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Datos principales
Desarrollo
De los pueblos de indios que hay saliendo de los aposentos de Tumebamba hasta llegar al paraje de la ciudad de Loja, y de la fundación desta ciudad Saliendo de Tumebamba por el gran camino hacia la ciudad del Cuzco, se va por toda la provincia de los Cañares hasta llegar a Cañaribamba y a otros aposentos que están más adelante. Por una parte y por otra se ven pueblos desta misma provincia y una montaña que está a la parte de oriente, la vertiente de la cual es poblada y discurre hacia el río del Marañón. Estando fuera de los términos destos indios cañares se llega a la provincia de los Paltas, en la cual hay unos aposentos que se nombran en este tiempo de las Piedras, porque allí se vieron muchas y muy primas, que los reyes ingas en el tiempo de su reinado habían mandado a sus mayordomos o delegados, por tener por importante esta provincia de los Paltas, se hiciesen estos tambos, los cuales fueron grandes y galanos, y labrada política y muy primamente la cantería con que estaban hechos, y asentados en el nacimiento del río de Tumbez, y junto a ellos muchos depósitos ordinarios, donde echaban los tributos y contribuciones que los naturales eran obligados a dar a su rey y señor, y a sus gobernadores en su nombre. Hacia el poniente destos aposentos está la ciudad de Puerto Viejo; al oriente están las provincias de los braca moros, en las cuales hay grandes regiones y muchos ríos, y algunos muy crecidos y poderosos. Y se tiene grande esperanza que andando veinte o treinta jornadas hallarán tierra fértil y muy rica; y hay grandes montañas, y algunas muy espantables y temerosas.
Los indios andan desnudos, y no son de tanta razón como los del Perú, ni fueron subjetados por los reyes ingas, ni tienen la policía que éstos, ni en sus juntas se guarda orden ni la tuvieron mas que en los indios subjetos a la ciudad de Antiocha y a la villa de Arma, y a los más de la gobernación de Popayán; porque estos que están en estas provincias de los bracamoros los imitan en las más de las costumbres y en tener casi unos mismos afetos naturales como ellos; afirman que son muy valientes y guerreros. Y aun los mismos orejones del Cuzco confiesan que Guaynacapa volvió huyendo de la furia dellos. El capitán Pedro de Vergara anduvo algunos años descubriendo y conquistando en aquella región, y pobló en cierta parte della. Y con las alteraciones que hubo en el Perú no se acabó de hacer enteramente el descubrimiento; antes salieron por dos o tres veces los españoles que en él andaban para seguir las guerras civiles. Después el presidente Pedro de la Gasca tornó a enviar a este descubrimiento al capitán Diego Palomino, vecino de la ciudad de San Miguel. Y aun estando yo en la ciudad de los Reyes vinieron ciertos conquistadores a dar cuenta al dicho presidente y oidores de lo que por ellos había sido hecho. Como es muy curioso el doctor Bravo de Saravia, oidor de aquella real audiencia, le estaban dando cuenta en particular de lo que habían descubierto. Y verdaderamente, metiendo por aquella parte buena copia de gente, el capitán que descubriere al occidente dará en próspera tierra y muy rica, a lo que yo alcancé, por la gran noticia que tengo dello.
Y no embargante que a mí me conste haber poblado el capitán Diego Palomino, por no saber la certidumbre de aquella población ni los nombres de los pueblos, dejaré de decir lo que de las demás se cuenta, aunque basta lo apuntado para que se entienda lo que puede ser. De la provincia de los Cañares a la ciudad de Loja (que es la que también nombran la Zarza) ponen diez y siete leguas; el camino, todo fragoso y con algunos cenagales. Está entremedias la población de los Paltas, como tengo dicho. Luego que parten del aposento de las Piedras comienza una montaña no muy grande, aunque muy fría, que dura poco más de diez leguas, al fin de la cual está otro aposento, que tiene por nombre Tamboblanco, de donde el camino real va a dar al río llamado Catamayo. A la mano diestra, cerca deste mismo río, está asentada la ciudad de Loja, la cual fundó el capitán Alonso de Mercadillo en nombre de su majestad, año del Señor de 1546 años. A una parte y a otra de donde está fundada esta ciudad de Loja hay muchas y muy grandes poblaciones, y los naturales dellas casi guardan y tienen las mismas costumbres que usan sus comarcanos; y para ser conocidos tienen sus llantos o ligaduras en las cabezas. Usaban de sacrificios como los demás, adorando por dios al sol y a otras cosas más comunes; cuanto al Hacedor de todo lo criado, tenían lo que he dicho tener otros; y en lo que toca a la inmortalidad del ánima, todos entienden que en lo interior del hombre hay más que cuerpo mortal.
Muertos los principales, engañados por el demonio como los demás destos indios, los ponen en sepulturas grandes, acompañados de mujeres vivas y de sus cosas preciadas. Y aun hasta los indios pobres tuvieron gran diligencia en adornar sus sepulturas; pero ya, como algunos entiendan lo poco que aprovecha usar de sus vanidades antiguas, no consienten matar mujeres para echar con los que mueren en ellas, ni derraman sangre humana, ni son tan curiosos en esto de las sepulturas; antes, riéndose de los que lo hacen, aborrecen lo que primero sus mayores tuvieron en tanto; de donde ha venido que, no tan solamente no curan de gastar el tiempo en hacer estos solenes sepulcros, mas antes, sintiéndose vecinos a la muerte, mandan que los entierren, como a los cristianos, en sepulturas pobres y pequeñas; esto guardan agora los que, lavados con la santísima agua del baptismo, merecen llamarse siervos de Dios y ser tenidos por ovejas de su pasto; muchos millares de indios viejos hay que son tan malos agora como lo fueron antes, y la serán hasta que Dios, por su bondad y misericordia, los traiga a verdadero conocimiento de su ley; y éstos, en lugares ocultos y desviados de las poblaciones y caminos que los cristianos usan y andan, y en altos cerros o entre algunas rocas de nieves, mandan poner sus cuerpos envueltos en cosas ricas y mantas grandes pintadas, con todo el oro que poseyeron; y estando sus ánimas en las tinieblas, los lloran muchos días, consintiendo los que dello tienen cargo que se maten algunas mujeres, para que vayan a les tener compañía, con muchas cosas de comer y beber.
Toda la mayor parte de los pueblos subjetos a esta ciudad fueron señoreados por los ingas, señores antiguos del Perú, los cuales (como en muchas partes desta historia tengo dicho) tuvieron su asiento y corte en el Cuzco, ciudad ilustrada por ellos y que siempre fue cabeza de todas las provincias, y no embargante que muchos destos naturales fuesen de poca razón, mediante la comunicación que tuvieron con ellos se apartaron de muchas cosas que tenían de rústicos y se llegaron a alguna más policía. El temple destas provincias es bueno y sano; en los valles y riberas de ríos es más templado que en la serranía; lo poblado de las sierras es también buena tierra, más fría que caliente, aunque los desiertos y montañas y rocas nevadas lo son en extremo. Hay muchos guanacos y vicunias, que son de la forma de sus ovejas, y muchas perdices, unas poco menores que gallinas y otras mayores que tórtolas. En los valles y llanadas de riberas de ríos hay grandes florestas y muchas arboledas de frutas de las de la tierra, y los españoles en este tiempo ya han plantado algunas parras y higueras, naranjos y otros árboles de los de España. Críanse en los términos desta ciudad de Loja muchas manadas de puercos de la casta de los de España, y grandes hatos de cabras y otros ganados, porque tienen buenos pastos y muchas aguas de los ríos que por todas partes corren, los cuales abajan de las sierras, y son las aguas dellos muy delgadas; tiénese esperanza de haber en los términos desta ciudad ricas minas de plata y de oro, y en este tiempo se han ya descubierto en algunas partes; y los indios, como ya están seguros de los combates de la guerra, y con la paz sean señores de sus personas y haciendas, crían muchas gallinas de las de España, y capones, palomas y otras cosas de las que han podido haber.
Legumbres se crían bien en esta nueva ciudad y en sus términos. Los naturales de las provincias subjetas a ella son de mediano cuerpo y otros no; todos andan vestidos con sus camisetas y mantas, y sus mujeres lo mismo. Adelante de la montaña, en lo interior della, afirman los naturales haber gran poblado y algunos ríos grandes, y la gente, rica de oro, no embargante que andan desnudos ellos y sus mujeres, porque la tierra debe ser más cálida que la del Perú y porque los ingas no lo señorearon. El capitán Alonso de Mercadillo, con copia de españoles, salió en este año de 1550 a ver esta noticia, que se tiene por grande. El sitio de la ciudad es el mejor y más conveniente que se le pudo dar para estar en comarca de la provincia. Los repartimientos de indios que tienen los vecinos della los tenían primero por encomienda los que lo eran de Quito y San Miguel; y porque los españoles que caminaban por el camino real para ir al Quito y a otras partes corrían el riesgo de los indios de Carrochamba y de Chaparra, se fundó esta ciudad, como ya está dicho; la cual, no embargante que la mandó poblar Gonzalo Pizarro , en tiempo que andaba envuelto en su rebelión, el presidente Pedro de la Gasca, mirando que al servicio de su majestad convenía que la ciudad ya dicha no se despoblase, aprobó su fundación, confirmando la encomienda a los que estaban señalados por vecinos, y a los que, después de justiciado Gonzalo Pizarro, él dio indios. Y pareciéndome que basta lo ya contado desta ciudad, pasando adelante, trataré de las demás del reino.
Los indios andan desnudos, y no son de tanta razón como los del Perú, ni fueron subjetados por los reyes ingas, ni tienen la policía que éstos, ni en sus juntas se guarda orden ni la tuvieron mas que en los indios subjetos a la ciudad de Antiocha y a la villa de Arma, y a los más de la gobernación de Popayán; porque estos que están en estas provincias de los bracamoros los imitan en las más de las costumbres y en tener casi unos mismos afetos naturales como ellos; afirman que son muy valientes y guerreros. Y aun los mismos orejones del Cuzco confiesan que Guaynacapa volvió huyendo de la furia dellos. El capitán Pedro de Vergara anduvo algunos años descubriendo y conquistando en aquella región, y pobló en cierta parte della. Y con las alteraciones que hubo en el Perú no se acabó de hacer enteramente el descubrimiento; antes salieron por dos o tres veces los españoles que en él andaban para seguir las guerras civiles. Después el presidente Pedro de la Gasca tornó a enviar a este descubrimiento al capitán Diego Palomino, vecino de la ciudad de San Miguel. Y aun estando yo en la ciudad de los Reyes vinieron ciertos conquistadores a dar cuenta al dicho presidente y oidores de lo que por ellos había sido hecho. Como es muy curioso el doctor Bravo de Saravia, oidor de aquella real audiencia, le estaban dando cuenta en particular de lo que habían descubierto. Y verdaderamente, metiendo por aquella parte buena copia de gente, el capitán que descubriere al occidente dará en próspera tierra y muy rica, a lo que yo alcancé, por la gran noticia que tengo dello.
Y no embargante que a mí me conste haber poblado el capitán Diego Palomino, por no saber la certidumbre de aquella población ni los nombres de los pueblos, dejaré de decir lo que de las demás se cuenta, aunque basta lo apuntado para que se entienda lo que puede ser. De la provincia de los Cañares a la ciudad de Loja (que es la que también nombran la Zarza) ponen diez y siete leguas; el camino, todo fragoso y con algunos cenagales. Está entremedias la población de los Paltas, como tengo dicho. Luego que parten del aposento de las Piedras comienza una montaña no muy grande, aunque muy fría, que dura poco más de diez leguas, al fin de la cual está otro aposento, que tiene por nombre Tamboblanco, de donde el camino real va a dar al río llamado Catamayo. A la mano diestra, cerca deste mismo río, está asentada la ciudad de Loja, la cual fundó el capitán Alonso de Mercadillo en nombre de su majestad, año del Señor de 1546 años. A una parte y a otra de donde está fundada esta ciudad de Loja hay muchas y muy grandes poblaciones, y los naturales dellas casi guardan y tienen las mismas costumbres que usan sus comarcanos; y para ser conocidos tienen sus llantos o ligaduras en las cabezas. Usaban de sacrificios como los demás, adorando por dios al sol y a otras cosas más comunes; cuanto al Hacedor de todo lo criado, tenían lo que he dicho tener otros; y en lo que toca a la inmortalidad del ánima, todos entienden que en lo interior del hombre hay más que cuerpo mortal.
Muertos los principales, engañados por el demonio como los demás destos indios, los ponen en sepulturas grandes, acompañados de mujeres vivas y de sus cosas preciadas. Y aun hasta los indios pobres tuvieron gran diligencia en adornar sus sepulturas; pero ya, como algunos entiendan lo poco que aprovecha usar de sus vanidades antiguas, no consienten matar mujeres para echar con los que mueren en ellas, ni derraman sangre humana, ni son tan curiosos en esto de las sepulturas; antes, riéndose de los que lo hacen, aborrecen lo que primero sus mayores tuvieron en tanto; de donde ha venido que, no tan solamente no curan de gastar el tiempo en hacer estos solenes sepulcros, mas antes, sintiéndose vecinos a la muerte, mandan que los entierren, como a los cristianos, en sepulturas pobres y pequeñas; esto guardan agora los que, lavados con la santísima agua del baptismo, merecen llamarse siervos de Dios y ser tenidos por ovejas de su pasto; muchos millares de indios viejos hay que son tan malos agora como lo fueron antes, y la serán hasta que Dios, por su bondad y misericordia, los traiga a verdadero conocimiento de su ley; y éstos, en lugares ocultos y desviados de las poblaciones y caminos que los cristianos usan y andan, y en altos cerros o entre algunas rocas de nieves, mandan poner sus cuerpos envueltos en cosas ricas y mantas grandes pintadas, con todo el oro que poseyeron; y estando sus ánimas en las tinieblas, los lloran muchos días, consintiendo los que dello tienen cargo que se maten algunas mujeres, para que vayan a les tener compañía, con muchas cosas de comer y beber.
Toda la mayor parte de los pueblos subjetos a esta ciudad fueron señoreados por los ingas, señores antiguos del Perú, los cuales (como en muchas partes desta historia tengo dicho) tuvieron su asiento y corte en el Cuzco, ciudad ilustrada por ellos y que siempre fue cabeza de todas las provincias, y no embargante que muchos destos naturales fuesen de poca razón, mediante la comunicación que tuvieron con ellos se apartaron de muchas cosas que tenían de rústicos y se llegaron a alguna más policía. El temple destas provincias es bueno y sano; en los valles y riberas de ríos es más templado que en la serranía; lo poblado de las sierras es también buena tierra, más fría que caliente, aunque los desiertos y montañas y rocas nevadas lo son en extremo. Hay muchos guanacos y vicunias, que son de la forma de sus ovejas, y muchas perdices, unas poco menores que gallinas y otras mayores que tórtolas. En los valles y llanadas de riberas de ríos hay grandes florestas y muchas arboledas de frutas de las de la tierra, y los españoles en este tiempo ya han plantado algunas parras y higueras, naranjos y otros árboles de los de España. Críanse en los términos desta ciudad de Loja muchas manadas de puercos de la casta de los de España, y grandes hatos de cabras y otros ganados, porque tienen buenos pastos y muchas aguas de los ríos que por todas partes corren, los cuales abajan de las sierras, y son las aguas dellos muy delgadas; tiénese esperanza de haber en los términos desta ciudad ricas minas de plata y de oro, y en este tiempo se han ya descubierto en algunas partes; y los indios, como ya están seguros de los combates de la guerra, y con la paz sean señores de sus personas y haciendas, crían muchas gallinas de las de España, y capones, palomas y otras cosas de las que han podido haber.
Legumbres se crían bien en esta nueva ciudad y en sus términos. Los naturales de las provincias subjetas a ella son de mediano cuerpo y otros no; todos andan vestidos con sus camisetas y mantas, y sus mujeres lo mismo. Adelante de la montaña, en lo interior della, afirman los naturales haber gran poblado y algunos ríos grandes, y la gente, rica de oro, no embargante que andan desnudos ellos y sus mujeres, porque la tierra debe ser más cálida que la del Perú y porque los ingas no lo señorearon. El capitán Alonso de Mercadillo, con copia de españoles, salió en este año de 1550 a ver esta noticia, que se tiene por grande. El sitio de la ciudad es el mejor y más conveniente que se le pudo dar para estar en comarca de la provincia. Los repartimientos de indios que tienen los vecinos della los tenían primero por encomienda los que lo eran de Quito y San Miguel; y porque los españoles que caminaban por el camino real para ir al Quito y a otras partes corrían el riesgo de los indios de Carrochamba y de Chaparra, se fundó esta ciudad, como ya está dicho; la cual, no embargante que la mandó poblar Gonzalo Pizarro , en tiempo que andaba envuelto en su rebelión, el presidente Pedro de la Gasca, mirando que al servicio de su majestad convenía que la ciudad ya dicha no se despoblase, aprobó su fundación, confirmando la encomienda a los que estaban señalados por vecinos, y a los que, después de justiciado Gonzalo Pizarro, él dio indios. Y pareciéndome que basta lo ya contado desta ciudad, pasando adelante, trataré de las demás del reino.