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Desarrollo


LIBRO PRIMERO CAPÍTULO I De la opinión que algunos autores tuvieron que el cielo no se extendía al Nuevo Mundo Estuvieron tan lejos los antiguos de pensar que hubiese gentes en este Nuevo Mundo, que muchos de ellos no quisieron creer que había tierra de esta parte, y lo que es más de maravillar, no faltó quien también negase haber acá este cielo que vemos. Porque aunque es verdad que los más y los mejores de los filósofos sintieron que el cielo era todo redondo, como en efecto lo es, y que así rodeaba por todas partes la tierra y la encerraba en sí, con todo eso algunos y no pocos ni de los de menos autoridad entre los sagrados Doctores, tuvieron diferente opinión, imaginando la fábrica de este mundo a manera de una casa, en la cual el techo que la cubre sólo la rodea por lo alto y no la cerca por todas partes, dando por razón de esto, que de otra suerte estuviera la tierra en medio colgada del aire, que parece cosa ajena de toda razón, y también que en todos los edificios vemos que el cimiento está de una parte y el techo de otra contraria; y así, conforme a buena consideración en este gran edificio del mundo, todo el cielo estará a una parte encima, y toda la tierra a otra diferente debajo. El glorioso Crisóstomo, como quien se había más ocupado en el estudio de las letras sagradas, que no en el de las ciencias humanas, muestra ser de esta opinión, haciendo donaire en sus comentarios sobre la Epístola ad Hebreos, de los que afirman que es el cielo todo redondo, y parécele que la Divina Escritura quiere dar a entender otra cosa, llamando al cielo tabernáculo y tienda o toldo que puso Dios.

Y aun pasa allí el Santo más adelante en decir que no es el cielo el que se mueve y anda, sino que el sol y la luna y las estrellas son las que se mueven en el cielo, en la manera que los pájaros se mueven por el aire y no como los filósofos piensan que se revuelven con el mismo cielo como los rayos con su rueda. Van con este parecer de Crisóstomo, Theodorito, autor grave, y Theofilacto, como suele casi en todo. Y Lactancio Firmiano, antes de todos los dichos, sintiendo lo mismo, no se acaba de reír y burlar de la opinión de los peripatéticos y académicos, que dan al cielo figura redonda y ponen la tierra en medio del mundo, porque le parece cosa de risa que esté la tierra colgada del aire, como está tocado. Por donde viene a conformarse más con el parecer de Epicuro, que dijo no haber otra cosa de la otra parte de la tierra, sino un caos y abismo infinitos. Y aun parece tirar algo a esto lo que dice San Jerónimo escribiendo sobre la Epístola a los Efesios, por estas palabras: "El filósofo natural pasa con su consideración lo alto del cielo, y de la otra parte del profundo de la tierra y abismo halla un inmenso vacío." De Procopio refiere (aunque yo no lo he visto) que afirma sobre el libro del Génesis, que la opinión de Aristóteles acerca de la figura y movimiento circular del cielo es contraria y repugnante a la Divina Escritura. Pero que sientan y digan los dichos autores cosas como estas, no hay que maravillarnos, pues es notorio que no se curaron tanto de las ciencias y demostraciones de filosofía, atendiendo a otros estudios más importantes.

Lo que parece más de maravillar es, que siendo San Agustín tan aventajado en todas las ciencias naturales, y que en la astrología y en la física supo tanto, con todo eso se queda siempre dudoso y sin determinarse en si el cielo rodea la tierra de todas partes, o no. "Qué se me da a mí (dice él) que pensemos que el cielo como una bola, encierre en sí la tierra de todas partes, estando ella en medio del mundo como en el fiel, o que digamos que no es así, sino que cubre el cielo a la tierra por una parte solamente, como un plato grande que está encima." En el propio lugar donde dice lo referido, da a entender y aun lo dice claro que no hay demostración sino sólo conjeturas para afirmar que el cielo es de figura redonda. Y allí y en otras partes tiene por cosa dudosa el movimiento circular de los cielos. No se ha de ofender nadie ni tener en menos los santos Doctores de la Iglesia, si en algún punto de filosofía y ciencias naturales sienten diferentemente de lo que está más recibido y aprobado por buena filosofía; pues todo su estudio fue conocer y servir, y predicar al Creador, y en esto tuvieron grande excelencia. Y como empleados del todo en esto, que es lo que importa, no es mucho que en el estudio y conocimiento de las criaturas, no hayan todas veces por entero acertado. Harto más ciertamente son de reprehender los sabios de este siglo y filósofos vanos, que conociendo y alcanzando el ser y orden de estas criaturas, el curso y movimiento de los cielos, no llegaron los desventurados a conocer al Creador y Hacedor de todo esto; y ocupándose todos en estas hechuras y obras de tanto primor, no subieron con el pensamiento a descubrir al autor soberano, como la Divina Sabiduría lo advierte; o ya que conocieron al Creador y señor de todo, no le sirvieron y glorificaron como debían, desvanecidos por sus invenciones, cosa que tan justamente les arguye y acusa el Apóstol.

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