Resurrección

Datos principales


Autor

Domenikos Theotokopoulos

Fecha

1596-1600

Estilo

Manierismo

Material

Oleo sobre lienzo

Dimensiones

275 x 127 cm.

Museo

Museo del Prado

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La Resurrección formaba parte del cuerpo superior del retablo mayor del Colegio de Doña María de Aragón en Madrid. Se situaría en uno de los laterales, acompañando a la Crucifixión - en el centro - y a la Pentecostés. La iconografía del conjunto estaba destinada a velar por el alma de la fundadora - la noble dama Doña María de Aragón, dama de compañía de la reina Ana de Austria, cuarta esposa de Felipe II, y de la infanta Isabel Clara Eugenia, que consagró su vida a las obras de caridad y a la religión - y a preparar a los jóvenes que emprenderían la carrera de predicador en dicha institución. En el conjunto, esta imagen es la más violenta de todas, destacando las posturas escorzadas de los soldados, concretamente del que parece salir hacia el espacio del espectador. Como contraste, sitúa a Cristo en actitud serena, portando la bandera de la victoria en su mano izquierda (que le sirve de paño de pureza), una capa roja que simboliza su martirio y el nimbo romboidal, de clara inspiración bizantina. La frontalidad es la nota principal de esta figura que mantiene los pies unidos como si permaneciera en la cruz. Sin embargo, los soldados exhiben un amplio número de posturas y reacciones ante el hecho sobrenatural que contemplan, elevando sus brazos para acentuar los escorzos. Sólo uno de ellos aparece sentado, apoyando su cabeza cubierta con un casco sobre su brazo izquierdo. Los músculos de estos personajes están en tensión, creando un maravillosos efecto dramático muy en la línea de Tintoretto.

Las armaduras se pegan a los cuerpos - igual que en el Martirio de San Mauricio - mostrando la influencia de Miguel Ángel, aunque las figuras de Doménikos son más estilizadas y alargadas, algunas de tamaño gigantesco como el soldado de la derecha. La composición se desarrolla a través de diferentes ritmos triangulares, tendiendo al verticalismo gracias a la figura de Cristo. Los soldados configuran una especie de círculo, figura geométrica muy empleada en el Renacimiento italiano. El colorido va perdiendo protagonismo al estar esbozado por el efecto lumínico. Sin embargo, se aprecia el cromatismo brillante que emplea el candiota, debido a su contacto con los manieristas romanos. La luz sobrenatural crea una especial distribución de las sombras en el conjunto, anticipándose al tenebrismo. Si comparamos esta escena con la de Santo Domingo el Antiguo observamos claramente la evolución de El Greco, convertido en un pintor cada vez más simbólico y espiritual, que toma referencias aprendidas en su estancia italiana pero que elabora un lenguaje totalmente personal con el que logrará grandes triunfos gracias al aluvión de encargos procedente de la élite toledana, cuyo sentimiento religioso comprenderá el candiota mejor que ningún otro pintor.

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