Banquete de oficiales de la Milicia de San Adrián en Haarlem
Datos principales
Autor
Fecha
1627 h.
Estilo
Material
Dimensiones
183 x 266,5 cm.
Museo
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Las milicias cívicas eran agrupaciones de carácter parecido al policial, propias de cada ciudad, un fenómeno de organización ciudadana que se produjo en los Países Bajos desde el siglo XIII. Estas agrupaciones estaban formadas por caballeros y nobles de la ciudad, contribuían a mantener el orden y terminaron por facilitar la independencia política y económica de las urbes más destacadas. Su creciente poder llevó a que solicitarán ser retratadas por los mejores pintores holandeses, surgiendo así inolvidables escenas como la Ronda de noche de Rembrandt o los banquetes pintados por Hals. El primer grupo que posó para Hals sería la milicia de San Jorge en 1616, repitiendo once años después en un lienzo similar . En esta ocasión nos encontramos con otra de las milicias de la ciudad de Haarlem, la de San Adrián. La Haarlem Cluveniersdoelen, o Harquebusiers, se estableció en 1519 como una sección especial de la infantería, tomando a San Adrián como patrón. Los miembros de la Cluveniersdoelen eran llamados los Jonge Schuts para diferenciarse de los miembros de la St. Jorisdoelen, o Compañía de San Jorge, llamados los Oude Schuts. La novedad aportada por el maestro de Amberes a estos retratos de grupo es la importancia otorgada a todos y cada uno de los oficiales, ya que cada uno pagaba su parte y no era justo discriminar a alguno de ellos. Por esta razón se excluye la estructura clásica de colocar figuras menos importantes en un menor tamaño.
La composición se estructura en dos grupos equivalentes que se enlazan a través de uno de los capitanes situado en el centro de la escena, ocupando el primer plano dos oficiales también sentados. Las miradas y los gestos entre los miembros de los diferentes grupos también sirven de enlace, al igual que la figura del camarero que, con un jarro de plata y una copa de cristal en las manos, se dirige de una zona a otra. Los retratados son, de izquierda a derecha y siguiendo el orden: Adriaen Matham y Lot Scout, alférez; Willem Claesz. Vooght, coronel; Johan Damius, fiscal; Johan Schatter y Gilles de Wildt -sentado y con sombrero-, capitanes; Willem Ruychaver, intendente; Pieter Ramp, alférez; Willem Warmont -sentado en primer plano-, capitán; Outgert Akersloot, Nicolaes von Napels -en pie con sombrero- y Matthijs Haeswindius -sentado con la copa en la derecha-, tenientes. Los oficiales están retratados en el cuartel general de la milicia de San Adrián, apreciándose al fondo una ventana que permite ver un árbol, mientras que en la zona de la derecha no falta la mascota del regimiento, un galgo. Las tonalidades negras de los trajes contrastan con los blancos de golillas, puños y mantel, los rojos, naranjas, dorados y azules de las bandas, configurando una sinfonía de color de gran belleza. Pero lo más interesante de la composición está en la acertada caracterización psicológica de cada uno de los miembros de la milicia, centrando el pintor su atención en las expresiones de sus rostros, en sus ojos y sus gestos, para mostrar un mosaico de la sociedad nobiliaria de la Holanda barroca.
La composición se estructura en dos grupos equivalentes que se enlazan a través de uno de los capitanes situado en el centro de la escena, ocupando el primer plano dos oficiales también sentados. Las miradas y los gestos entre los miembros de los diferentes grupos también sirven de enlace, al igual que la figura del camarero que, con un jarro de plata y una copa de cristal en las manos, se dirige de una zona a otra. Los retratados son, de izquierda a derecha y siguiendo el orden: Adriaen Matham y Lot Scout, alférez; Willem Claesz. Vooght, coronel; Johan Damius, fiscal; Johan Schatter y Gilles de Wildt -sentado y con sombrero-, capitanes; Willem Ruychaver, intendente; Pieter Ramp, alférez; Willem Warmont -sentado en primer plano-, capitán; Outgert Akersloot, Nicolaes von Napels -en pie con sombrero- y Matthijs Haeswindius -sentado con la copa en la derecha-, tenientes. Los oficiales están retratados en el cuartel general de la milicia de San Adrián, apreciándose al fondo una ventana que permite ver un árbol, mientras que en la zona de la derecha no falta la mascota del regimiento, un galgo. Las tonalidades negras de los trajes contrastan con los blancos de golillas, puños y mantel, los rojos, naranjas, dorados y azules de las bandas, configurando una sinfonía de color de gran belleza. Pero lo más interesante de la composición está en la acertada caracterización psicológica de cada uno de los miembros de la milicia, centrando el pintor su atención en las expresiones de sus rostros, en sus ojos y sus gestos, para mostrar un mosaico de la sociedad nobiliaria de la Holanda barroca.