Isabel Cobos de Porcel

Los retratos femeninos pintados por Goya en los primeros años del siglo XIX quizá sean lo mejor de su producción. La Condesa de Chinchón

Condesa de Chinchón

Es un retrato fundamental en la obra de Goya. Emplea como modelo a una de sus mujeres favoritas: la hija de su primer mecenas. El carácter delicado y tímido de la joven resulta captado perfectamente, empleando un efecto atmosférico que trae a la memoria obras de Velázquez como Las Meninas.

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, la Marquesa de Santa Cruz

Marquesa de Santa Cruz

Uno de los dos retratos similares que Goya hizo a la Marquesa de Santa Cruz se guarda en el Museo del Prado desde 1986 al ser adquirido por seis millones de dólares. En él, la dama aparece representada como la musa de la Poesía, con una ropa bastante ligera para la época, mostrándonos su bella figura y atractivo rostro, en el que el maestro transmite el cariño hacia la modelo.

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, la Marquesa de Lazán

Marquesa de Lazán

La elegancia y la belleza de esta joven aristócrata protagonizan uno de los mejores lienzos salidos del pincel de Goya. La atracción hacia la personalidad de sus modelos hará que los espectadores nunca nos sintamos indiferentes, odiando o adulando al personaje en cuestión. La factura es cada vez más suelta, trabajando con pinceladas de luz y color como hacía la escuela veneciana, preludiando el Impresionismo.

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o éste de Isabel Cobos de Porcel que aquí contemplamos son magníficas muestras. La dama, ataviada con la mantilla típica de las majas madrileñas, dirige la mirada hacia la izquierda, en un gesto muy chulesco pero totalmente naturalista. La belleza del rostro, con esas facciones grandes, el cabello rubio y los ojos claros, sitúa a este retrato entre los más populares al desear mostrar el aragonés la belleza española universal. Trabaja con una pincelada segura, lo que permite mostrar el encaje de la mantilla de fina transparencia, pero sin recurrir a detalles preciosistas que recargarían la imagen. El fuerte foco de luz que resbala por el pecho acentúa el elegante color negro de la mantilla. Pero será su inolvidable rostro lo que cautive al espectador, por encima de detalles preciosistas de otros pintores como Vicente López

Vicente López Portaña

En su estilo predominaba el neoclasicismo aunque al final de su vida inició una tímida apertura al Romanticismo. Sus temas fundamentales fueron los religiosos la pintura de Historia y alegórica, pero sobre todo los retratos.

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