Desarrollo
La derrota alemana en la I Guerra Mundial impuso a Alemania unas condiciones draconianas plasmadas en el tratado de Versalles, que, entre otras consideraciones, limitaba el desarrollo de la industria militar y el ejército alemanes. En el caso concreto de la aviación se prohibía expresamente la existencia de un arma militar bajo control del Estado alemán. El Tratado, sin embargo, no evitó el rearme alemán en las décadas siguientes. La creación de la Lufthansa, compañía civil de aviación, sirvió para el desarrollo técnico de los aparatos y la preparación secreta de los pilotos alemanes. Algunos aparatos, como los He 111 , realizaron velos secretos de exploración sobre el Reino Unido, Francia y la URSS, camuflados como aviones comerciales. El desarrollo de la aviación militar alemana recibió un impulso considerable con la llegada de Hitler al poder. Para ello, contó con la colaboración de un piloto experimentado, Göring , y la de fabricantes como Messerschmitt. Con su ayuda, la Luftwaffe vio la luz en oficialmente en 1935, ya como una fuerza real y poderosa, que acabó de demostrar y ensayar sus posibilidades en la Guerra Civil española, fundamentalmente en lo referente al más avanzado y destructivo de los aparatos con los que contaba en aquél momento, el ME 109 . A los avances técnicos y la excelente preparación de sus pilotos, el Mando alemán añadió un uso moderno de la aviación, correspondiente con las ideas lanzadas años antes por el aviador italiano Douhet .
El uso de la aviación como arma de guerra combinada con las fuerzas terrestres fue uno factores que permite explicar los éxitos iniciales de la Blitzkrieg. Sin embargo, demostrada su eficacia en el ataque contra objetivos en tierra y flotas aéreas inferiores, su talón de Aquiles lo encontró en la Batalla de Inglaterra, donde hubo de enfrentarse a un enemigo de la misma talla que además jugaba en campo propio. Los ME 109 y ME 110 demostraron sus carencias, principalmente en lo referido a su limitado radio de acción. Además, los excelentes aparatos alemanes pudieron haber dado un mayor rendimiento con una mejor dirección por parte del Mando alemán, que hubiera concentrado los ataques sobre las infraestructuras y aeródromos del enemigo en vez de sobre las poblaciones, lo que dio tiempo a la RAF para recuperarse de la agobiante presión a la que estaba siendo sometida. Durante la batalla del Atlántico, los aviones alemanes se mostraron también muy eficaces en la lucha contra los buques de guerra y mercantes aliados, especialmente mediante el excelente Focke Wulf Fw 200 Cóndor. El frente oriental y los Balcanes supusieron una nueva ocasión para que la Luftwaffe demostrase su excelente capacidad operativa, cosechando numerosas victorias. A pesar de ellas, Alemania no pudo evitar ceder ante la presión que supuso la apertura de dos frentes de guerra simultáneos (oriental y occidental) y, en los momentos finales de la guerra, la Luftwaffe sufrió en sus bases severos bombardeos a cargo de la aviación aliada, lo que mermó considerablemente sus posibilidades operativas.
La derrota alemana acabó finalmente con una de las mejores y más eficaces fuerzas estratégicas del nazismo durante la contienda. La Luftwaffe se componía en 1939 de cuatro Flotas aéreas (Este, Noroeste, Oeste y Sudeste). Cada una de ellas la componía un cierto número de Cuerpos de Ejército y Divisiones del Aire (en los que se hallaban agrupadas las unidades en vuelo, encargadas de la acción ofensiva) y mandos regionales de Aviación , encargados de la defensa antiaérea, organización del personal y material auxiliar, instrucción de reclutas, servicios de abastecimiento, etc.. Una División del Aire integraba varias Escuadras (equivalentes a los Regimientos terrestres), cada una de ellas compuesta por unos cien aviones, divididos en Grupos de a 30 (correspondientes a los Batallones), y estos, a su vez, en Escuadrillas de nueve aparatos(análogas a las Compañías). Las unidades de vuelo ofensivo podían ser de reconocimiento lejano o próximo (con aviones Dornier 17 , Heinkel 70 o Henschel 126), de caza (Heinkel 112 o Messerschmitt 109) o de bombardeo. Estas podían operar contra objetivos extensos (Dornier 17, Junkers 89 y Heinkel 111 ) o contra objetivos reducidos, que utilizaban aviones especializados en bombardeo en picado (Junkers 87 y 88), llamados Stukas. Además, integraban la Luftwaffe unidades de transporte aéreo, de transmisiones, de artillería antiaérea y de paracaidistas.
Puede decirse que las aviaciones de ambos bandos estaban equilibradas sobre el papel. Sin embargo, la Luftwaffe se adueñaría del cielo europeo de forma absoluta. Su ventaja era abrumadora: buena parte de sus pilotos tenía experiencia militar -España-, su material era superior al de los demás contendientes exceptuando el británico, sus aparatos eran los apropiados para la guerra relámpago que impuso Alemania. La aviación británica, única comparable, peleaba lejos de sus bases (al final de la batalla de Flandes y Francia, sus cazas combatían desde sus bases isleñas, con sólo 20 minutos de autonomía sobre el continente). El adiestramiento en los primeros compases de guerra también era inferior al alemán. En la batalla de Inglaterra ocurría lo contrario y descubrirían los defectos de la aviación de Göring: cazas con escaso radio de acción para proteger a sus bombarderos, que también tenían ese problema, además de escasa capacidad de carga bélica y deficientes defensas activas y pasivas. Y no sólo serían esas las debilidades de la aviación del III Reich, que durante el conflicto fue menos numerosa, menos sólida por falta de materiales estratégicos y mal dirigido el progreso aeronáutico, como ocurrió con el primer caza a reacción: Me-262, al que Hitler quiso convertir en bombardero.
El uso de la aviación como arma de guerra combinada con las fuerzas terrestres fue uno factores que permite explicar los éxitos iniciales de la Blitzkrieg. Sin embargo, demostrada su eficacia en el ataque contra objetivos en tierra y flotas aéreas inferiores, su talón de Aquiles lo encontró en la Batalla de Inglaterra, donde hubo de enfrentarse a un enemigo de la misma talla que además jugaba en campo propio. Los ME 109 y ME 110 demostraron sus carencias, principalmente en lo referido a su limitado radio de acción. Además, los excelentes aparatos alemanes pudieron haber dado un mayor rendimiento con una mejor dirección por parte del Mando alemán, que hubiera concentrado los ataques sobre las infraestructuras y aeródromos del enemigo en vez de sobre las poblaciones, lo que dio tiempo a la RAF para recuperarse de la agobiante presión a la que estaba siendo sometida. Durante la batalla del Atlántico, los aviones alemanes se mostraron también muy eficaces en la lucha contra los buques de guerra y mercantes aliados, especialmente mediante el excelente Focke Wulf Fw 200 Cóndor. El frente oriental y los Balcanes supusieron una nueva ocasión para que la Luftwaffe demostrase su excelente capacidad operativa, cosechando numerosas victorias. A pesar de ellas, Alemania no pudo evitar ceder ante la presión que supuso la apertura de dos frentes de guerra simultáneos (oriental y occidental) y, en los momentos finales de la guerra, la Luftwaffe sufrió en sus bases severos bombardeos a cargo de la aviación aliada, lo que mermó considerablemente sus posibilidades operativas.
La derrota alemana acabó finalmente con una de las mejores y más eficaces fuerzas estratégicas del nazismo durante la contienda. La Luftwaffe se componía en 1939 de cuatro Flotas aéreas (Este, Noroeste, Oeste y Sudeste). Cada una de ellas la componía un cierto número de Cuerpos de Ejército y Divisiones del Aire (en los que se hallaban agrupadas las unidades en vuelo, encargadas de la acción ofensiva) y mandos regionales de Aviación , encargados de la defensa antiaérea, organización del personal y material auxiliar, instrucción de reclutas, servicios de abastecimiento, etc.. Una División del Aire integraba varias Escuadras (equivalentes a los Regimientos terrestres), cada una de ellas compuesta por unos cien aviones, divididos en Grupos de a 30 (correspondientes a los Batallones), y estos, a su vez, en Escuadrillas de nueve aparatos(análogas a las Compañías). Las unidades de vuelo ofensivo podían ser de reconocimiento lejano o próximo (con aviones Dornier 17 , Heinkel 70 o Henschel 126), de caza (Heinkel 112 o Messerschmitt 109) o de bombardeo. Estas podían operar contra objetivos extensos (Dornier 17, Junkers 89 y Heinkel 111 ) o contra objetivos reducidos, que utilizaban aviones especializados en bombardeo en picado (Junkers 87 y 88), llamados Stukas. Además, integraban la Luftwaffe unidades de transporte aéreo, de transmisiones, de artillería antiaérea y de paracaidistas.
Puede decirse que las aviaciones de ambos bandos estaban equilibradas sobre el papel. Sin embargo, la Luftwaffe se adueñaría del cielo europeo de forma absoluta. Su ventaja era abrumadora: buena parte de sus pilotos tenía experiencia militar -España-, su material era superior al de los demás contendientes exceptuando el británico, sus aparatos eran los apropiados para la guerra relámpago que impuso Alemania. La aviación británica, única comparable, peleaba lejos de sus bases (al final de la batalla de Flandes y Francia, sus cazas combatían desde sus bases isleñas, con sólo 20 minutos de autonomía sobre el continente). El adiestramiento en los primeros compases de guerra también era inferior al alemán. En la batalla de Inglaterra ocurría lo contrario y descubrirían los defectos de la aviación de Göring: cazas con escaso radio de acción para proteger a sus bombarderos, que también tenían ese problema, además de escasa capacidad de carga bélica y deficientes defensas activas y pasivas. Y no sólo serían esas las debilidades de la aviación del III Reich, que durante el conflicto fue menos numerosa, menos sólida por falta de materiales estratégicos y mal dirigido el progreso aeronáutico, como ocurrió con el primer caza a reacción: Me-262, al que Hitler quiso convertir en bombardero.