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Datos principales


Rango

Edad Moderna

Desarrollo


Sebastián de Covarrubias, en el "Tesoro de la lengua castellana" escrito en 1611, expone muy bien la dicotomía de vida entre lo público y lo privado de las mujeres de la corte: "Dama vale la señora que en las ocasiones de los días de fiesta y saraos, dale en público con mucha gallardía y se dexa ver de todos, y esta mesma, fuera de las tales ocasiones, guarda su encerramiento y retraymiento, que ni ve a nadie ni puede ser vista. " El estudio de la corte revela que las distinciones entre público y privado se daban de forma diferente a como las concebimos hoy. En las diversas residencias, el rey y la reina de España, hacían vidas separadas durante la mayor parte del tiempo, rodeados de sus respectivos cortesanos y sirvientes. Ambos séquitos, masculino el del rey y femenino -en su mayor parte- el de la reina, guardaban una severa separación que la arquitectura palaciega tenía que respetar. Las soluciones arquitectónicas fueron diversas, según las circunstancias y cada edificio: dobles patios, segregación por alturas, accesos separados... Esa separación, por otra parte, no podía ser absoluta, pues también había de facilitarse la comunicación cotidiana entre los regios cónyuges, y el acceso a de sus hijos sus personas. Además, era preciso marcar toda una serie de barreras para el acceso a las personas reales. Estas barreras eran las reglas de la entrada, que establecían, según la condición del visitante, hasta qué punto del palacio podía entrar. En todo ello subyacía una comprensión del palacio como un hogar en el que la virtud, la honestidad femenina, la de la reina en primer lugar, pero por extensión también la de todas las mujeres a su servicio- había de ser resguardada a toda costa.

Las "Etiquetas" que gobernaban la vida de la Corte incidían repetidamente en cómo se había de evitar o vigilar la máximo todo contacto externo de las damas. En realidad se trataba de asegurar la reputación intachable de la reina y de reglamentar la acción política informal que tenía lugar en torno a su persona y a sus damas más allegadas. Un ejemplo muy ilustrativo es el cuadro de Las Meninas. La obra de Velázquez es un retrato femenino, pero sólo de forma muy secundaria. Más allá de la escena concreta que se ve, con su obra Velázquez se está dirigiendo fundamentalmente al rey. Inicialmente, parece que se trata de un recuerdo familiar, de un momento de gozo en los atormentados últimos años del Rey Planeta. El hecho de que el cuadro colgase inicialmente en el despacho personal del monarca, y que al siglo siguiente de ser pintado se le denominase La familia de Felipe IV, - pues el nombre actual es del XIX y concede un protagonismo inmerecido a las dos damas de compañía- permiten avalar esta interpretación. Se trata de un brillante ejercicio de glorificación de la pintura y del papel del pintor en la corte. El protagonista y destinatario principal es el rey; el tema femenino, un lucido pretexto. Gráfico Para valorar la actividad artística femenina dentro de la corte hay que tener en cuenta a una pintora que trajo Isabel de Valois a la corte Sofonisba Anguissola. Con una educación asombrosa, incluso para una mujer noble y con una fama ya consolidada como pintora de retratos, Anguissola se insertó en la corte española en una posición dúplice.

En cuanto pintora, contribuyó al desarrollo del retrato de Estado, trabajando a la par de los retratistas reales, como Alonso Sánchez Coello. En realidad, sin embargo, Anguissola no solo era una pintora de cortes, era una aristócrata, una dama de la reina que pintaba extraordinariamente. De hecho, por la correspondencia de Isabel de Valois se sabe que enseñó a la joven reina a dibujar y que ésta desarrolló una verdadera afición, mostrando ciertas dotes para el retrato. Así las artes plásticas llegaron a formar parte de la cultura cortesana moderna y en este caso lo protagonizaron dos mujeres. Anguissola ya tenía por nacimiento y posición todo aquello a lo que Velázquez realmente aspiraba. En una cultura que a duras penas separaba las artes del trajo manual, y por ende de la condición plebeya, Sofonisba Anguissola, en cuanto mujer artista que alcanzó reconocimiento en la Corte, fue la excepción y no la norma.

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