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Datos principales


Rango

Hiroshima L3

Desarrollo


Cuando los marines penetraban en el interior, tenían menor cobertura. Debían enfrentarse a un enemigo que conocía el terreno y estaba emboscado y dispuesto a luchar hasta la muerte. En esta lucha adquirió importancia de primer orden el tanque lanzallamas, capaz de avanzar por aquellos difíciles terrenos junto con la infantería, de resistir los disparos de las armas ligeras japonesas y de carbonizar los fortines que no habían podido localizar ni los cañones navales ni los aviones. El encarnizamiento de la lucha, en la que los japoneses caían en una proporción de cinco a uno o más en muchas ocasiones, no se debía tanto a la calidad del adiestramiento y el equipo japonés, sino a su voluntad de morir sobre el terreno antes de rendirse. En estas condiciones la matanza fue terrible. En Kwajalein y en Rongelap las tropas mandadas respectivamente por los contralmirantes Yamada y Akikama cayeron casi en su totalidad, incluidos todos sus jefes y oficiales. Después de estos combates, la carretera de Tokio quedaba bastante despejada -aunque faltaba superar los mayores obstáculos-. La flota japonesa no podía plantar batalla a la norteamericana, cuya superioridad se afianzaba por días, sino que debía emplearse a la defensiva en espera de un golpe de fortuna, quizá un error norteamericano que expusiera a sus flotas a una batalla entre las Carolinas, las Marianas y Nueva Guinea, donde la flota japonesa pudiera contar con el apoyo de su aviación con base en tierra, única forma de aminorar la desventaja aérea, enorme ya en esos momentos.

Los Estados Unidos no sólo disponían de más aviones, sino que tenían ya pilotos mejor adiestrados y hacían valer la muy superior calidad de sus aparatos. Aquel es el mejor momento de los F-6-F-3 Hellcat, del P-38J Lightning, y del F-4U Corsair, cazas que aventajaban con mucho a sus rivales japoneses. También habían entrado en servicio los potentes bombarderos en picado SB2C-1 Helldiver, el torpedero aéreo TBF-1 Avenger (reputado como el mejor de su especialidad a lo largo del conflicto) y las superfortalezas volantes B-29, el más poderoso de los bombarderos de la Segunda Guerra Mundial. El almirante Koga no pudo ver si su táctica producía buenos resultados porque desapareció el 31 de marzo cuando volaba desde las islas Palaos a Filipinas, acompañado por su Estado Mayor. Al parecer, una tormenta abatió su avión. Para sustituirle fue designado el almirante Soemu Toyoda, que siguió las directrices de su antecesor, esperando el golpe afortunado que nunca se produciría. En adelante, los progresos norteamericanos serían más rápidos. Por un lado, los saltos de rana de isla en isla, preconizados por MacArthur, conducían a Filipinas; por otro, el camino por la carretera de Tokio, que estaba dislocando el sistema defensivo japonés, hubiera terminado con la resistencia de Japón con mayor rapidez y menor costo, ahorrando batallas tan sangrientas como la de Filipinas. Pero Washington no supo verlo y por entonces, comienzos de la primavera de 1944, aún planeaba saltar a China tras reconquistar Filipinas y proseguir la guerra contra Japón desde el continente. Para ello era necesario que Chiang Kai-chek resistiera hasta la llegada de los norteamericanos. Pero la resistencia de China estaba condicionada a la apertura de las rutas de Birmania desde la India.

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