El obispado de Martín Fernández
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Datos principales
Rango
Arte Español Medieval
Desarrollo
En agosto de 1254 el papa Inocencio IV nombró obispo de León a Martín Fernández; el arcediano de Saldaña, notario del rey Fernando III y considerado por Alfonso X como "mío criado", accedió a la silla episcopal en uno de los momentos en los que la economía de la diócesis de León estaba maltrecha. Pero fue durante su largo episcopado cuando se produjo la lenta salida de la crisis y, al mismo tiempo, cuando la documentación aporta un relativo y mayor número de datos sobre la construcción de la catedral. Estos hechos indujeron a los historiadores del arte a concluir que durante su obispado se realizó la catedral de León . La actividad de Martín Fernández, uno de los grandes obispos reformadores del siglo XIII, se dirigió hacia distintos frentes. En el plano político y económico, se benefició de la decisión del papa Alejandro IV y del rey Alfonso X por la que se cancelaron deudas y desviaron parte de los impuestos hacia la diócesis de León, obtuvo por medio de sus procuradores en Roma un conjunto de créditos y consiguió de los obispos congregados en Madrid en el año 1258 y en Lyon en 1274 la concesión de indulgencias a cambio de donativos para la construcción de la catedral. En el plano religioso, dictó una serie de normas, apoyadas en las conclusiones de los sínodos de 1267 y 1288, dirigidas al buen gobierno espiritual y económico del cabildo. En el año 1258 el obispo dotaba dos capellanías en las capillas de Santiago y San Clemente, con los 500 maravedíes anuales dados por Alfonso X para la salvación de su alma; éstas se establecieron en la cabecera de la nueva fábrica de la iglesia.
En 1260, en un tiempo sorprendentemente corto para unas obras que, se supone, habían comenzado cinco años antes, en el marco del confuso panorama con que inició Martín Fernández su episcopado, en el que sobresalían problemas económicos y personales, consta que la capilla mayor ya estaba dedicada al culto. Sobre la personalidad del arquitecto en las fases tempranas de la construcción, tan sólo se puede adelantar el nombre de maestre Simón que, en febrero de 1261, es testigo de una litigación como "operis eiusdem (legionensis) ecclesie magister". Durante el último tercio del siglo, las catedrales de Burgos y León compartieron magisterio con las intervenciones de Enrique (+1277), arquitecto de posible origen francés cuya obra se centraría en la conclusión del buque y en la definición de las portadas occidental y meridional, y Juan Pérez (+ 1296) que extiende sus trabajos hacia el claustro. La protección real fue constante; Alfonso X , en 1277, y Sancho IV , en 1284, "protegieron la construcción de nuestra obra de Santa María de Regla con la exención de todo pecho e pedido a veinte pedreros, un vidriero y un herrero, mientras labrasen en la obra de la iglesia...". Cuatro años más tarde, el 28 de diciembre de 1288, el obispo firmó su testamento, de cuya lectura se infiere que la cabecera y algunas capillas están abiertas al público. En 1290, ya en el episcopado de Fernando (1289-1301), el rey Sancho IV deja libertad de decisión a los promotores de la obra para que apliquen la exención de impuestos hacia aquellos oficiales que mejor le fuere a la construcción. En 1301, el obispo Gonzalo Osorio Villalobos (1301-1313) considera que las obras estaban encauzadas y revierte al cabildo las tercias por Saldaña que se habían desviado hacia la construcción de la catedral; un año después, en un contrato de venta, afirma: "La obra ya está hecha gracias a Dios".
En 1260, en un tiempo sorprendentemente corto para unas obras que, se supone, habían comenzado cinco años antes, en el marco del confuso panorama con que inició Martín Fernández su episcopado, en el que sobresalían problemas económicos y personales, consta que la capilla mayor ya estaba dedicada al culto. Sobre la personalidad del arquitecto en las fases tempranas de la construcción, tan sólo se puede adelantar el nombre de maestre Simón que, en febrero de 1261, es testigo de una litigación como "operis eiusdem (legionensis) ecclesie magister". Durante el último tercio del siglo, las catedrales de Burgos y León compartieron magisterio con las intervenciones de Enrique (+1277), arquitecto de posible origen francés cuya obra se centraría en la conclusión del buque y en la definición de las portadas occidental y meridional, y Juan Pérez (+ 1296) que extiende sus trabajos hacia el claustro. La protección real fue constante; Alfonso X , en 1277, y Sancho IV , en 1284, "protegieron la construcción de nuestra obra de Santa María de Regla con la exención de todo pecho e pedido a veinte pedreros, un vidriero y un herrero, mientras labrasen en la obra de la iglesia...". Cuatro años más tarde, el 28 de diciembre de 1288, el obispo firmó su testamento, de cuya lectura se infiere que la cabecera y algunas capillas están abiertas al público. En 1290, ya en el episcopado de Fernando (1289-1301), el rey Sancho IV deja libertad de decisión a los promotores de la obra para que apliquen la exención de impuestos hacia aquellos oficiales que mejor le fuere a la construcción. En 1301, el obispo Gonzalo Osorio Villalobos (1301-1313) considera que las obras estaban encauzadas y revierte al cabildo las tercias por Saldaña que se habían desviado hacia la construcción de la catedral; un año después, en un contrato de venta, afirma: "La obra ya está hecha gracias a Dios".