Desarrollo
Las potencias beligerantes comenzaron la Segunda Guerra Mundial con el armamento ligero que se había utilizado durante la Primera Guerra Mundial. El arma de ordenanza era todavía el fusil de repetición manual que en el precedente conflicto había mostrado todas sus limitaciones: escasa cadencia de tiro, costes y tiempos de realización elevados y exagerada potencia de la munición utilizada, usada incluso en las ametralladoras. Para aumentar la potencia de fuego de las unidades de infantería se distribuyeron las ametralladoras que habían utilizado los alemanes e italianos durante la Gran Guerra. Las ametralladoras eran las mismas que las del conflicto anterior, excepto la MG 34 alemana, la mejor en la categoría de ametralladoras bivalentes (utilizables tanto como arma de escuadra, si se utilizaba con bipie, o como arma de apoyo-compañía, si se utilizaba con trípode), tipología todavía hoy en vigor. Algunos ejércitos, como el americano y en parte el soviético, habían adoptado fusiles semiautomáticos, pero tampoco éstos constituían una novedad real ya que a partir de los primeros años de este siglo se desarrollaron diversos fusiles semiautomáticos aunque su difusión fue limitada debido a su escasa fiabilidad, puesta a prueba en las terribles condiciones de combate en las trincheras. En tres años, en pleno desarrollo del más grande y devastador conflicto mundial, los alemanes consiguieron encontrar un nuevo tipo de arma individual que distribuyeron entre las tropas de primera línea.
Durante los tres años siguientes, este nuevo tipo de arma de fuego se fue perfeccionando; si no hubiera terminado, afortunadamente, la guerra, es probable que en muy poco tiempo hubiera cambiado radicalmente el armamento de las fuerzas armadas alemanas, mejorando enormemente la potencia de fuego de los soldados del Tercer Reich. En los años inmediatamente anteriores a la Primera Guerra Mundial, diversos analistas de cuestiones militares habían subrayado la excesiva potencia de la munición de los fusiles de ordenanza: en 1909, por ejemplo, el Small Arms Committe del ejército británico sugirió disminuir el calibre y el peso de la munición de ordenanza (303 British) porque resultaba demasiado potente. Aunque desde el punto de vista teórico se podían alcanzar con estas armas blancos situados a un kilómetro de distancia, en la práctica, los soldados las utilizaban a una distancia máxima de unos cuatrocientos metros. La enorme potencia de la munición impedía utilizar los fusiles en tiro automático, ya que durante la ráfaga las armas eran incontrolables haciendo imposible un tiro preciso. Inmediatamente después del primer conflicto mundial, este fenómeno era bien conocido, sin embargo, los arsenales estaban llenos de armas y la crisis económica mundial hizo que se guardaran en los cajones de los distintos ministerios de guerra los informes técnicos que subrayaban la urgencia de proceder a una sustancial renovación de las armas individuales. Por ello, a pesar de que la tecnología permitía realizar fusiles automáticos, no se tomó ninguna decisión en este sentido, por lo que los soldados que en 1939 comenzaron a combatir en la Segunda Guerra Mundial fueron armados como sus padres en 1914.
Sin embargo, la situación estaba destinada a cambiar en poco tiempo, no siendo extraño que dichos cambios se produjeran en Alemania: aquí, a mediados de los años treinta, numerosas empresas habían comenzado a estudiar, a petición del Heeres Waffenamt Wa Prüf 1 (oficina del ejército alemán que se encargaba de las armas) el uso de cartuchos de potencia intermedia que se pudieran utilizar en un nuevo fusil capaz de realizar incluso el tiro a ráfaga. Entre las empresas comprometidas en este proyecto recordamos a R. W. S., que presentó su 8,15 x 46 mm en 1934; Geco, que realizó el 7,9 x 40,5 en 1935; Winter, que preparó el 7,9 x 36,5 en el mismo año y, finalmente, Polt de Magdeburgo, quien en 1938 lanzó su 7,92 x 30, punto de partida sobre la que se trabajaría más adelante. En 1941, finalmente, se llegó definitivamente a la realización de la munición calibre 7,92 x 33. La utilización de una munición de dimensiones inferiores a las de ordenanza 7,92 x 57 no conllevaba sólo ventajas por lo que se refiere a la posibilidad de disparar a ráfaga sin perder el control del arma: el militar, con el mismo peso, podía llevar más municiones, además de obtener importantes ahorros de materia prima, lo que para un país en guerra era interesantísimo. La munición 7,92 x 33 mantenía, por otra parte, las dimensiones de base de su hermana mayor, por lo que fue posible utilizar parcialmente las viejas máquinas para producir los nuevos cartuchos. Haenel Waffen und Fahrradfabrik de Suhl recibió en 1938 un contrato para realización de un arma destinada a utilizar el nuevo cartucho de Polte; incluso Carl Walther de Zella Mehlis, a título privado, presentó su prototipo.
El de la primera empresa fue diseñado por el conocido Hugo Schmeisser con la colaboración de una empresa especializada en la estampación de láminas metálicas, la Meezwerke de Franckfurt, mientras que el segundo llevó a término las experiencias de la empresa terminando con la presentación del fusil semiautomático GA 115. En agosto de 1942, ambas empresas entregaron sus prototipos para pruebas de evaluación recibiendo el nombre de Maschinen-karabiner 42 seguido de las letras H o W según la inicial de la empresa productora. El arma de Haenel funcionaba por recuperación de gas, el cual se recogía en un cilindro colocado encima del cañón y con un sistema de cierre de obturador con movimiento oscilatorio. La de Walther, sin embargo, tenía un sistema de recuperación de gases que envolvía los mismos en una manilla concéntrica con el cañón y poseía un sistema de cierre de obturador de cabeza giratoria. Ambas disparaban con el obturador cerrado, fueron realizadas utilizando mucho las láminas estampadas y utilizaban el mismo cargador, el cual tenía una capacidad para treinta cartuchos y era muy robusto, de forma que podía ser utilizado como un rudimentario bipie. Ambas tenían la culata en línea con el arma, solución que hoy utilizan muchos constructores para disminuir la elevación durante el tiro con ráfaga. Por lo que se refiere a la cantidad de ejemplares fabricados, las fuentes bibliográficas son bastante discordantes: para la Mkb 42 H se oscila entre los 7.
000 y los 10.000 ejemplares, mientras que para la Mkb 42 W, la cifra oscila entre 200 y 8.000 ejemplares. Por lo que se refiere a la utilización de estas armas, parece que para valorar totalmente sus características se enviaron al frente ruso, al Kampf-gruppe Scherer, que quedó aislado en el saco de Cholm. Durante las pruebas de evaluación de las dos versiones Haenel y Walther, la primera se mostró más fiable y menos complicada de producir y de limpiar. Por ello se decidió adoptarla como nueva arma de ordenanza. La decisión se tomó en julio de 1943 y el arma asumió la nueva denominación de Maschinen Pistole 43. Dicho cambio de denominación parece que se produjo cumpliendo una orden de Hitler , quien, impresionado por las prestaciones de la nueva arma, mandó acelerar la producción de fusiles y pistolas ametralladoras abandonando la de los nuevos fusiles. Sin embargo, se siguieron produciendo sin que lo supiera el Führer los fusiles de asalto derivados del modelo propuesto por Haenel, que en realidad tenía que haber sido desechado para no crear problemas logísticos (los cartuchos utilizados de las armas individuales de infantería pasaron de dos, el 9 paró y el 7,92 x 57, a tres). Mirándolo bien, los problemas creados por la introducción de una nueva munición eran mucho menores que las ventajas que se obtuvieron utilizando armas de tiro a ráfaga capaces de ser utilizadas a las normales distancias de combate, al contrario que las ametralladoras, que tenían un alcance máximo de 150 metros.
Las mayores diferencias entre la Mkb 42 H y la MP 43 son las siguientes: el cilindro de recuperación de los gases tiene una longitud inferior a la del cañón, por tanto, el pistón del MP 43 es más corto; en el guardamanos, por el que se desliza la manilla de armamento, desaparece la cavidad que permite enganchar en posición de apertura el obturador: la MP 43 no tiene, por tanto, el hold open. Después de la versión MP 43 se realizó la MP 43/1 que posee un enganche para la óptica y el tubo lanzagranadas atornillable, siendo la versión más rara de las producidas. Al año siguiente se cambió la denominación anterior por la de MP 44 y, sucesivamente, con la reorganización de las unidades de infantería, se denominó Sturmgewehr 44. Vale la pena observar cómo esta denominación (Sturmgewehr, fusil de asalto) todavía se utiliza hoy para definir todas las armas individuales de infantería que utilizan una munición intermedia capaz de disparar a ráfaga. Hacia el final de la guerra, Hitler, finalmente, convencido por Albert Speer , ministro encargado del armamento, levantó el veto a la producción de estas armas, las cuales nunca lograron sustituir, como estaba previsto, a los fusiles tradicionales Mauser K 98k . A pesar de ello, aunque no se tienen datos precisos sobre la cantidad total de piezas construidas, el fusil de asalto de calibre 8 Kurz se distribuyó ampliamente en todos los frentes de guerra, especialmente en el frente oriental, en donde estaba más marcada la inferioridad numérica de los alemanes.
De todas formas, se cree que se produjeron al menos 800.000 armas hasta el mes de abril de 1945, producción que se llevó a cabo en diversas fábricas, entre las que destacan las de Erma, Haenel y Mauser. Antes de terminar queremos recordar dos versiones que nunca se adoptaron oficialmente por parte del ejército alemán: el StG 44P y el StG 44V. Estos dos fusiles de asalto, totalmente idénticos al normal Sturmgewehr 44, tenían un cañón especial curvado (respectivamente 30°? y 90°?) dotado de un sistema de mira periscópica que permitía a los tiradores disparar desde posiciones cubiertas, denominado Krummlauf. Con toda seguridad, estas versiones especiales se estudiaron para ser utilizadas dentro de los vehículos acorazados, para disparar al enemigo aprovechando los huecos de tiro no cubiertos por las armas de a bordo, pero se sabe que se utilizaron también en combates urbanos. Para que no explotara el cañón, éste tenía unos orificios en la parte terminal cuya función era hacer disminuir progresivamente la presión detrás de la bala, la cual salía a una velocidad de 275/300 metros por segundo frente a los 650 m/sg de la versión normal. Es posible que utilizando el Krummlauf se tuviera que utilizar una munición especial con bala esférica. Como última nota característica, es necesario observar la enorme importancia que tuvo esta arma en la historia de la evolución de los fusiles militares. Armas modernas como la M 16 y el Kalashnikov han recogido del Sturmgewehr 44 muchas soluciones técnicas hasta tal punto que muchos creen que todos los fusiles modernos deben su existencia al fusil que Hitler no quiso.
Durante los tres años siguientes, este nuevo tipo de arma de fuego se fue perfeccionando; si no hubiera terminado, afortunadamente, la guerra, es probable que en muy poco tiempo hubiera cambiado radicalmente el armamento de las fuerzas armadas alemanas, mejorando enormemente la potencia de fuego de los soldados del Tercer Reich. En los años inmediatamente anteriores a la Primera Guerra Mundial, diversos analistas de cuestiones militares habían subrayado la excesiva potencia de la munición de los fusiles de ordenanza: en 1909, por ejemplo, el Small Arms Committe del ejército británico sugirió disminuir el calibre y el peso de la munición de ordenanza (303 British) porque resultaba demasiado potente. Aunque desde el punto de vista teórico se podían alcanzar con estas armas blancos situados a un kilómetro de distancia, en la práctica, los soldados las utilizaban a una distancia máxima de unos cuatrocientos metros. La enorme potencia de la munición impedía utilizar los fusiles en tiro automático, ya que durante la ráfaga las armas eran incontrolables haciendo imposible un tiro preciso. Inmediatamente después del primer conflicto mundial, este fenómeno era bien conocido, sin embargo, los arsenales estaban llenos de armas y la crisis económica mundial hizo que se guardaran en los cajones de los distintos ministerios de guerra los informes técnicos que subrayaban la urgencia de proceder a una sustancial renovación de las armas individuales. Por ello, a pesar de que la tecnología permitía realizar fusiles automáticos, no se tomó ninguna decisión en este sentido, por lo que los soldados que en 1939 comenzaron a combatir en la Segunda Guerra Mundial fueron armados como sus padres en 1914.
Sin embargo, la situación estaba destinada a cambiar en poco tiempo, no siendo extraño que dichos cambios se produjeran en Alemania: aquí, a mediados de los años treinta, numerosas empresas habían comenzado a estudiar, a petición del Heeres Waffenamt Wa Prüf 1 (oficina del ejército alemán que se encargaba de las armas) el uso de cartuchos de potencia intermedia que se pudieran utilizar en un nuevo fusil capaz de realizar incluso el tiro a ráfaga. Entre las empresas comprometidas en este proyecto recordamos a R. W. S., que presentó su 8,15 x 46 mm en 1934; Geco, que realizó el 7,9 x 40,5 en 1935; Winter, que preparó el 7,9 x 36,5 en el mismo año y, finalmente, Polt de Magdeburgo, quien en 1938 lanzó su 7,92 x 30, punto de partida sobre la que se trabajaría más adelante. En 1941, finalmente, se llegó definitivamente a la realización de la munición calibre 7,92 x 33. La utilización de una munición de dimensiones inferiores a las de ordenanza 7,92 x 57 no conllevaba sólo ventajas por lo que se refiere a la posibilidad de disparar a ráfaga sin perder el control del arma: el militar, con el mismo peso, podía llevar más municiones, además de obtener importantes ahorros de materia prima, lo que para un país en guerra era interesantísimo. La munición 7,92 x 33 mantenía, por otra parte, las dimensiones de base de su hermana mayor, por lo que fue posible utilizar parcialmente las viejas máquinas para producir los nuevos cartuchos. Haenel Waffen und Fahrradfabrik de Suhl recibió en 1938 un contrato para realización de un arma destinada a utilizar el nuevo cartucho de Polte; incluso Carl Walther de Zella Mehlis, a título privado, presentó su prototipo.
El de la primera empresa fue diseñado por el conocido Hugo Schmeisser con la colaboración de una empresa especializada en la estampación de láminas metálicas, la Meezwerke de Franckfurt, mientras que el segundo llevó a término las experiencias de la empresa terminando con la presentación del fusil semiautomático GA 115. En agosto de 1942, ambas empresas entregaron sus prototipos para pruebas de evaluación recibiendo el nombre de Maschinen-karabiner 42 seguido de las letras H o W según la inicial de la empresa productora. El arma de Haenel funcionaba por recuperación de gas, el cual se recogía en un cilindro colocado encima del cañón y con un sistema de cierre de obturador con movimiento oscilatorio. La de Walther, sin embargo, tenía un sistema de recuperación de gases que envolvía los mismos en una manilla concéntrica con el cañón y poseía un sistema de cierre de obturador de cabeza giratoria. Ambas disparaban con el obturador cerrado, fueron realizadas utilizando mucho las láminas estampadas y utilizaban el mismo cargador, el cual tenía una capacidad para treinta cartuchos y era muy robusto, de forma que podía ser utilizado como un rudimentario bipie. Ambas tenían la culata en línea con el arma, solución que hoy utilizan muchos constructores para disminuir la elevación durante el tiro con ráfaga. Por lo que se refiere a la cantidad de ejemplares fabricados, las fuentes bibliográficas son bastante discordantes: para la Mkb 42 H se oscila entre los 7.
000 y los 10.000 ejemplares, mientras que para la Mkb 42 W, la cifra oscila entre 200 y 8.000 ejemplares. Por lo que se refiere a la utilización de estas armas, parece que para valorar totalmente sus características se enviaron al frente ruso, al Kampf-gruppe Scherer, que quedó aislado en el saco de Cholm. Durante las pruebas de evaluación de las dos versiones Haenel y Walther, la primera se mostró más fiable y menos complicada de producir y de limpiar. Por ello se decidió adoptarla como nueva arma de ordenanza. La decisión se tomó en julio de 1943 y el arma asumió la nueva denominación de Maschinen Pistole 43. Dicho cambio de denominación parece que se produjo cumpliendo una orden de Hitler , quien, impresionado por las prestaciones de la nueva arma, mandó acelerar la producción de fusiles y pistolas ametralladoras abandonando la de los nuevos fusiles. Sin embargo, se siguieron produciendo sin que lo supiera el Führer los fusiles de asalto derivados del modelo propuesto por Haenel, que en realidad tenía que haber sido desechado para no crear problemas logísticos (los cartuchos utilizados de las armas individuales de infantería pasaron de dos, el 9 paró y el 7,92 x 57, a tres). Mirándolo bien, los problemas creados por la introducción de una nueva munición eran mucho menores que las ventajas que se obtuvieron utilizando armas de tiro a ráfaga capaces de ser utilizadas a las normales distancias de combate, al contrario que las ametralladoras, que tenían un alcance máximo de 150 metros.
Las mayores diferencias entre la Mkb 42 H y la MP 43 son las siguientes: el cilindro de recuperación de los gases tiene una longitud inferior a la del cañón, por tanto, el pistón del MP 43 es más corto; en el guardamanos, por el que se desliza la manilla de armamento, desaparece la cavidad que permite enganchar en posición de apertura el obturador: la MP 43 no tiene, por tanto, el hold open. Después de la versión MP 43 se realizó la MP 43/1 que posee un enganche para la óptica y el tubo lanzagranadas atornillable, siendo la versión más rara de las producidas. Al año siguiente se cambió la denominación anterior por la de MP 44 y, sucesivamente, con la reorganización de las unidades de infantería, se denominó Sturmgewehr 44. Vale la pena observar cómo esta denominación (Sturmgewehr, fusil de asalto) todavía se utiliza hoy para definir todas las armas individuales de infantería que utilizan una munición intermedia capaz de disparar a ráfaga. Hacia el final de la guerra, Hitler, finalmente, convencido por Albert Speer , ministro encargado del armamento, levantó el veto a la producción de estas armas, las cuales nunca lograron sustituir, como estaba previsto, a los fusiles tradicionales Mauser K 98k . A pesar de ello, aunque no se tienen datos precisos sobre la cantidad total de piezas construidas, el fusil de asalto de calibre 8 Kurz se distribuyó ampliamente en todos los frentes de guerra, especialmente en el frente oriental, en donde estaba más marcada la inferioridad numérica de los alemanes.
De todas formas, se cree que se produjeron al menos 800.000 armas hasta el mes de abril de 1945, producción que se llevó a cabo en diversas fábricas, entre las que destacan las de Erma, Haenel y Mauser. Antes de terminar queremos recordar dos versiones que nunca se adoptaron oficialmente por parte del ejército alemán: el StG 44P y el StG 44V. Estos dos fusiles de asalto, totalmente idénticos al normal Sturmgewehr 44, tenían un cañón especial curvado (respectivamente 30°? y 90°?) dotado de un sistema de mira periscópica que permitía a los tiradores disparar desde posiciones cubiertas, denominado Krummlauf. Con toda seguridad, estas versiones especiales se estudiaron para ser utilizadas dentro de los vehículos acorazados, para disparar al enemigo aprovechando los huecos de tiro no cubiertos por las armas de a bordo, pero se sabe que se utilizaron también en combates urbanos. Para que no explotara el cañón, éste tenía unos orificios en la parte terminal cuya función era hacer disminuir progresivamente la presión detrás de la bala, la cual salía a una velocidad de 275/300 metros por segundo frente a los 650 m/sg de la versión normal. Es posible que utilizando el Krummlauf se tuviera que utilizar una munición especial con bala esférica. Como última nota característica, es necesario observar la enorme importancia que tuvo esta arma en la historia de la evolución de los fusiles militares. Armas modernas como la M 16 y el Kalashnikov han recogido del Sturmgewehr 44 muchas soluciones técnicas hasta tal punto que muchos creen que todos los fusiles modernos deben su existencia al fusil que Hitler no quiso.