Antonio Palomino

Cursó la carrera de filosofía, teología y jurisprudencia, aunque se verdadera vocación fue la pintura. Esta pasión de llevó a Madrid a fin de conocer las obras de los grandes autores. Como pintor no tardó en ganar prestigio y clientela en las principales ciudades de España. Palomino compatibilizó su carrera como pintor y escritor. Como tal fue autor de importantes tratados teóricos sobre la técnica del dibujo. Esta faceta le convertiría en un destacado biógrafo de la historia de la pintura española. Al quedarse viudo ingresó en una orden religiosa. De su producción literaria destaca: "Museo pictórico y Escala óptica; Vidas de los pintores y escultores eminentes españoles". De su producción pictórica cabe destacar: Los frescos de la iglesia de San Juan del Mercado en Valencia, o los Frescos de la cúpula del sagrado en la cartuja de Granada. En general, gran parte de su actividad se registra en Madrid.