La catedral de León durante los siglos XVII y XVIII
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Datos principales
Rango
Arte Español Medieval
Desarrollo
Los siglos XVII y XVIII son tiempos de crisis para la sede leonesa. A la fatiga del terreno y de la cimentación, que venía provocando desde el siglo XV un serio deterioro en la neutralización de los empujes meridionales del edificio, deben sumarse las desafortunadas medidas constructivas que se ejecutaron durante este período. En el marco de este paulatino deterioro debe insertarse la ruina de la bóveda de nervios correspondiente al crucero en el año 1631. Tres años después Juan de Naveda reparó el derrumbe con la construcción de una cúpula cuya linterna se cerraría en 1651, sin reparar en los diferentes conceptos mecánicos que la solución comportaba. En efecto, la bóveda de crucería deriva su propio peso hacia los soportes y, a su vez, neutraliza las fuerzas residuales mediante la recirculación. La cúpula carece de esta propiedad mecánica y, al mismo tiempo, multiplica el peso sobre los soportes preparados para otro concepto constructivo, en la medida en que es un elemento arquitectónico más complejo, con un comportamiento físico distinto. A partir de este momento la ruina se precipita. En los primeros años del siglo XVII Joaquín de Churriguera arregla la aguja de la torre Norte, destruida en parte por un rayo, y el arquitecto Pantaleón del Pontón, al tratar de arreglar la cúpula, introduce más peso con lo que el muro Sur se resiente y las grietas que ya se habían detectado a forales del siglo XVI adquieren un carácter alarmante. A partir de este momento son varios los arquitectos que intervienen en la restauración; destaca la presencia de Giacomo Pavía que en 1745 no encuentra la respuesta arquitectónica adecuada al debilitamiento de las estructuras constructivas y acude a soluciones propias de la arquitectura efímera. Tras los graves efectos del terremoto de Lisboa en 1755, no se encuentra otra medida terapéutica más que el desmontar las estructuras afectadas.