Artes decorativas de la dinastía Qing
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Datos principales
Rango
China3
Desarrollo
La distinta apreciación que hacemos en Occidente, respecto a Oriente, de las artes al dividirlas en mayores (arquitectura , escultura y pintura y en menores (cerámica, laca, jada, indumentaria, mobiliarios...), no puede ser de aplicación en el caso chino por no ajustarse a su realidad. Junto a las grandes artes, tales como la pintura, caligrafía, poesía y porcelana, las artes aplicadas encuentran en su concepción un lazo más próximo. No son clasificadas como oficios artísticos, y sus artistas como meros artesanos, sino que han sido especialmente distinguidas y apreciadas. Los objetos creados en laca, jade, marfil, madera, cuerno de rinoceronte o seda, además de su función utilitaria, tuvieron un fuerte componente estético. La belleza y la utilidad por tanto no constituían conceptos disociados, sino que unidos reflejaban una manera de entender la vida y su entorno cotidiano. Ya hemos visto cómo la cerámica y la porcelana permiten un estudio exhaustivo junto a la pintura o la caligrafía. De ellas se aprecian las cualidades de su material: el brillo, la transparencia, la sonoridad, el color, junto a su diseño decorativo adecuado para cada tipo de función. Otros materiales, como el jade o la laca, de más costosa fabricación bien por la carestía del material, en el caso del jade, bien por su complicado proceso de elaboración, la laca, fueron perdiendo su primitiva asociación al ritual y la ceremonia, para convertirse en soportes decorativos de bellas composiciones acorde al gusto de los tiempos.
El jade, material ligado a los orígenes de la historia y el arte chinos, continuó manteniendo su carácter excepcional sobre otros materiales. Bajo el término genérico de jade se incluye una gran variedad de piedras duras, siendo la más apreciada la nefrita, el verdadero jade. Las cualidades intrínsecas del material, táctiles y visuales, se asocian desde la antigüedad con el coraje, la compasión, la elocuencia, la justicia y el equilibrio. Su término chino, yu, es sinónimo de la máxima belleza y pureza espiritual. Tan fuertes simbolismos permitieron que las piezas en jade se utilizaran únicamente en ceremonias o para el uso del emperador. Sin embargo, el paso de los años propició un absoluto cambio de significado, descontextualizándolo de su uso ritual, siendo apreciado por sus múltiples virtudes. A fines del siglo XV fue tal su demanda, que empezó a ser importado de Asia Central y, más tarde, de Birmania. Sin embargo, la piedra birmana no puede considerarse como verdadero jade, a pesar de sus similitudes, puesto que no es más que una jadeíta. Durante la dinastía Ming las piezas en jade fueron de pequeño tamaño, siendo las más apreciadas las de colores blancos. Al igual que se había hecho desde sus orígenes, el jade no se tallaba ni se esculpía, puesto que la única técnica que permite, por su dureza, es la de abrasión, utilizando hasta épocas muy recientes, cuarzo como abrasivo y agua como medio. Kangxi, y muy especialmente Quianlong, mantuvieron en la corte Qing talleres de jade, realizando objetos sorprendentes más por la maestría técnica que reflejan que por la concepción estética.
A partir de la dinastía Yuan , se recupera la tradición del trabajo de la laca, con una fuerza innovadora sorprendente, que hace difícil establecer conexiones o pautas de desarrollo que justifiquen, tanto desde el punto de vista técnico como decorativo y formal, las excelentes piezas Yuan. Como base utilizaron tanto la madera, como el metal, la cerámica o la tela. El proceso es lento, pues primero hay que aplicar a la base las diferentes capas de laca, ya que no será hasta la última de ellas cuando se aplique la decoración. Esta puede ser pintada, esculpida o grabada, e incluso es susceptible de recibir una decoración en oro y plata, tal y como se observa en numerosos ejemplos de las dinastías Ming y Qing. Durante la dinastía Ming sobresalen las pequeñas cajas destinadas a diversos usos, en las que alternan colores -amarillo, rojo y negro- que enriquecen cromáticamente las escenas de paisajes o los temas florales. Una vez más, como ocurre en la decoración sobre porcelana , las asociaciones de flores y estaciones o melancólicos paisajes recorren la superficie de estas hermosas piezas. Incluso en muchas de ellas se pueden observar marcas de reinado, o nombres de maestros lacadores. A partir del siglo XVII, bajo la dinastía Qing, se conoce la existencia de treinta talleres de laca en la Ciudad Prohibida, que continuaron la corriente decorativa que impregnó las artes durante la última dinastía. La laca no sólo se aplicó sobre piezas de tamaño pequeño, sino que engalanó todo tipo de mobiliario: sillas, tronos, mesas, paneles decorativos y por supuesto los grandes biombos que tanta resonancia tuvieron en el mundo occidental, muy especialmente los denominados Coromandel.
Dicho término engloba las técnicas de laca esculpida y pintada, aplicadas sobre grandes paneles, serrados en sentido vertical y ajustados con clavijas de madera. La decoración de estos biombos recorría toda la superficie, ya fuera a base de escenas de paisajes, personajes o la tradicional combinación de flores y pájaros. En realidad, el término Coromandel, utilizado en Europa para las piezas de exportación en los siglos XVII y XVIII, deriva del puerto exportador del mismo nombre de la costa oriental de la India. Pero no sólo el mobiliario se limitaba a las piezas realizadas en laca, sino que, a partir de la dinastía Ming, se conoce una gran variedad tipológica y material. En muchos casos las pinturas de la época constituyen las únicas fuentes para su conocimiento; en otros casos, tratados como el "Ge Gu Lao Yun" (Criterio esencial para las antigüedades) nos hablan de formas y tipos. Los muebles mantuvieron siempre un diseño simple y tradicional, buscando las perfectas proporciones en su estructura y la elección de maderas aromáticas y de alta calidad, susceptibles de adquirir una perfecta superficie pulimentada. Junto a la belleza de las formas, en el mobiliario chino hay que admirar un perfecto dominio de la técnica de ensamblaje, puesto que no utilizaron ningún elemento, a excepción de la madera, que uniera las diferentes partes de los muebles. Esto permitió y permite que un mueble antiguo pueda, si así lo requiere, ser desmontado y montado sin sufrir daño alguno.
Sin duda, los muebles de mejor calidad corresponden a los destinados a la clientela aristocrática de las dinastías Ming y Qing. Entre ellos, se distinguen aquellos que estaban destinados para su uso en el exterior de la vivienda, de los utilizados en su interior, de mayor riqueza ornamental. Sillas, mesas bajas, armarios, sillones, paneles, camas, escritorios, son los más conocidos, siendo siempre muy problemática su atribución a uno u otro período, dada la continuidad estilística y técnica que mantuvieron. Sólo aquellos realizados en los siglos XVIII y XIX se identifican más rápidamente, unos por el gusto ornamental de la época y otros por la influencia que muestran de las modas y gustos occidentales. El esmalte es otra de las artes aplicadas que adquirieron un gran desarrollo a partir de la dinastía Yuan. La técnica del esmalte tabicado o cloisonné se conocía, tanto en China como en Japón, desde el siglo VIII, pero se utilizaba muy poco. No hay que olvidar que el colorido y la exuberancia decorativa propia del esmalte no encontró aceptación hasta la dinastía Yuan, que marca en China un importante cambio del gusto. Fueron precisamente los mogoles de esta dinastía quienes reintrodujeron esta técnica procedente del mundo persa, siendo poco apreciada por literatos y pintores, quienes vieron en este alarde cromático un síntoma de mal gusto y vulgaridad. La asociación con el mundo persa quedó marcada en el vocablo chino da zhe yao, que significa producto árabe o con el de Jingtai lan, puesto que fue durante el reinado de Jingtai (1450-1456) cuando alcanzó su clasicismo.
Muchas de las piezas realizadas en esmalte se destinaron a templos y santuarios, siendo las más comunes incensarios y figuras budistas. Durante la dinastía Ming reflejaron el gusto por la policromía que también muestran sus porcelanas. Es precisamente el color de los esmaltes una de las únicas pautas que permiten datar las piezas. Los colores de la Familia Rosa no aparecen hasta el reinado de Kangxi, como lo hicieran en la porcelana, mientras que los utilizados anteriormente mantuvieron la gama clásica del azul, con todos sus matices, el rojo coral, el verde, el amarillo, el negro y el blanco. Es relativamente frecuente la marca de reinado en las piezas Ming, siendo éstas las de mejor calidad. El cuerno de rinoceronte no sólo se valoró por sus propiedades curativas y afrodisíacas, sino que también se trabajó para dar forma a bellos objetos, generalmente de pequeño tamaño. La forma de todos ellos está condicionada por su naturaleza de base ancha, estrechándose en su extremo exterior, variando su forma cónica según los diferentes tipos de animales. Junto a su forma, las piezas realizadas con cuerno de rinoceronte se caracterizan por su color y la presencia de vetas, variando de los tonos dorados al marrón e incluso negro, así como por su lígereza. Las primeras piezas que se conocen datan del siglo VIII, correspondiendo las más numerosas a la dinastía Ming. En general, forman figuras de pequeño tamaño, asociadas al budismo, así como recipientes para escritorio, tales como contenedores de agua, soportes para pinceles, copas para vino, etc.
El jade, material ligado a los orígenes de la historia y el arte chinos, continuó manteniendo su carácter excepcional sobre otros materiales. Bajo el término genérico de jade se incluye una gran variedad de piedras duras, siendo la más apreciada la nefrita, el verdadero jade. Las cualidades intrínsecas del material, táctiles y visuales, se asocian desde la antigüedad con el coraje, la compasión, la elocuencia, la justicia y el equilibrio. Su término chino, yu, es sinónimo de la máxima belleza y pureza espiritual. Tan fuertes simbolismos permitieron que las piezas en jade se utilizaran únicamente en ceremonias o para el uso del emperador. Sin embargo, el paso de los años propició un absoluto cambio de significado, descontextualizándolo de su uso ritual, siendo apreciado por sus múltiples virtudes. A fines del siglo XV fue tal su demanda, que empezó a ser importado de Asia Central y, más tarde, de Birmania. Sin embargo, la piedra birmana no puede considerarse como verdadero jade, a pesar de sus similitudes, puesto que no es más que una jadeíta. Durante la dinastía Ming las piezas en jade fueron de pequeño tamaño, siendo las más apreciadas las de colores blancos. Al igual que se había hecho desde sus orígenes, el jade no se tallaba ni se esculpía, puesto que la única técnica que permite, por su dureza, es la de abrasión, utilizando hasta épocas muy recientes, cuarzo como abrasivo y agua como medio. Kangxi, y muy especialmente Quianlong, mantuvieron en la corte Qing talleres de jade, realizando objetos sorprendentes más por la maestría técnica que reflejan que por la concepción estética.
A partir de la dinastía Yuan , se recupera la tradición del trabajo de la laca, con una fuerza innovadora sorprendente, que hace difícil establecer conexiones o pautas de desarrollo que justifiquen, tanto desde el punto de vista técnico como decorativo y formal, las excelentes piezas Yuan. Como base utilizaron tanto la madera, como el metal, la cerámica o la tela. El proceso es lento, pues primero hay que aplicar a la base las diferentes capas de laca, ya que no será hasta la última de ellas cuando se aplique la decoración. Esta puede ser pintada, esculpida o grabada, e incluso es susceptible de recibir una decoración en oro y plata, tal y como se observa en numerosos ejemplos de las dinastías Ming y Qing. Durante la dinastía Ming sobresalen las pequeñas cajas destinadas a diversos usos, en las que alternan colores -amarillo, rojo y negro- que enriquecen cromáticamente las escenas de paisajes o los temas florales. Una vez más, como ocurre en la decoración sobre porcelana , las asociaciones de flores y estaciones o melancólicos paisajes recorren la superficie de estas hermosas piezas. Incluso en muchas de ellas se pueden observar marcas de reinado, o nombres de maestros lacadores. A partir del siglo XVII, bajo la dinastía Qing, se conoce la existencia de treinta talleres de laca en la Ciudad Prohibida, que continuaron la corriente decorativa que impregnó las artes durante la última dinastía. La laca no sólo se aplicó sobre piezas de tamaño pequeño, sino que engalanó todo tipo de mobiliario: sillas, tronos, mesas, paneles decorativos y por supuesto los grandes biombos que tanta resonancia tuvieron en el mundo occidental, muy especialmente los denominados Coromandel.
Dicho término engloba las técnicas de laca esculpida y pintada, aplicadas sobre grandes paneles, serrados en sentido vertical y ajustados con clavijas de madera. La decoración de estos biombos recorría toda la superficie, ya fuera a base de escenas de paisajes, personajes o la tradicional combinación de flores y pájaros. En realidad, el término Coromandel, utilizado en Europa para las piezas de exportación en los siglos XVII y XVIII, deriva del puerto exportador del mismo nombre de la costa oriental de la India. Pero no sólo el mobiliario se limitaba a las piezas realizadas en laca, sino que, a partir de la dinastía Ming, se conoce una gran variedad tipológica y material. En muchos casos las pinturas de la época constituyen las únicas fuentes para su conocimiento; en otros casos, tratados como el "Ge Gu Lao Yun" (Criterio esencial para las antigüedades) nos hablan de formas y tipos. Los muebles mantuvieron siempre un diseño simple y tradicional, buscando las perfectas proporciones en su estructura y la elección de maderas aromáticas y de alta calidad, susceptibles de adquirir una perfecta superficie pulimentada. Junto a la belleza de las formas, en el mobiliario chino hay que admirar un perfecto dominio de la técnica de ensamblaje, puesto que no utilizaron ningún elemento, a excepción de la madera, que uniera las diferentes partes de los muebles. Esto permitió y permite que un mueble antiguo pueda, si así lo requiere, ser desmontado y montado sin sufrir daño alguno.
Sin duda, los muebles de mejor calidad corresponden a los destinados a la clientela aristocrática de las dinastías Ming y Qing. Entre ellos, se distinguen aquellos que estaban destinados para su uso en el exterior de la vivienda, de los utilizados en su interior, de mayor riqueza ornamental. Sillas, mesas bajas, armarios, sillones, paneles, camas, escritorios, son los más conocidos, siendo siempre muy problemática su atribución a uno u otro período, dada la continuidad estilística y técnica que mantuvieron. Sólo aquellos realizados en los siglos XVIII y XIX se identifican más rápidamente, unos por el gusto ornamental de la época y otros por la influencia que muestran de las modas y gustos occidentales. El esmalte es otra de las artes aplicadas que adquirieron un gran desarrollo a partir de la dinastía Yuan. La técnica del esmalte tabicado o cloisonné se conocía, tanto en China como en Japón, desde el siglo VIII, pero se utilizaba muy poco. No hay que olvidar que el colorido y la exuberancia decorativa propia del esmalte no encontró aceptación hasta la dinastía Yuan, que marca en China un importante cambio del gusto. Fueron precisamente los mogoles de esta dinastía quienes reintrodujeron esta técnica procedente del mundo persa, siendo poco apreciada por literatos y pintores, quienes vieron en este alarde cromático un síntoma de mal gusto y vulgaridad. La asociación con el mundo persa quedó marcada en el vocablo chino da zhe yao, que significa producto árabe o con el de Jingtai lan, puesto que fue durante el reinado de Jingtai (1450-1456) cuando alcanzó su clasicismo.
Muchas de las piezas realizadas en esmalte se destinaron a templos y santuarios, siendo las más comunes incensarios y figuras budistas. Durante la dinastía Ming reflejaron el gusto por la policromía que también muestran sus porcelanas. Es precisamente el color de los esmaltes una de las únicas pautas que permiten datar las piezas. Los colores de la Familia Rosa no aparecen hasta el reinado de Kangxi, como lo hicieran en la porcelana, mientras que los utilizados anteriormente mantuvieron la gama clásica del azul, con todos sus matices, el rojo coral, el verde, el amarillo, el negro y el blanco. Es relativamente frecuente la marca de reinado en las piezas Ming, siendo éstas las de mejor calidad. El cuerno de rinoceronte no sólo se valoró por sus propiedades curativas y afrodisíacas, sino que también se trabajó para dar forma a bellos objetos, generalmente de pequeño tamaño. La forma de todos ellos está condicionada por su naturaleza de base ancha, estrechándose en su extremo exterior, variando su forma cónica según los diferentes tipos de animales. Junto a su forma, las piezas realizadas con cuerno de rinoceronte se caracterizan por su color y la presencia de vetas, variando de los tonos dorados al marrón e incluso negro, así como por su lígereza. Las primeras piezas que se conocen datan del siglo VIII, correspondiendo las más numerosas a la dinastía Ming. En general, forman figuras de pequeño tamaño, asociadas al budismo, así como recipientes para escritorio, tales como contenedores de agua, soportes para pinceles, copas para vino, etc.