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CAPÍTULO XIV Qué significan en la Escritura Tarsis y Ofir Y si valen conjeturas y sospechas, las mías son que en la Divina Escritura, los vocablos de Ofir y de Tarsis las más veces no significan algún determinado lugar, sino que su significación es general cerca de los hebreos, como en nuestro vulgar el vocablo de Indias es general, porque el uso y lenguaje nuestro nombrando Indias, es significar unas tierras muy apartadas y muy ricas, y muy extrañas de las nuestras. Y así los españoles igualmente llamamos Indias al Pirú y a México, y a la China y a Malaca y al Brasil; y de cualquier parte de estas que vengan cartas, decimos que son cartas de las Indias, siendo las dichas tierras y reinos de inmensa distancia y diversidad entre sí, aunque tampoco se puede negar que el nombre de Indias se tomó de la India Oriental, y porque cerca de los antiguos esa India se celebraba por tierra remotísima. De ahí vino que esta otra tierra tan remota, cuando se descubrió, la llamaron también India, por ser tan apartada como tenida por el cabo del mundo, y así llaman indios a los que moran en el cabo del mundo. Al mismo modo me parece a mí que Tarsis, en las Divinas Letras, lo más común no significa lugar ni parte determinada, sino unas regiones muy remotas y al parecer de las gentes, muy extrañas y ricas. Porque lo que Josefo y algunos quieren decir, que Tarsis y Tarso es lo mismo en la Escritura, paréceme que con razón lo reprueba San Jerónimo, no sólo porque se escriben con diversas letras los dos dichos vocablos, teniendo uno aspiración y otro no, sino también porque muy muchas cosas que se escriben de Tarsis, no pueden cuadrar a Tarso, ciudad de Cilicia.

Bien es verdad que en alguna parte se insinúa en la Escritura, que Tarsis cae en Cilicia, pues se escribe así de Holofernes en el libro de Judith: "Y como pasase los términos de los asirios, llegó a los grandes montes Ange (que por ventura es el Tauro) los cuales montes caen a la siniestra de Cilicia, y entró en todos sus castillos, y se apoderó de todas sus fuerzas, y quebrantó aquella ciudad tan nombrada Melithi, y despojó a todos los hijos de Tarsis y a los de Ismael, que estaban frontero del desierto, y los que estaban al Mediodía hacia tierra de Cellón, y pasó al Éufrates, etc.". Mas como lo he dicho, pocas veces cuadra a la ciudad de Tarso lo que dice de Tarsis. Theodorito y otros, siguiendo la interpretación de Los Setenta, en algunas partes ponen a Tarsis en África, y quieren decir que es la misma que fue antiguamente Cartago y agora Reino de Túnez. Y dice que allá pensó hacer su camino Jonás, cuando la Escritura refiere que quiso huir del Señor a Tarsis. Otros quieren decir que Tarsis es cierta región de la India, como parece sentir San Jerónimo. No contradigo yo por agora a estas opiniones, pero afírmome en que no significa siempre una determinada región o parte del mundo. Los Magos, que vinieron a adorar a Cristo, cierto es que fueron de Oriente, y también se colige de la Escritura, que eran de Sabá y de Epha y de Madián, y hombres doctos sienten que eran de Etiopía, y de Arabia y de Persia. Y de estos canta el Salmo y la Iglesia: "los reyes de Tarsis traerán presentes".

Concedamos pues, con San Jerónimo, que Tarsis es vocablo de muchos significados en la Escritura, y que unas veces se entiende por la piedra crisolito o jacinto, otras alguna cierta región de la India, otras la mar que tiene el color de jacinto cuando reverbera el sol. Pero con mucha razón, el mismo santo doctor niega que fuese región de la India el Tarsis, donde Jonás huía, pues saliendo de Jope era imposible navegar a la India por aquel mar; porque Jope, que hoy se llama Jafa, no es puerto del mar Bermejo, que se junta con el mar Oriental Índico, sino del mar Mediterráneo, que no sale a aquel mar Índico. De donde se colige clarísimamente, que la navegación que hacía la flota de Salomón de Asiongaber (donde se perdieron las naos del rey Josafat) iba por mar Bermejo a Ofir y a Tarsis, que lo uno y lo otro afirma expresamente la Escritura, fue muy diferente de la que Jonás pretendió hacer a Tarsis; pues es Asiongaber puerto de una ciudad de Idumea, puesta en el estrecho que se hace donde el mar Bermejo se junta con el gran Océano. De aquel Ofir y de aquel Tarsis (sea lo que mandaren) traían a Salomón oro y plata y marfil, y monos y pavos, con navegación de tres años muy prolija. Todo lo cual sin duda era de la India Oriental, que abunda de todas esas cosas, como Plinio largamente lo enseña y nuestros tiempos lo prueban asaz. De este nuestro Pirú no pudo llevarse marfil, no habiendo acá memoria de elefantes; oro y plata y monos muy graciosos bien pudieran llevarse. Pero en fin, mi parecer es que por Tarsis se entiende en la Escritura, comúnmente, o el mar grande o regiones apartadisísimas y muy extrañas. Y así me doy a entender que las profecías que hablan de Tarsis, pues el espíritu de profecía lo alcanza todo, se pueden bien acomodar muchas veces a las cosas del Nuevo Orbe.

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