Desarrollo
Durante los años Treinta, la empresa Walther produjo en sus fábricas de Zella-Mehlis, en Turingia, dos pistolas destinadas a hacerse famosísimas: la PP y la PPK, respectivamente la "Polizei Pistole" y la "Polizei Pistole Kriminal", arma de doble acción de calibre 7,65 mm, ya que Alemania aún estaba sometida por las leyes de los vencedores de la Primera Guerra Mundial, que la obligaron a no construir armas de mano potentes de calibre 9 milímetros. En enero de 1933, Adolf Hitler fue nombrado canciller del presidente Hindenburg y, un año más tarde, asumió el cargo de jefe del Estado, asumiendo la totalidad de los poderes legislativos, las funciones de jefe del ejecutivo y comandante de las Fuerzas Armadas. Un hecho industrial y otro de carácter político: las modernas pistolas de Fritz Walther y el Tercer Reich con su Führer, ambos con el deseo de revancha, económica y militar, que desde hacía años anidaba en el ánimo de los alemanes, humillados de muchas formas después de la derrota de 1918. Alemania aceleró, más o menos secretamente, el rearme en vistas de la revancha. Se necesitaban armas, muchas armas, que fueran eficientes y de bajo coste. En materia de pistolas, desde hacía mucho tiempo se era consciente de que la P.08 (la celebérrima Luger) era demasiado costosa, por lo que el HMA (Heereswaffenamt, departamento para las armas del ejército en la época del Tercer Reich) pidió a las industrias bélicas que idearan enseguida algo que fuera económico y rápido de producir en grandes cantidades.
Walther no perdió tiempo, por lo que, ignorando las imposiciones de las fuerzas Aliadas, produjo una pistola denominada MP (Militar Pistole), que no era otra cosa sino una versión agrandada de la PP preparada para el cartucho 9 mm Parabellum. Esta arma, a pesar de la potencia del cartucho, conservaba todavía el cierre lábil y otras dos importantes características de su hermana menor: la doble acción y el martillo exterior, con el seguro que desarma el martillo y bloquea el percutor y el gatillo. El único punto débil de la primera MP era el cierre lábil del obturador (sistema poco práctico cuando se utilizaban cartuchos tan potentes como el 9 mm Parabellum), lo que la empresa Walther remedió a comienzos de los años Treinta con una versión de la MP dotada de cierre lábil. Esta fue la primera pistola de esta célebre fábrica que tuvo un cierre de tipo geométrico (es decir, estable) que, en este caso, estaba formado por dos bloques situados en los flancos del cañón, los cuales se deslizaban verticalmente de forma que bloqueaban y desbloqueaban el cañón del fuste. En la práctica, el cañón no estaba fijo de forma estable al fuste, sino que reculaba un pequeño trecho (unos 4 mm) junto con la corredera, lo suficiente para que descendieran las presiones en la cámara de explosión hasta los niveles de seguridad. Al llegar a este punto, el cañón encontraba un bloqueo y se detenía; después, los bloqueos descendían y la corredera se liberaba para recular armando el martillo.
Enseguida se colocaba en batería (preparando un nuevo cartucho) mediante los dos muelles de recuperación. De esta versión, perfeccionada, de la MP, de la que se construyeron poquísimos ejemplares, es de la que deriva la P.38. A medida que se fueron desarrollando los distintos acontecimientos, la política expansionista de Hitler se fue haciendo cada vez más clara, sobre todo a partir de 1936, cuando Alemania ocupó Renania. Entonces, muchos ya afirmaron la guerra como inevitable, por lo que las industrias bélicas aceleraron al máximo sus programas. La Walther perfeccionó aún más su MP y realizó la que, no por casualidad, se denominó AP (Armee Pistole), es decir, pistola para la Armada, casi un homenaje al nacimiento de las fuerzas armadas, cada vez más posesivas y agresivas. La AP mantuvo, obviamente, el cierre geométrico y el calibre 9 mm, aunque posteriormente fue simplificada (por ejemplo, los dos bloques fueron sustituidos por una única llave oscilante dotada de dos aletas en la parte superior que entran y salen de la corredera) y hecha aún más robusta aplicando, entre otras cosas, un puente para reforzar la corredera por su parte anterior, dando así al arma la típica característica que encontramos en la P.38; en la práctica, la única evidente diferencia estética entre las dos armas es el martillo, que en la primera versión de la AP era todavía de tipo interno. Alternándose los modelos AP y MP, Walther mejoró aún más su arma, incluso por sugerencia de los técnicos de la Wehrmacht, hasta realizar, a comienzos de 1938, la HP (Heeres Pistole, es decir, pistola para el ejército), que se distingue por la que será una de las más importantes características de la P.
38 y que hará escuela en todo el mundo: el seguro automático que bloquea el percutor y que lo hace avanzar de forma que se evite que el martillo sea golpeado. Dicho martillo se hará, más tarde, externo, aunque con la cresta granulada y redondeada, parecido al de la Beretta y al de las Tokarev rusas. Con el modelo HP, Walther se presentó al concurso convocado por la Wehrmacht en 1937, del que tenía que salir la nueva arma de bolsillo del ejército. Walther se presentó con una HP a la que modificó todavía el seguro manual, el cual, al retirarse abatía el martillo, que golpeaba la cabeza del percutor. Éste, sin embargo, no pudo avanzar debido a que estaba sólidamente bloqueado por un tornillo giratorio transversal situado en la corredera, solución validísima todavía hoy. En el concurso, la casa de Zella Mehlis tuvo que vérselas con competidores temibles, como la empresa Mauser, de Oberndorf am Beckar, la Sauer & Sohn, de Suhl, y la Berlin Suhler Waffen Fahrzeugwerke. Como sabemos, el señor Fritz Walther despuntó por encima de sus competidores gracias a los infinitos retoques a que sometió sus pistolas. Entre otras cosas, hay que recordar que la HP (alias P. 38), contrariamente a sus rivales, era un arma verdaderamente concebida para ser producida en grandes cantidades, hecho demostrado por ejemplo en el fuste, que no aloja ya la cadena de disparo, por lo que su elaboración mecánica de fresadura y forja resulta bastante más simple. Además, de entre todas las armas que competían, la Walther fue la única que disponía, además del avisador de 'cartucho cargado', de otros tres sistemas de seguridad: uno para impedir que saliera disparado el cartucho cuando el arma se encontraba en posición de cierre, otro manual que abatía el martillo (del que ya hemos háblado) y un seguro automático en el percutor, realizado de forma que el percutor de inercia se encontraba libre para avanzar sólo al final del recorrido del gatillo, en el caso del disparo de doble acción; o bien, sólo cuando el martillo se encuentra completamente armado, en el caso de los disparos de acción simple.
Nos hemos detenido en estas soluciones porque demuestran lo avanzada que estaba el arma, conceptualmente, para su tiempo. Con su adopción por parte del ejército, el arma de Walther perdió la sigla HP (que quedará sólo para los modelos destinados al mercado civil) y se convertirá en la P. 38 (con el punto después de la P). indicando la denominación oficial de Pistole Model 1938, aunque su adopción definitiva se produjo en abril de 1940. En efecto, la Wehrmacht, aun aceptando el arma, solicitó algunas intervenciones de detalle, como por ejemplo la modificación de la cresta del martillo, hecha definitiva, y las cachas de material sintético (poliamida negra) robusto, económico y rápido de producir, o bien de láminas reforzadas y fosfatadas, mientras el resto del arma estaba bruñida. Además, el martillo exterior (querido expresamente por el HWaA) tenía la ventaja de la repetición del disparo en caso de defecto de la cápsula de cebo del cartucho. La producción de la P.38 comenzó a finales de 1939; las primeras pistolas llevaban en la cara izquierda de la corredera el famoso "Walther Schleife", es decir, el nombre de la prestigiosa fábrica encerrado en una cinta, inscripción que enseguida se abandonó por el número de código "480'" (razones de seguridad militar) que en 1940 será sustituido por el código "ac". En 1942, la empresa Walther ya no podía satisfacer la enorme demanda de pistolas. De esta forma, por orden del alto mando del ejército, se añadieron también a la producción Mauser (código "byf'" y "sw'" y Spreewerke de Spandau, próximo a Berlín (código "cyq").
Sólo estas tres empresas fabricaron las P. 38 de forma integral, es decir, desde la primera hasta la última pieza, mientras que una gran serie de fábricas alemanas se encargaron de realizar parte del arma, realizando incluso en el extranjero algunas piezas de la P. 38, como la FN, la CZ y la Brno. Obviamente, esta forma de trabajo determinó una neta disminución de la calidad de las pistolas, aunque sólo por lo que se refiere al aspecto estético, ya que en cuanto a fiabilidad, aun construida demasiado deprisa, nunca tuvo verdaderos problemas, siendo suficiente, en la práctica, con no descuidar la calidad de los materiales con los que se realizaba la varilla de bloqueo del percutor, un elemento estructuralmente nada pesado y sometido a los continuos golpes del martillo que se abate sobre el percutor cada vez que se introduce el seguro manual "baja-martillo". En compensación, una P.38 costaba en 1939 casi la mitad que una Luger, cuya producción se abandonó definitivamente en 1942. Las únicas recriminaciones realizadas sobre el método de funcionamiento de las P.38 llegaron del frente Oriental y se debieron al sistema de apertura del bloque de culata, el cual, en caso de barro, provocaba que se encasquillara, aunque eran episodios muy esporádicos que se producían en condiciones extremas de funcionamiento (barro helado). Tal vez el único y verdadero defecto conceptual de la P.38 esté en el ángulo de inclinación de la culata, que resulta demasiado limitado para garantizar una empuñadura que asegure una mira instintiva y natural, tal y como sucede con la Luger, cuya culata posee un ángulo de inclinación de 55 grados.
En abril de 1945, cuando las tropas francesas entraron en la fábrica Mauser de Oberndorf aún encontraron a los obreros trabajando en la P.38, y les hicieron trabajar hasta finales del mes de mayo de 1946, apoderándose de treinta y siete mil P.38 como "botín de guerra"; sólo debido a la fuerte presión de los rusos, las oficinas Mauser fueron destruidas aquél mismo año. La empresa Walther, sin embargo, al estar en Turingia, fue ocupada por los americanos (que la encontraron prácticamente intacta a pesar de los terribles bombardeos de los aliados, que destruyeron media ciudad) y en junio pasó a estar bajo el control soviético, debiendo terminar inmediatamente la producción bélica para transferirse de Zella Mehlis a Ulm, a orillas del Danubio, mientras que las fábricas fueron desmanteladas y todas las modernísimas máquinas de la Walther trasladadas a la Unión Soviética. Sin embargo, la P.38 fue un arma demasiado interesante como para terminar su vida al finalizar el conflicto; en efecto, la fabricó con licencia la empresa francesa Manurhin y la turca Kirikale. Finalmente, en 1957, Walther pudo dejar de producir las máquinas registradoras para volver a construir armas. Entonces fue cuando nació la P1, que no era otra sino la P.38, una vez más modernizada, en este caso con el fuste realizado en madera ligera. Esta arma se convirtió enseguida en ordenanza en la Bundeswehr, el neonato ejército de la República Federal Alemana. Estos son los vericuetos de la historia, más que justificados en este caso, de la P.38, que demostró ser un arma verdaderamente moderna durante un largo período de más de treinta años. Ninguna otra pistola semiautomática puede presumir de haber vivido tan larga primavera tecnológica.
Walther no perdió tiempo, por lo que, ignorando las imposiciones de las fuerzas Aliadas, produjo una pistola denominada MP (Militar Pistole), que no era otra cosa sino una versión agrandada de la PP preparada para el cartucho 9 mm Parabellum. Esta arma, a pesar de la potencia del cartucho, conservaba todavía el cierre lábil y otras dos importantes características de su hermana menor: la doble acción y el martillo exterior, con el seguro que desarma el martillo y bloquea el percutor y el gatillo. El único punto débil de la primera MP era el cierre lábil del obturador (sistema poco práctico cuando se utilizaban cartuchos tan potentes como el 9 mm Parabellum), lo que la empresa Walther remedió a comienzos de los años Treinta con una versión de la MP dotada de cierre lábil. Esta fue la primera pistola de esta célebre fábrica que tuvo un cierre de tipo geométrico (es decir, estable) que, en este caso, estaba formado por dos bloques situados en los flancos del cañón, los cuales se deslizaban verticalmente de forma que bloqueaban y desbloqueaban el cañón del fuste. En la práctica, el cañón no estaba fijo de forma estable al fuste, sino que reculaba un pequeño trecho (unos 4 mm) junto con la corredera, lo suficiente para que descendieran las presiones en la cámara de explosión hasta los niveles de seguridad. Al llegar a este punto, el cañón encontraba un bloqueo y se detenía; después, los bloqueos descendían y la corredera se liberaba para recular armando el martillo.
Enseguida se colocaba en batería (preparando un nuevo cartucho) mediante los dos muelles de recuperación. De esta versión, perfeccionada, de la MP, de la que se construyeron poquísimos ejemplares, es de la que deriva la P.38. A medida que se fueron desarrollando los distintos acontecimientos, la política expansionista de Hitler se fue haciendo cada vez más clara, sobre todo a partir de 1936, cuando Alemania ocupó Renania. Entonces, muchos ya afirmaron la guerra como inevitable, por lo que las industrias bélicas aceleraron al máximo sus programas. La Walther perfeccionó aún más su MP y realizó la que, no por casualidad, se denominó AP (Armee Pistole), es decir, pistola para la Armada, casi un homenaje al nacimiento de las fuerzas armadas, cada vez más posesivas y agresivas. La AP mantuvo, obviamente, el cierre geométrico y el calibre 9 mm, aunque posteriormente fue simplificada (por ejemplo, los dos bloques fueron sustituidos por una única llave oscilante dotada de dos aletas en la parte superior que entran y salen de la corredera) y hecha aún más robusta aplicando, entre otras cosas, un puente para reforzar la corredera por su parte anterior, dando así al arma la típica característica que encontramos en la P.38; en la práctica, la única evidente diferencia estética entre las dos armas es el martillo, que en la primera versión de la AP era todavía de tipo interno. Alternándose los modelos AP y MP, Walther mejoró aún más su arma, incluso por sugerencia de los técnicos de la Wehrmacht, hasta realizar, a comienzos de 1938, la HP (Heeres Pistole, es decir, pistola para el ejército), que se distingue por la que será una de las más importantes características de la P.
38 y que hará escuela en todo el mundo: el seguro automático que bloquea el percutor y que lo hace avanzar de forma que se evite que el martillo sea golpeado. Dicho martillo se hará, más tarde, externo, aunque con la cresta granulada y redondeada, parecido al de la Beretta y al de las Tokarev rusas. Con el modelo HP, Walther se presentó al concurso convocado por la Wehrmacht en 1937, del que tenía que salir la nueva arma de bolsillo del ejército. Walther se presentó con una HP a la que modificó todavía el seguro manual, el cual, al retirarse abatía el martillo, que golpeaba la cabeza del percutor. Éste, sin embargo, no pudo avanzar debido a que estaba sólidamente bloqueado por un tornillo giratorio transversal situado en la corredera, solución validísima todavía hoy. En el concurso, la casa de Zella Mehlis tuvo que vérselas con competidores temibles, como la empresa Mauser, de Oberndorf am Beckar, la Sauer & Sohn, de Suhl, y la Berlin Suhler Waffen Fahrzeugwerke. Como sabemos, el señor Fritz Walther despuntó por encima de sus competidores gracias a los infinitos retoques a que sometió sus pistolas. Entre otras cosas, hay que recordar que la HP (alias P. 38), contrariamente a sus rivales, era un arma verdaderamente concebida para ser producida en grandes cantidades, hecho demostrado por ejemplo en el fuste, que no aloja ya la cadena de disparo, por lo que su elaboración mecánica de fresadura y forja resulta bastante más simple. Además, de entre todas las armas que competían, la Walther fue la única que disponía, además del avisador de 'cartucho cargado', de otros tres sistemas de seguridad: uno para impedir que saliera disparado el cartucho cuando el arma se encontraba en posición de cierre, otro manual que abatía el martillo (del que ya hemos háblado) y un seguro automático en el percutor, realizado de forma que el percutor de inercia se encontraba libre para avanzar sólo al final del recorrido del gatillo, en el caso del disparo de doble acción; o bien, sólo cuando el martillo se encuentra completamente armado, en el caso de los disparos de acción simple.
Nos hemos detenido en estas soluciones porque demuestran lo avanzada que estaba el arma, conceptualmente, para su tiempo. Con su adopción por parte del ejército, el arma de Walther perdió la sigla HP (que quedará sólo para los modelos destinados al mercado civil) y se convertirá en la P. 38 (con el punto después de la P). indicando la denominación oficial de Pistole Model 1938, aunque su adopción definitiva se produjo en abril de 1940. En efecto, la Wehrmacht, aun aceptando el arma, solicitó algunas intervenciones de detalle, como por ejemplo la modificación de la cresta del martillo, hecha definitiva, y las cachas de material sintético (poliamida negra) robusto, económico y rápido de producir, o bien de láminas reforzadas y fosfatadas, mientras el resto del arma estaba bruñida. Además, el martillo exterior (querido expresamente por el HWaA) tenía la ventaja de la repetición del disparo en caso de defecto de la cápsula de cebo del cartucho. La producción de la P.38 comenzó a finales de 1939; las primeras pistolas llevaban en la cara izquierda de la corredera el famoso "Walther Schleife", es decir, el nombre de la prestigiosa fábrica encerrado en una cinta, inscripción que enseguida se abandonó por el número de código "480'" (razones de seguridad militar) que en 1940 será sustituido por el código "ac". En 1942, la empresa Walther ya no podía satisfacer la enorme demanda de pistolas. De esta forma, por orden del alto mando del ejército, se añadieron también a la producción Mauser (código "byf'" y "sw'" y Spreewerke de Spandau, próximo a Berlín (código "cyq").
Sólo estas tres empresas fabricaron las P. 38 de forma integral, es decir, desde la primera hasta la última pieza, mientras que una gran serie de fábricas alemanas se encargaron de realizar parte del arma, realizando incluso en el extranjero algunas piezas de la P. 38, como la FN, la CZ y la Brno. Obviamente, esta forma de trabajo determinó una neta disminución de la calidad de las pistolas, aunque sólo por lo que se refiere al aspecto estético, ya que en cuanto a fiabilidad, aun construida demasiado deprisa, nunca tuvo verdaderos problemas, siendo suficiente, en la práctica, con no descuidar la calidad de los materiales con los que se realizaba la varilla de bloqueo del percutor, un elemento estructuralmente nada pesado y sometido a los continuos golpes del martillo que se abate sobre el percutor cada vez que se introduce el seguro manual "baja-martillo". En compensación, una P.38 costaba en 1939 casi la mitad que una Luger, cuya producción se abandonó definitivamente en 1942. Las únicas recriminaciones realizadas sobre el método de funcionamiento de las P.38 llegaron del frente Oriental y se debieron al sistema de apertura del bloque de culata, el cual, en caso de barro, provocaba que se encasquillara, aunque eran episodios muy esporádicos que se producían en condiciones extremas de funcionamiento (barro helado). Tal vez el único y verdadero defecto conceptual de la P.38 esté en el ángulo de inclinación de la culata, que resulta demasiado limitado para garantizar una empuñadura que asegure una mira instintiva y natural, tal y como sucede con la Luger, cuya culata posee un ángulo de inclinación de 55 grados.
En abril de 1945, cuando las tropas francesas entraron en la fábrica Mauser de Oberndorf aún encontraron a los obreros trabajando en la P.38, y les hicieron trabajar hasta finales del mes de mayo de 1946, apoderándose de treinta y siete mil P.38 como "botín de guerra"; sólo debido a la fuerte presión de los rusos, las oficinas Mauser fueron destruidas aquél mismo año. La empresa Walther, sin embargo, al estar en Turingia, fue ocupada por los americanos (que la encontraron prácticamente intacta a pesar de los terribles bombardeos de los aliados, que destruyeron media ciudad) y en junio pasó a estar bajo el control soviético, debiendo terminar inmediatamente la producción bélica para transferirse de Zella Mehlis a Ulm, a orillas del Danubio, mientras que las fábricas fueron desmanteladas y todas las modernísimas máquinas de la Walther trasladadas a la Unión Soviética. Sin embargo, la P.38 fue un arma demasiado interesante como para terminar su vida al finalizar el conflicto; en efecto, la fabricó con licencia la empresa francesa Manurhin y la turca Kirikale. Finalmente, en 1957, Walther pudo dejar de producir las máquinas registradoras para volver a construir armas. Entonces fue cuando nació la P1, que no era otra sino la P.38, una vez más modernizada, en este caso con el fuste realizado en madera ligera. Esta arma se convirtió enseguida en ordenanza en la Bundeswehr, el neonato ejército de la República Federal Alemana. Estos son los vericuetos de la historia, más que justificados en este caso, de la P.38, que demostró ser un arma verdaderamente moderna durante un largo período de más de treinta años. Ninguna otra pistola semiautomática puede presumir de haber vivido tan larga primavera tecnológica.