Desarrollo
Al final de la guerra italo-turca (1911-1912) en la que Italia consiguió arrancar a los tucos Libia, Roda y las islas de Dodecanesio, el Estado Mayor de Italia tuvo que tomar nota de las numerosas quejas de los oficiales en tema de mal funcionamiento de la pistola semiautomática Glisenti Modelo 1910, debido especialmente a la finísima arena del desierto. Poco después, durante la Gran Guerra, se descubrieron otros problemas de funcionamiento en la Glisenti, esta vez debidos al barro de las trincheras. Todas estas cosas empujaron a los vértices de la fuerzas armadas a buscar una nueva arma de mano que se caracterizara fundamentalmente por la versatilidad de funcionamiento en cualquier situación ambiental, así como que fuera capaz de soportar sin daño alguno los numerosos contratiempos del campo de batalla. La Italia de la posguerra no estaba en condiciones económicas tan boyantes como para afrontar este problema con inmediatez, por lo que la solución al problema se demoró durante algunos años. Dicha situación la conocía muy bien una fábrica de armas italiana de origen muy antiguo (se remonta al año 1550): Beretta, de Gardone Val Trompia, en Brescia. Dicha fábrica no había realizado nunca armas para el ejército, por lo que estaba a la expectativa buscando la ocasión propicia. Precisamente pensando en esto, en 1923 había realizado una pistola interesantísima en calibre 9 mm Glisenti que puede considerarse como el prototipo de un familia de armas que actualmente ostenta modelo como el 93, adoptada incluso por las fuerzas armadas americanas.
La Modelo 23 había comenzado a interesar seriamente al ejército italiano, aunque no hasta el pinto de decidirse a adoptarla. Pasada la crisis económica del año 1929, Beretta propuso una versión mejora de su Modelo 23, la Modelo 1931, la cual, con el añadido de un mota de seguridad colocada en el martillo (pedida por los oficiales del ejército que habían efectuado las pruebas de evaluación), se convirtió en el Modelo 1932. Sólo quedaba un pequeño paso para llegar a la versión definitiva, paso que se produjo al abandonar el calibre 9 mm Flisent (que tantos problemas había dado debido a que el cartucho se confundía demasiado fácilmente con el más potente 9 mm Parabellum, con graves daños para las pistolas Flisent Mod. 1910) a favor del 9 mm Corto, cartucho considerado, actualmente, como insuficiente para un arma de guerra, pero que en realidad, en aquél momento era más que suficiente para una pistola militar destinada más que nada a la "defensa" a corta distancia. Por otra parte, la limitada potencia del cartucho calibre 9 Corto permitió a Tullio Marengoni, genial proyectista de la Beretta, realizar un arma simple y robusta caracterizada obviamente por poseer un cañón fijo y un elemental cierre del obturador de masa (cierre endeble) en lugar de los más costosos y complicados cierres geométricos necesarios en caso de utilizar municiones potentes tipo 9 mm. Parabellum. En el fondo, como hemos visto al principio, ésta era la filosofía que inspiraba al Estado Mayor a la hora de elegir una nueva arma de ordenanza.
La Beretta 34 puede considerarse como una verdadera obra maestra de la industria armera si se la considera desde el punto de vista de la relación calidad, precio y prestaciones. A las puertas de la Segunda Guerra Mundial ya se conocía la gran fiabilidad de la Colt 1911, la notable potencia de la Browning High Power y ya se podía imaginar la gran potencialidad de la Walther P38 , pero se trataba de armas que, aunque idóneas para un moderno concepto de guerra, con sus cierres estables eran mucho más complicadas y costosas que la Beretta 34, la cual, a pesar de todo, no tenía nada que envidiar a las otras pistolas por lo que se refiere a la posibilidad de permanecer operativa en cualquier condición de utilización, tanto en el barro como en el hielo o en la arena, como tuvo ocasión de demostrar en el campo de batalla de la Segunda Guerra Mundial. Esto no se puede decir de un arma, en aquel tiempo casi futurista y de potencia similar, como la Walther PP (una de las pistolas rivales de la 34 en los test de evaluación realizados por el ejército), arma excepcional para usos policiales, pero demasiado refinada y no ciertamente ideal en el barro de las trincheras. Las dotes de la Beretta 34 se comprenderán mejor si analizamos brevemente su funcionamiento. Como hemos dicho, el arma no posee dispositivos de cierre del obturador, por lo que el sistema de repetición es de lo más simple. Una vez cargado el primer cartucho, retirando manualmente y soltando la corredera del obturador, el arma esta preparada para disparar.
El gatillo acciona una cadena de disparo de lo más simple y fiable que existe formada por una barra en forma de "T" al revés que, mediante una pequeña plataforma sujeta en el centro mediante un pequeño perno (denominado en los manuales de instrucciones como "plataforma de disparo con dado hexagonal), actua sobre la palanca de disparo liberándola del diente de disparo del martillo, permitiendo de esta forma a éste último (mediante la acción de un muelle que se encuentra dentro de la empuñadura) abatirse contra el percutor. El brazo vertical de la barra de mando es tan largo que sobresale un poco del margen superior de la cacha izquierda, lo suficiente como para entrar en contacto con la corredera colocándose en una cavidad situada justamente bajo la parte granulada de sujeción de los dedos. En la fase de retroceso, cuando la corredera se retira, el brazo vertical encuentra la parte de la corredera que no tiene canalización, de forma que sale de la cavidad bajándose ligeramente y obligando a la barra de mando a colocarse hacia abajo liberándola de la plataforma de disparo realizando la función de desconector, es decir, evitando que el arma dispare a ráfaga. Sólo con la corredera en posición de cierre y no haciendo presión sobre el gatillo, la parte inferior de la plataforma vuelve a encastrarse en el diente de la barra de mando repristinando la cadena cinemática, es decir, permitiendo hacer fuego otra vez. Obviamente, siendo el cierre frágil, durante el retroceso del arma el cañón permanece quieto (cosa que favorece notablemente la precisión en el tiro) mientras la corredera retrocede (empujada por los gases que empujan hacia el fondo del casquillo) extrayendo y expeliendo el casquillo, armando el martillo (de tipo exterior) y comprimiendo el muelle de recuperación alojado debajo del cañón.
Es precisamente este muelle el que hace volver inmediatamente hacia delante el conjunto corredera-obturador desplazándolo a través de la canalización hasta su posición de cierre completo, introduciendo en el cañón un nuevo cartucho. Terminados los cartuchos, la misma base del elevador de los cartuchos impide a la corredera que se cierre, advirtiendo de esta forma que el arma está descargada (un "aviso" criticado por muchos debido a que es tan visible que hasta lo puede ver el enemigo). Antes de analizar lo que podríamos considerar los defectos de la Beretta 34, veamos ahora otros dos puntos de fuerza de esta pistola, apreciada incluso por su forma compacta. En el perno del seguro (que vemos encima del gatillo) actúa el muelle de recuperación a través de la propia asta de guía del muelle. Debido a que dicho perno no es cilíndrico sino que posee dos superficies planas y una semicircular, funciona como si fuera un excéntrico movimiento hacia delante el muelle, el cual hace presión y tiende a hacer disparar el asta de seguridad en una de las dos posiciones en las que la superficie del asta es plana, correspondiente a la posición de seguro o de fuego. En la posición de seguro, el perno bloquea el gatillo, mientras que en la de fuego tiene la ventaja de bloquear el cañón, el cual, en el zócalo que se desliza a través de las guías del castillo, tiene un pequeño rebaje sobre la superficie cilíndrica del perno, impidiendo cualquier movimiento del cañón.
Como se puede ver, pocas piezas para tantas funciones, el máximo resultado con el mínimo esfuerzo, cosa que dice mucho de la genialidad del proyecto y de la fiabilidad del arma, la cual, por otra parte, con frecuencia fue criticada por los soldados que la tenían en dotación, probablemente más que nada por su aire tan poco marcial. En definitiva, a la Beretta 34 se le imputaban cinco defectos: un disparo muy duro, encasquillamientos, cañón "bailarin", cargador difícil de extraer y sistema de seguridad insuficiente. Vayamos por orden. El disparo es efectivamente duro, pero se trata de una opción técnica decisiva para evitar el peligro de disparos accidentales cuando se usa el arma en situación de fuerte stress. No sería difícil hacer más suave el disparo, pero se necesitaría también un muelle menos robusto con la consecuencia de hacer menos precisa la percusión aumentando la posibilidad de fallar el tiro. Llegamos así a los encasquillamientos, casi siempre debidos no al arma, sino a la escasa calidad de conservación que dañaba la sensibilidad de la yesca, tanto que no era raro ver cartuchos que explotaban sólo después de que la yesca había sido recorrida dos o tres veces. Por lo que se refiere al cañón "bailarín", efectivamente, el inconveniente existía, pero sólo en las pistolas que habían sido desmontadas un centenar de veces y de forma brusca; este fenómeno del zócalo del cañón que se deslizan por el castillo son demasiado cortas y si hacen juego producen desviaciones laterales del cañón durante el disparo, inconveniente que se puede eliminar del todo sustituyendo el cañón.
Por lo que se refiere a la dificultad de extraer el cargador hay que decir que, efectivamente, terminados los cartuchos, el grupo corredera-obturador fuerza sobre el suelo del elevador de los cartuchos reclamado por el muelle de recuperación; por tanto, resulta un poco difícil de extraer el cargador y, al sacarlo, el obturador se coloca en posición de cierre de golpe. Se puede obviar el inconveniente girando la palanca del seguro hacía atrás, es decir, colocándola en posición de seguro; en este momento, lo único que queda por hacer es tirar hacia atrás de la corredera hasta que la palanca del seguro la bloquee en posición de apertura completa de forma que no realice ninguna presión sobre el cargador, el cual puede ser extraído en este momento sin gran esfuerzo. Finalmente le toca el turno al sistema de seguridad, juzgado insuficiente por algunos. La Beretta ha sido construida experimentalmente con un seguro en el percutor, sin embargo, en las pruebas los técnicos se convencieron de que era suficiente con la palanca de seguridad que bloquea el gatillo. Es verdad que esta palanca no es una de las soluciones más felices del arma y que sirve más para ser desmontada que para tenerla en posición de seguro preparada para hacer fuego, también debido a que para pasar de "fuego" a "seguro" la palanca necesita una rotación de 180 grados, por lo que se bloquea sin actuar ni sobre el diente de disparo ni sobre el martillo, el cual tiene un taco de seguridad que sirve tan sólo para interceptarlo y detener la carrera en caso de que se deslice el dedo durante el armamento; en efecto, no es nada seguro llevar el arma con el cartucho en el cañón y el martillo a media monta; si se cae el arma se golpea sobre la cresta del martillo, pudiéndose romper el diente de disparo provocando el disparo. Si se quiere llevar la 34 con el cartucho en el cañón, el sistema de seguridad consiste en bajar el martillo sobre el percutor inercial (que no sobresale). Analizados los defectos que generalmente se le atribuyen a la 34, se puede ver cómo se trata tan sólo de "pecados veniales", justificables si consideramos la simplicidad estructural del arma y su robustez a toda prueba, es decir, los verdaderos conceptos inspiradores de un pistola que merece un puesto de primera línea entre las armas de guerra de nuestro siglo.
La Modelo 23 había comenzado a interesar seriamente al ejército italiano, aunque no hasta el pinto de decidirse a adoptarla. Pasada la crisis económica del año 1929, Beretta propuso una versión mejora de su Modelo 23, la Modelo 1931, la cual, con el añadido de un mota de seguridad colocada en el martillo (pedida por los oficiales del ejército que habían efectuado las pruebas de evaluación), se convirtió en el Modelo 1932. Sólo quedaba un pequeño paso para llegar a la versión definitiva, paso que se produjo al abandonar el calibre 9 mm Flisent (que tantos problemas había dado debido a que el cartucho se confundía demasiado fácilmente con el más potente 9 mm Parabellum, con graves daños para las pistolas Flisent Mod. 1910) a favor del 9 mm Corto, cartucho considerado, actualmente, como insuficiente para un arma de guerra, pero que en realidad, en aquél momento era más que suficiente para una pistola militar destinada más que nada a la "defensa" a corta distancia. Por otra parte, la limitada potencia del cartucho calibre 9 Corto permitió a Tullio Marengoni, genial proyectista de la Beretta, realizar un arma simple y robusta caracterizada obviamente por poseer un cañón fijo y un elemental cierre del obturador de masa (cierre endeble) en lugar de los más costosos y complicados cierres geométricos necesarios en caso de utilizar municiones potentes tipo 9 mm. Parabellum. En el fondo, como hemos visto al principio, ésta era la filosofía que inspiraba al Estado Mayor a la hora de elegir una nueva arma de ordenanza.
La Beretta 34 puede considerarse como una verdadera obra maestra de la industria armera si se la considera desde el punto de vista de la relación calidad, precio y prestaciones. A las puertas de la Segunda Guerra Mundial ya se conocía la gran fiabilidad de la Colt 1911, la notable potencia de la Browning High Power y ya se podía imaginar la gran potencialidad de la Walther P38 , pero se trataba de armas que, aunque idóneas para un moderno concepto de guerra, con sus cierres estables eran mucho más complicadas y costosas que la Beretta 34, la cual, a pesar de todo, no tenía nada que envidiar a las otras pistolas por lo que se refiere a la posibilidad de permanecer operativa en cualquier condición de utilización, tanto en el barro como en el hielo o en la arena, como tuvo ocasión de demostrar en el campo de batalla de la Segunda Guerra Mundial. Esto no se puede decir de un arma, en aquel tiempo casi futurista y de potencia similar, como la Walther PP (una de las pistolas rivales de la 34 en los test de evaluación realizados por el ejército), arma excepcional para usos policiales, pero demasiado refinada y no ciertamente ideal en el barro de las trincheras. Las dotes de la Beretta 34 se comprenderán mejor si analizamos brevemente su funcionamiento. Como hemos dicho, el arma no posee dispositivos de cierre del obturador, por lo que el sistema de repetición es de lo más simple. Una vez cargado el primer cartucho, retirando manualmente y soltando la corredera del obturador, el arma esta preparada para disparar.
El gatillo acciona una cadena de disparo de lo más simple y fiable que existe formada por una barra en forma de "T" al revés que, mediante una pequeña plataforma sujeta en el centro mediante un pequeño perno (denominado en los manuales de instrucciones como "plataforma de disparo con dado hexagonal), actua sobre la palanca de disparo liberándola del diente de disparo del martillo, permitiendo de esta forma a éste último (mediante la acción de un muelle que se encuentra dentro de la empuñadura) abatirse contra el percutor. El brazo vertical de la barra de mando es tan largo que sobresale un poco del margen superior de la cacha izquierda, lo suficiente como para entrar en contacto con la corredera colocándose en una cavidad situada justamente bajo la parte granulada de sujeción de los dedos. En la fase de retroceso, cuando la corredera se retira, el brazo vertical encuentra la parte de la corredera que no tiene canalización, de forma que sale de la cavidad bajándose ligeramente y obligando a la barra de mando a colocarse hacia abajo liberándola de la plataforma de disparo realizando la función de desconector, es decir, evitando que el arma dispare a ráfaga. Sólo con la corredera en posición de cierre y no haciendo presión sobre el gatillo, la parte inferior de la plataforma vuelve a encastrarse en el diente de la barra de mando repristinando la cadena cinemática, es decir, permitiendo hacer fuego otra vez. Obviamente, siendo el cierre frágil, durante el retroceso del arma el cañón permanece quieto (cosa que favorece notablemente la precisión en el tiro) mientras la corredera retrocede (empujada por los gases que empujan hacia el fondo del casquillo) extrayendo y expeliendo el casquillo, armando el martillo (de tipo exterior) y comprimiendo el muelle de recuperación alojado debajo del cañón.
Es precisamente este muelle el que hace volver inmediatamente hacia delante el conjunto corredera-obturador desplazándolo a través de la canalización hasta su posición de cierre completo, introduciendo en el cañón un nuevo cartucho. Terminados los cartuchos, la misma base del elevador de los cartuchos impide a la corredera que se cierre, advirtiendo de esta forma que el arma está descargada (un "aviso" criticado por muchos debido a que es tan visible que hasta lo puede ver el enemigo). Antes de analizar lo que podríamos considerar los defectos de la Beretta 34, veamos ahora otros dos puntos de fuerza de esta pistola, apreciada incluso por su forma compacta. En el perno del seguro (que vemos encima del gatillo) actúa el muelle de recuperación a través de la propia asta de guía del muelle. Debido a que dicho perno no es cilíndrico sino que posee dos superficies planas y una semicircular, funciona como si fuera un excéntrico movimiento hacia delante el muelle, el cual hace presión y tiende a hacer disparar el asta de seguridad en una de las dos posiciones en las que la superficie del asta es plana, correspondiente a la posición de seguro o de fuego. En la posición de seguro, el perno bloquea el gatillo, mientras que en la de fuego tiene la ventaja de bloquear el cañón, el cual, en el zócalo que se desliza a través de las guías del castillo, tiene un pequeño rebaje sobre la superficie cilíndrica del perno, impidiendo cualquier movimiento del cañón.
Como se puede ver, pocas piezas para tantas funciones, el máximo resultado con el mínimo esfuerzo, cosa que dice mucho de la genialidad del proyecto y de la fiabilidad del arma, la cual, por otra parte, con frecuencia fue criticada por los soldados que la tenían en dotación, probablemente más que nada por su aire tan poco marcial. En definitiva, a la Beretta 34 se le imputaban cinco defectos: un disparo muy duro, encasquillamientos, cañón "bailarin", cargador difícil de extraer y sistema de seguridad insuficiente. Vayamos por orden. El disparo es efectivamente duro, pero se trata de una opción técnica decisiva para evitar el peligro de disparos accidentales cuando se usa el arma en situación de fuerte stress. No sería difícil hacer más suave el disparo, pero se necesitaría también un muelle menos robusto con la consecuencia de hacer menos precisa la percusión aumentando la posibilidad de fallar el tiro. Llegamos así a los encasquillamientos, casi siempre debidos no al arma, sino a la escasa calidad de conservación que dañaba la sensibilidad de la yesca, tanto que no era raro ver cartuchos que explotaban sólo después de que la yesca había sido recorrida dos o tres veces. Por lo que se refiere al cañón "bailarín", efectivamente, el inconveniente existía, pero sólo en las pistolas que habían sido desmontadas un centenar de veces y de forma brusca; este fenómeno del zócalo del cañón que se deslizan por el castillo son demasiado cortas y si hacen juego producen desviaciones laterales del cañón durante el disparo, inconveniente que se puede eliminar del todo sustituyendo el cañón.
Por lo que se refiere a la dificultad de extraer el cargador hay que decir que, efectivamente, terminados los cartuchos, el grupo corredera-obturador fuerza sobre el suelo del elevador de los cartuchos reclamado por el muelle de recuperación; por tanto, resulta un poco difícil de extraer el cargador y, al sacarlo, el obturador se coloca en posición de cierre de golpe. Se puede obviar el inconveniente girando la palanca del seguro hacía atrás, es decir, colocándola en posición de seguro; en este momento, lo único que queda por hacer es tirar hacia atrás de la corredera hasta que la palanca del seguro la bloquee en posición de apertura completa de forma que no realice ninguna presión sobre el cargador, el cual puede ser extraído en este momento sin gran esfuerzo. Finalmente le toca el turno al sistema de seguridad, juzgado insuficiente por algunos. La Beretta ha sido construida experimentalmente con un seguro en el percutor, sin embargo, en las pruebas los técnicos se convencieron de que era suficiente con la palanca de seguridad que bloquea el gatillo. Es verdad que esta palanca no es una de las soluciones más felices del arma y que sirve más para ser desmontada que para tenerla en posición de seguro preparada para hacer fuego, también debido a que para pasar de "fuego" a "seguro" la palanca necesita una rotación de 180 grados, por lo que se bloquea sin actuar ni sobre el diente de disparo ni sobre el martillo, el cual tiene un taco de seguridad que sirve tan sólo para interceptarlo y detener la carrera en caso de que se deslice el dedo durante el armamento; en efecto, no es nada seguro llevar el arma con el cartucho en el cañón y el martillo a media monta; si se cae el arma se golpea sobre la cresta del martillo, pudiéndose romper el diente de disparo provocando el disparo. Si se quiere llevar la 34 con el cartucho en el cañón, el sistema de seguridad consiste en bajar el martillo sobre el percutor inercial (que no sobresale). Analizados los defectos que generalmente se le atribuyen a la 34, se puede ver cómo se trata tan sólo de "pecados veniales", justificables si consideramos la simplicidad estructural del arma y su robustez a toda prueba, es decir, los verdaderos conceptos inspiradores de un pistola que merece un puesto de primera línea entre las armas de guerra de nuestro siglo.