Paul Alexis leyendo a Zola

Datos principales


Autor

Paul Cézanne

Fecha

1869-70

Estilo

Neo-Impresionismo

Material

Oleo sobre lienzo

Dimensiones

130 x 160 cm.

Museo

Museo de Sao Paulo

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Emile Zola y Cézanne se conocieron en Aix-en-Provence durante la adolescencia. Formaron el trío de los "inseparables" junto a Jean-Baptiste Baille, acudiendo a todos los sitios juntos. Zola se traslada a París en 1858 y tras un año en el paro, empieza a trabajar en la editorial Hachette, donde pronto se labrará un brillante porvenir, primero como publicista y después como escritor, colaborando en los prestigiosos periódicos parisinos y haciendo novelas. Emile será uno de los promotores de que Cézanne se traslade a París en el otoño de 1861. Las relaciones entre ambos serán estrechas hasta la publicación por parte del literato de su novela "La obra" en 1886, novela cuyo protagonista parece inspirado en Cézanne. El pintor rompe definitivamente con su amigo de la juventud a través de una carta. Este curioso retrato doble sería pintado antes del estallido de la Guerra Franco-Prusiana. Paul Alexis, también escritor naturalista admirador de la pintura moderna y especialmente de Courbet, era en esos momentos el secretario de Zola, cargo que posiblemente ocupara gracias al propio Cézanne. En la obra apreciamos cierta tendencia realista así como referencias a Manet. Alexis aparece en la zona izquierda de la composición, de perfil, sentado en una pequeña silla mientras lee unas hojas al escritor, tumbado en unos cojines por influencia oriental. La imagen se acerca a la fotografía pero carece del refinamiento definitivo ya que Cézanne no acabó el cuadro.

Las tonalidades grises y oscuras del conjunto contrastan con el traje blanco del escritor, cuyas masas están recorridas por líneas oscuras que parecen delimitar los contornos, como más tarde hará Gauguin. El maestro de Aix renuncia a mostrar las personalidades de sus modelos para interesarse por captar un momento determinado, momento fruto de la inmediatez y repleto de modernidad, en sintonía con la filosofía de los nuevos movimientos pictóricos. La obra perteneció a la familia Zola, descubriéndose su existencia cuando falleció Gabrielle Mély -antigua modelo que Zola había conocido gracias a Cézanne y con quien se casó- en 1927, apareciendo en un granero de la casa.

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