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Las líneas generales de la política económica en los países ocupados eran ordenadas por los órganos que tenían esta misma misión dentro del territorio del Reich. Por su parte, la práctica cotidiana de estas directrices estaba encomendada a las autoridades civiles o militares estacionadas en aquellos países. Junto a ello, aparecían organizaciones cooperativas de negocios que gestionaban el funcionamiento de las empresas. Las líneas básicas de actuación en todos los casos eran fundamentalmente dos: por una parte, la identificación y mantenimiento de los suministros de mercancías y maquinaria de importancia; por otra, el inicio o la recuperación del anterior ritmo de producción en las fábricas que producían bienes básicos para la economía de guerra del Reich. El control de las actividades económicas de estos países no se encontraba ordenado en forma unificada, ya que dependía de los estatutos de ocupación en particular. Aquí aparecen tres modelos principales, que a continuación se sintetizan: 1. Las denominadas "zonas incorporadas", que tenían una vida económica dirigida por el ocupante y contaban con diferentes grados de autonomía según los casos, desde una mayor libertad de acción legal en el caso de Bohemia-Moravia hasta la nula participación que se permitía a los naturales en los territorios ocupados de la Unión Soviética. Dentro de este grupo destacan como rasgos más importantes los siguientes: - Existencia de una doble administración económica en Bohemia-Moravia - Determinante presencia alemana en la Administración del Gobierno General de Polonia.

- Sustitución absoluta de los funcionarios locales en los territorios del Este. - Actuación de empresas particulares alemanas y presencia de los monopolios industriales del Reich en la explotación del territorio soviético ocupado. - Aprovechamiento al máximo de los recursos minerales y agrícolas de los Balcanes, fundamentales para el sostenimiento de Alemania. 2. Los países situados bajo control "indirecto" eran los más avanzados de la Europa nórdica y occidental. En ellos, el ocupante procuró dejar la administración económica en manos de los gestores locales, que actuaban según directrices emanadas de Berlín y dirigidas a potenciar los sectores que tuviesen mayor importancia para los intereses de Alemania. Esta situación, que favorecía la presencia de una doble administración, presentaba una serie de ventajas. Desde las que suponía el hecho del conocimiento del medio por parte de los gestores hasta los hasta los múltiples casos de cooperación interesada con el ocupante que se producirán, pasando por la reducción de las fracciones que hubieran podido producirse con la población. Este modelo alcanzaría sus mejores resultados en los Países Bajos y en la Francia de Vichy, que vieron controlados sus sectores económicos más estratégicos, como la producción industrial, la extracción y tratamiento de materias primas, los respectivos Bancos nacionales, etc., entre otros. Junto a la administración doble, finalmente, existía una serie de organismos alemanes que actuaban como controladores económicos en sectores específicos de la producción.

3. En tercer lugar, debe ser destacada la influencia germana sobre otra serie de países -entre ellos España- que, sin encontrarse ocupados de hecho se hallaban sometidos a permanente presión alemana bajo todos los aspectos. El Reich mantenía este clima de amenaza sobre dos frentes: por una parte en base a su poderío militar, y por otra a partir de su situación como controlador de las principales fuentes de materias primas del continente. Ya se ha mencionado el tradicional dominio económico que Alemania ejercía sobre el Sudeste europeo, que se traduciría en sujeción política llegado el momento de la guerra sobre los países allí situados. Pero otros, teóricamente libres de esta presión -como Suecia, Suiza e Italia- se veían asimismo depender de las importaciones procedentes de Alemania, sobre todo de elementos de vital importancia como el carbón. Como contrapartida, debían entregarle aquellos productos que necesitaba para el mantenimiento de su maquinaria bélica en movimiento. De hecho se comprueba en general que la ordenación económica de estos países estaba de acuerdo en líneas generales con el tratamiento que sus habitantes recibían por parte del invasor. Trato éste que oscilaba entre la más sistemática crueldad -y directa expoliación económica- aplicadas sobre los territorios del Este, hasta unas formas más moderadas en ambos sentidos que rigieron la vida y la actividad de los habitantes de los más evolucionados países de tradición demoliberal.

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