Kamakura
Desarrollo
Antes del Kamakura, siglos XII-XIV, la pintura japonesa se había remitido continuamente a los modelos Song de la vecina China. A lo largo del siglo XII, durante el período Heian, de refinadísima exquisitez cortesana, se desarrolló una caligrafía cursiva muy particular y hermosa. Se empleó para confeccionar los emakimono, unos rollos de papel escritos e ilustrados que narraban cuentos épicos escritos por altos personajes de la corte, como el Cuento de Genji, de Shikibu Murasaki. El esplendor de los emakimono llegó durante el Kamakura, por lo cual se comenzó a denominarlos Yamato-e, para diferenciarlos de los rollos chinos, que apenas llevan texto y son de carácter filosófico. El estilo particular del Yamato-e es afín al espíritu de la corte: muy colorido y detallista, lineal para aumentar el efecto decorativo y por ello mismo, muy plano, sin volumen. Los chinos despreciaban estos rollos, que se recreaban en la propia hermosura de sus imágenes y sus narraciones intrascendentes. Podían alcanzar holgadamente los 9 metros de largo, sin sobrepasar los 35-38 cm. de ancho. A veces los Yamato-e servían como instrumento propagandístico, que describía las luchas entre familias aristocráticas por el poder. La estética del Yamato-e elige el punto de vista de un pájaro, ofreciendo las arquitecturas desprovistas de los tejados, para ver las escenas que tienen lugar en su interior, todo ello entre nubes de oro y lapislázuli. Tanto brillo, tanto color, decepcionaron a los artistas Chan que venían huyendo de la invasión de los mongoles, y formaron su propia escuela en Japón, la escuela Zen, que rescata la monocromía y el sentido trascendental de la pintura china, pues según uno de sus postulados, "muchos colores ciegan la visión". La escuela Zen, sin embargo, aprovechó el realismo de los Yamato-e, para realizar largas series de retratos de monjes en diferentes momentos de su vida, monjes que también solían ser pintores como Sesshu, o Kano Masanobu.