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Arte Español Medieval

Desarrollo


Una de las singularidades de la arquitectura visigoda es la de un grupo de iglesias en los que la cabecera está constituida por tres capillas con muros independientes. Esta variedad en las iglesias podría corresponder a una evolución de las basílicas de tres naves rematadas en capillas dentro de una cabecera rectangular común, que se dan en todo el arte paleocristiano y pasan con múltiples versiones a la arquitectura medieval. La explicación más elemental que se ha propuesto para esta estructura de capillas con muros independientes es de carácter constructivo; se trataría de un método que permitiría independizar las vertientes de las techumbres de las capillas, para que pudieran tener derrame a dos aguas, con lo que la cabecera de cada una tendría un testero de remate triangular; esto evitaría formar un tejado de faldones muy amplios, que produciría una gran diferencia de altura entre la capilla central y las laterales o crearía problemas de vertido desde el tejado superior a los inferiores; la cuestión tiene, en cualquier caso, otras soluciones técnicas, empleadas habitualmente para las cubiertas de distintas alturas en las naves basilicales, por lo que ésta no parece una explicación concluyente. En las iglesias visigodas con cabecera independiente se pretende obtener un conjunto de tres capillas de dimensiones iguales o muy semejantes, y esto parece coincidir con otras novedades en la distribución interior, a las que debe buscarse una explicación estética o litúrgica más sólida, que hasta el momento no poseemos.

Hasta hace pocos años, se conocía sólo la estructura en la cabecera de San Juan de Baños de Cerrato, lo que hacía posible considerar el tipo como un caso único, pero nuevos descubrimientos y la revisión de otros edificios llevan a identificar el modelo en un total de cinco casos, lo que equivale a una tercera parte de las iglesias visigodas conocidas. No se trata, por tanto, de un hecho casual, sino de un modelo extendido en los siglos VI y VII, y de carácter netamente visigodo. Por estas razones, se ha sugerido también la posible vinculación de las iglesias con tres capillas independientes a la herejía arriana, en la que la creencia de que las Personas de la Trinidad tenían naturalezas distintas e independientes, podría haber dado lugar a una separación de santuarios; no hay ninguna confirmación documental para una relación de este tipo, y las iglesias parecen ser posteriores al III Concilio de Toledo del año 589 y a la abolición oficial por Recaredo de la fe arriana. La iglesia más completa de este tipo es Santa Lucía de Alcuéscar. Fue dada a conocer su existencia en 1981, descubierta bajo la apariencia de un establo; en un paraje cercano a la localidad cacereña de Alcuéscar en la que abundan los testimonios arqueológicos de época cristiana; entre éstos, se citan otras dos iglesias, en proceso de excavación y hay una buena cantidad de inscripciones romanas, tanto reutilizadas en la propia ermita como dispersas por los alrededores, que corresponden a enterramiento y a dedicatorias diversas entre las que predominan las realizadas a la diosa indígena Ataecina.

De la permanente ocupación y actividad en el lugar sirve también de testimonio el añadido a la iglesia visigoda de una nave amplia con cubierta gótica de nervios, así como unos nuevos fustes, en sustitución de los visigodos, rematados por basas y capiteles adornados de contarios de perlas abulenses. La iglesia visigoda conserva toda la cabecera con tres capillas independientes, la nave transversal y un pequeño tramo de nave central, que se interrumpe en la obra gótica. La conservación de esta zona incluye la mayor parte del alzado de los muros, buena parte de las bóvedas, e incluso restos del tejado primitivo, todo lo cual ha sido restaurado y despejado de añadidos recientemente, por lo que es necesario esperar a la memoria de estos trabajos para conocerlos con precisión. Las medidas del edificio están dentro del módulo y las proporciones de otras iglesias visigodas; la anchura total del crucero es de dieciséis metros y cada una de las cabeceras tiene cuatro metros de ancho, mientras que la profundidad de la mayor es de 3,20 metros y la de las laterales 2,40; el ancho de la nave central es también de cuatro metros. No sabemos cómo sería la posible continuación de la nave principal; podría ensancharse como la estructura gótica existente, pero es difícil saber en qué dimensiones, y si esto se consideraría aún espacio de la iglesia, puesto que una gran parte de los que se encontrasen en esta zona perderían la visión del altar. Las tres capillas están totalmente abiertas hacia el brazo de crucero, sin jambas ni columnas salientes, mientras que en esta nave se disponen seis arcos transversales, uno a cada lado de las entradas de las capillas, que descansaban en columnas adosadas al muro; un expolio, quizás de época musulmana, eliminó las columnas y dejó en el aire los correspondientes cimacios, que fueron recortados o remetidos en la reforma medieval para adosar unas nuevas columnas de fustes divididos en tambores, cuyos capiteles están retallados en la primera pieza de cada arco, por lo que los arranques de éstos y los de las capillas aparecen ahora a diferente altura.

La decoración de la iglesia está formada por una banda estrecha, que hace de imposta en las ventanas de las capillas y asoma un poco al exterior, mientras que por el interior forma una línea continua en todas las capillas y en la nave del crucero, salvo en los testeros norte y sur que han sido rehechos; buena parte de esta imposta ha sido picada o saqueada, por lo que sólo se aprecia la ranura en la que estuvo colocada. Hay huellas de cancelas en las entradas de las capillas y a los dos lados de la nave central. Además de estos vanos, existen dos puertas que comunican los extremos del crucero por la parte occidental, pero no están a ejes con las capillas correspondientes, sino adosadas al haz de los arcos de la nave, en una disposición que recuerda la de las puertas de Quintanilla de las Viñas. Aunque sea necesario esperar a la publicación de los trabajos efectuados recientemente en esta iglesia para conocerla con más detalle, lo que resulta visible en estos momentos y los informes o artículos preliminares, permiten establecer las líneas generales de su composición y compararla con otras iglesias conocidas. Cerca de la localidad de Arisgotas en la provincia de Toledo, se mantienen las ruinas de una iglesia visigoda, cuya construcción se pone en relación con el rey Wamba, por un rótulo con el texto "Wamba me fecid", visto en el siglo XVIII, que no inspira realmente mucha confianza. Se han efectuado allí algunas restauraciones modernas, pero falta aún el estudio conjunto de todo lo conservado.

Por lo que se observa entre los muros que están a la vista, la capilla mayor se ha realizado en época medieval formando un relleno de mampostería menuda entre dos muros paralelos de piedras de mayor tamaño, que hoy se mantienen como bancos adosados al muro por ambas caras, al haber sido puestos al descubierto por las excavaciones; el muro de la capilla actual, sin traza alguna de estilo visigodo, rellena de esta forma el espacio intermedio entre las tres capillas primitivas, cuya planta se puede seguir en cimientos. San Pedro de Arisgotas tuvo una disposición de tres capillas independientes en la cabecera; en cualquier caso, los muros de la capilla mayor eran independientes de los de las habitaciones laterales, de las que no tenemos datos suficientes como para asegurar a qué estaban destinadas, por lo que la apariencia externa de la cabecera, con tres cuerpos separados, sería similar a la de Alcuéscar. Otro punto de relación entre ambas iglesias es el estrechamiento de la nave principal, cerrada además con canceles, que hace inevitable pasar ante la capilla para acceder a cualquiera de las cámaras laterales; sin embargo, pasado este primer tramo, la nave se ensancha con dos salas laterales de la misma anchura y forma luego un nuevo estrechamiento muy largo, en el que vuelven a reconocerse huellas de canceles. El conjunto de los pies de la iglesia en San Pedro de Arisgotas es una compleja agregación de cámaras con separaciones y comunicaciones difíciles de establecer en las ruinas visibles; en cualquier caso, el espacio central de estas cámaras no puede recibir el nombre de crucero en sentido estricto, ni parece probable qué se cubriera con un cimborrio o cúpula regular, puesto que su planta es sensiblemente rectangular; el último tramo de la nave central tiene muros más gruesos y con distintas alineaciones por lo que debe ponerse en relación con reformas difíciles de determinar.

A pesar de estas imprecisiones en nuestro conocimiento de la planta de la iglesia, y de que la mayor parte de lo que está al descubierto es de la restauración medieval o de la efectuada en los años setenta del siglo XX, puede pensarse que las líneas generales son las de la construcción visigoda, ya que las dimensiones están basadas en la unidad de ochenta centímetros que es habitual en la época. Así, el tramo central de la nave principal y las dos cámaras laterales miden 3,20 por 4 metros; la nave de los pies tiene 7,20 metros de longitud, mientras que la que antecede a la capilla es de 3,20 metros, al igual que ésta; las dimensiones máximas de la construcción son 12,80 por 21,60 metros. En el caso de San Pedro de Arisgotas, la estructura triple de la cabecera se conserva peor que en Alcuéscar, pero la zona de los pies está aquí más completa, de forma que ambas iglesias pueden complementarse. El esquema esencial sería una cabecera con tres capillas independientes, que confluye ante un pequeño tramo de nave situado junto a la capilla mayor, que comunica a su vez con otra agrupación de tres salas y se prolonga después en el eje longitudinal; sería un sistema de doble crucero, en el que la nave principal, subdividida varias veces por canceles, tendría dos ensanchamientos transversales: uno en el centro, que no puede llamarse triple nave ni nave de crucero por su disposición, sino, más bien, pórticos o cámaras secundarias, y otro en la cabecera, que relaciona a las tres capillas.

Una excavación efectuada cerca de Olivenza ha hecho posible conocer la planta de otra iglesia con las mismas peculiaridades; en el sitio de Valdecebadar se han puesto al descubierto los cimientos de un edificio cuyo esquema parece, a primera vista, el de una cruz con brazos iguales, con una serie de anexos en la cabecera. Lo que interesa destacar ahora es que las dos salas que se sitúan a los lados del brazo principal de la nave transversal tienen muros independientes, con lo que en el interior de la edificación penetran unos pasillos de menos de cuarenta centímetros de ancho y casi cuatro metros de profundidad. De otra parte, la separación entre capillas de la iglesia de Valdecebadar, parece tener menos preocupación por un resultado armónico de triple cabecera, ya que la capilla mayor tiene forma de herradura y se proyecta hacia afuera de los testeros de las laterales; la capilla del lado sur está abierta a la nave principal y su ranura de separación se forma con el muro este de lo que podíamos llamar nave de crucero. Es posible que el ábside en herradura y las comunicaciones entre capillas procedan de una reforma, ya que la interpretación de los restos conservados permitiría restituir una disposición original con tres capillas paralelas e independientes. También se añade la dificultad de la falta de alineación entre los muros y el módulo de las dimensiones no parece claro, aunque es con toda probabilidad distinto al de los otros edificios visigodos.

En Valdecebadar sabemos que la capilla norte estuvo destinada a baptisterio, por la existencia de una piscina para inmersión con escalerillas en los extremos; la escalera oriental desemboca prácticamente contra el testero de la capilla, por lo que también esto plantea dudas sobre la posible superposición de varias obras en el conjunto de cimentaciones descubierto. De todos modos, la relación con este tipo de iglesias parece muy probable; los corredores estrechos entre los muros tienen que haberse originado por razones similares y también se repite la disposición de una nave principal que se estrecha a la misma anchura de la capilla mayor a partir de la intersección con la otra nave. Parece que la posible disposición original sería la de un crucero al que se abrían tres capillas paralelas independientes y del que partía otro tramo de nave hacia el oeste, cuya longitud no se ha podido establecer. En una fase posterior se añadiría un ábside en forma de herradura al testero de la capilla mayor, y se abriría la comunicación entre ésta y la capilla lateral sur. Sería de gran interés confirmar el uso como baptisterio de la capilla norte y si éste es contemporáneo a la disposición de muros independientes de las capillas, puesto que sería el único argumento existente de este tipo. Cerca de Olivenza, pero dentro ya de la zona portuguesa del Alto Alemtejo, se encuentra la iglesia de Vera Cruz en Marmelar, que posee dos capillas de construcción visigoda.

Junto con su técnica de sillería de gran tamaño y asentada en seco, la iglesia ofrece dos ventanas con cubiertas abocinadas y decoradas con gallones avenerados, semejantes a diversas piezas de la zona emeritense y que explican el prototipo de otras ventanas visigodas, como las de San Pedro de la Nave. De otra parte, todas las dimensiones que pueden establecerse están dentro de los múltiplos de ochenta centímetros que se repiten en los monumentos de está época. Los restos conservados de las dos capillas de Vera Cruz de Marmelar están separados por un espacio de más de tres metros de anchura, es decir, poco menos que las de las propias capillas, de forma que su apariencia externa sería la de piezas totalmente independientes, y muy posiblemente en número de tres, ya que no es nada habitual una cabecera dúplice. El resto de la organización del edificio es desconocido. Aquí, la separación entre capillas no se limita al corredor estrecho que se ve en los ejemplos anteriores, sino que es un espacio amplio y accesible, con mayor valor monumental. El tipo de cabecera con separación ancha entre las capillas es el conocido tradicionalmente en San Juan de Baños de Cerrato (Palencia); esta iglesia es, por el momento, la mayor de las cinco y cuenta, además, con un buen testimonio epigráfico para su edificación. Sobre el arco toral de la capilla mayor, se conserva una lápida cuadrada, soportada por cuatro canecillos labrados con aves y hélices, en la que se recoge un texto de seis versos hexámetros, de composición algo deficiente; en ellos, el rey Recesvinto dedica a San Juan Bautista el edificio en el año 699 de la era hispánica y decimotercero de su reinado, que es el 661 de nuestra Era; por tanto es el edificio visigodo mejor fechado y se ha utilizado habitualmente como término de comparación con los restantes, tanto por su arquitectura como por su decoración.

Desde luego, ha sufrido muchas transformaciones desde la época de Recesvinto y el propio interés de la inscripción ha llevado a dedicarle un número excesivo de restauraciones y excavaciones desde el siglo pasado, que lejos de aclarar algunos problemas, los complica con añadidos confusos e injustificados. El edificio existente es una sala amplia, dividida en tres naves por dos filas de columnas, cuyos muros exteriores se abren hacia la cabecera en la que hay tres capillas, la visigoda y dos laterales góticas; a la entrada se dispone un pórtico, del ancho de la nave central, con arco de herradura en la fachada; las columnas son romanas de acarreo, al igual que algunos de los capiteles; hay también capiteles visigodos originales y otros que imitan a los romanos. La entrada a la capilla mayor se hace a través de un arco toral apoyado en jambas lisas con impostas levemente inclinadas hacia dentro; los muros de la capilla tienen la misma anchura que el arco toral, de forma que la bóveda y el arco tienen unido el dovelaje; el arco lleva una moldura exterior decorada con pequeños tallos y hojas dentro de lengüetas, y en la clave tiene una cruz con disco central y brazos ensanchados y rematados por volutas; sobre todo esto, en el centro del muro, está la inscripción de Recesvinto, y aún más arriba, una banda decorada con un motivo de círculos secantes, que también se repite en las impostas de puertas y ventanas, y que forma una banda continua en la parte alta de la nave central, tanto por dentro como por fuera.

De todo lo visible, lo visigodo es la parte central en la que se suceden el pórtico, la nave sobre columnas y la capilla, mientras que todos los restantes muros externos corresponderían a obras posteriores. Sin embargo, en publicaciones recientes se dice que los datos de las últimas excavaciones indican que también los muros laterales son de época visigoda, así como un pórtico exterior de columnas que rodeaba todo el edificio hasta el siglo XVIII. Algo que resulta seguro es que la cabecera original estaba formada por tres capillas de dimensiones idénticas y separadas por otros dos espacios que son los de las capillas medievales; sólo se conserva el muro interior de cada una de estas capillas, a los lados de la cabecera actual, con los restos de arranque de las bóvedas sobre una imposta más estrecha y sencilla que la de la capilla central. Se observan los arranques de los muros de las capillas y los de los dos cortos brazos de nave por los que tenían su entrada. La última interpretación del excavador señala que la zona basilical central sería un edificio anterior sobre el que se agregarían el pórtico y la cabecera triple. En cualquier caso, parece que las plantas que se utilizan habitualmente no responden al trazado original de esta basílica de San Juan Bautista. De la observación del monumento, se deduce que la nave central está adosada al frente de la capilla, puesto que interrumpe el desarrollo de la moldura exterior del arco toral; en este caso, la disposición primitiva del edificio sería con una nave de crucero continua ante las tres capillas, como en Alcuéscar, que se modificó para formar una zona basilical más amplia, y quizás, entonces, se suprimieron las capillas de los extremos.

La obra de Rescesvinto podría ser la de la segunda fase, por la forma en la que están colocadas las impostas superiores de la nave, aunque aquí puede haber otras intervenciones posteriores de restauración. Puede verse cómo la arquitectura visigoda resulta una materia en la que aún debemos mantener amplias reservas a las interpretaciones, puesto que los datos son escasos y cualquier descubrimiento nuevo puede modificar lo establecido. El caso de San Juan Bautista de Baños de Cerrato resulta muy significativo, ya que lo que se ha venido definiendo durante el último siglo como un producto singular del arte visigodo en España, parece ahora el resultado de la agregación de dos construcciones diferentes. La disposición de tres capillas con muros independientes corresponde a un tipo de iglesia con difusión relativamente amplia, y que no tiene que ser fechado necesariamente en época de Recesvinto, sino que podría existir ya desde el siglo VI.

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