El arma es verdaderamente perfecta, y el mérito hay que adjudicárselo también a los esfuerzos realizados para superar todos los obstáculos puestos por los franceses. La pistola se ofreció al mercado civil con la denominación definitiva de Gran Puissance Mod. 1935 (entendida como gran potencia de fuego, dados sus trece cartuchos en el cargador), pero más conocida en todo el mundo como la HP 35, en donde HP significa High Power. El arma, después de los test que se realizaron en 1934 en Bélgica, fue adquirida por primera vez el 23 de mayo de 1935 por parte del ejército belga en un lote inicial de 1.000 unidades, ejemplo imitado inmediatamente por los ejércitos de Grecia y Dinamarca. Poco a poco se fueron añadiendo otros, como los de China (200.000 unidades en 1943, producidos por Inglis), Lituania y Estonia, por citar tan sólo algunos de los más insólitos. Cuando en 1940 el ejército alemán ocupó Lieja, la producción de la HP 35 continuó bajo la supervisión de la Wehrmacht, quien hizo aún más simple la pistola eliminando el seguro del cargador (y en algunas ocasiones hasta incluso el alza regulable) para ahorrarse tiempo en la producción.
De estas armas, denominadas 640 (B), los alemanes mandaron construir en tres años 320.000 unidades, obviamente con el sello de aceptación del Heereswaffenamt (cuya oficina regional se había instalado en Bruselas), armando a cuerpos especiales tales como los paracaidistas y las unidades de asalto. Especialmente hacia finales de la guerra, estas pistolas no se podían comparar con las terminaciones cuidadísimas y la alta calidad de los materiales utilizados durante el período prebélico; sin embargo, la gran validez del proyecto lo demuestra el hecho de que ninguno se lamentó jamás de mal funcionamiento del arma. Mecánicamente, tal vez el único defecto, por otra parte leve, era que la palanca de seguridad manual (que bloquea el disparo y el cargador en posición de cierre) tenía una forma muy plana, por lo que resultaba difícil de accionar. Por lo demás, aunque como hemos dicho los alemanes quitaron el seguro automático (el que bloquea el mecanismo de disparo interrumpiendo la cadena cinamética cuando se extrae el cargador), la pistola se ha demostrado siempre muy segura en su utilización. Siempre en relación con la mecánica, a parte del sistema de bloqueo del cañón del que hemos hablado, en el que un plano inclinado hace de excéntrico, es característico de la HP 35 el sistema de disparo, ya que, contrariamente al uso habitual de las pistolas de la época, en lugar de tener una cadena cinamética colocada completamente dentro del castillo del arma, dicha cadena pasa a través del obturador-corredera; dentro del obturador es donde se encuentra la palanca que al empujar el diente de disparo, libera el martillo y hace salir el proyectil.
Durante la Segunda Guerra Mundial se fabricaron más de 150.000 HP 35 en Toronto, en Canadá, en la fábrica John Inglis Company. Parece ser que Inglis realizó esta pistola copiando algunos modelos producidos por la fábrica FN antes de la guerra que le habían entregado los chinos, ya que el proyecto original que existía en Francia era totalmente imposible de conseguir, además de que la FN estaba en manos de los alemanes. Como hemos dicho antes, Inglis sirvió 200.000 pistolas a los chinos y otras tantas a los griegos. Las mismas fuerzas armadas canadienses se sirvieron del arma denominándola Pistol FN Browning 9 mm HP; otros ejemplares fueron a parar a manos de los soldados de los cuerpos especiales ingleses, los famosos Commandos y los SAS (Special Air Service). La experiencia en batalla fue tan positiva que diez años más tarde, después de la guerra, la HP se convirtió en el arma de ordenanza inglesa sustituyendo a los gloriosos revólveres Webley. El ejemplo lo siguieron muchos otros países como Etiopía, Congo, Indonesia, Holanda, El Salvador, Paraguay, Thailandia, Venezuela, etc. Desde el calor de los trópicos a la humedad del oriente, desde la arena de África al hielo de Canadá, la HP ha demostrado no temer nada, convirtiéndose en un arma verdaderamente "militar" por su total seguridad de funcionamiento. Por tanto no hay por qué asombrarse si todavía hoy se sigue produciendo, siendo, en su categoría, el arma de ordenanza más difundida del mundo.