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Datos principales
Rango
Pacífico guerra
Desarrollo
Wake es un atolón desértico en el Pacífico central. Fue anexionado por los Estados Unidos en 1899 y, al comenzar la guerra mundial, desempeñaba el papel de estación de tránsito aéreo. Wake fue uno de los primeros objetivos seleccionados por los japoneses para quebrar el poder norteamericano y establecer su cinturón defensivo. Una evidencia más de que Washington esperaba el ataque japonés en otra zona es que la guarnición de Wake estaba a un tercio de sus efectivos cuando los japoneses atacaron Pearl Harbor . El día 8 de diciembre de 1941 la población de Wake era de 1.216 civiles, empleados de la Pan American y otras empresas, 449 infantes de marina, 68 marineros y cinco soldados del Ejército de tierra. Mandaba la guarnición el mayor James Devereux , que contaba además, con seis cañones de costa de 127 mm, 12 cañones antiaéreos de 76 mm y 12 anticuados aviones Grumman Wildcats. No disponía de radar, ni de minas, ni siquiera de alambre de espino. Contra ellos había enviado Japón, al mando del contraalminrante Kajioka, tres cruceros ligeros, seis destructores y una fuerza de desembarco. Para ablandar cualquier posible resistencia, la aviación japonesa bombardearía la isla antes de la llegada de la fuerza naval. Efectivamente, la guarnición de Wake no había digerido aún la terrible noticia del ataque contra Pearl Harbór, cuando el 8 de diciembre cayeron sobre la isla 36 bombarderos japoneses, que destruyeron siete aviones.
Los bombardeos continuaron durante los dos días siguientes, aunque parece que su eficacia fue nula. La fuerza de Kajioka se acercó a la isla la madrugada del 11 de diciembre- Hacia las cinco de la madrugada, aún de noche, medio centenar de cañones abrieron fuego sobre la isla oscura y silenciosa. Devereux mantuvo callada su pobre artillería, para aprovechar la eficacia de sus 127 a corta distancia. Esto confió a Kajioka -aún eufórico por la gran victoria de Nagumo en las Hawai-, que acercó sus barcos a cuatro kilómetros de la costa para mejor proteger el desembarco. En ese momento abrieron fuego a placer los cañones de Devereux. La segunda salva averió al Yubari, buque insignia. Minutos después se iba a pique el destructor Hayate y eran alcanzados algunos transportes de tropas, con lo que hubieron de renunciar al desembarco. Ya de día, despegaron los cinco aviones que quedaban en la isla y, pese a su debilidad, al no hallar oposición aérea averiaron a dos cruceros ligeros y echaron a pique al destructor Kisavagi... El contraalmirante Kajioka ordenó la retirada de su maltrecha flota, con dos destructores hundidos, averiados media docena de buques y unos 600 hombres perdidos. Dos Wildcats resultaron derribados. Japón no podía tolerar la bofetada. La flota de Nagumo , en su regreso de las Hawai hacia Japón, envió contra Wake a los portaaviones Hiryu y Soryu, acompañados por cuatro destructores y dos cruceros pesados.
Era el 16 de diciembre y ese mismo día Kajioka volvió sobre la isla. Entre los días 18 y 22 de diciembre la guarnición fue bombardeada en multitud de ocasiones. Los últimos Wildcats fueron destruidos. Las piezas antiaéreas cayeron una tras otra. Los cañones de costa, parcialmente dañados, nada pudieron hacer en esta ocasión; en la madrugada del 23 las fuerzas de desembarco japonesas saltaron a tierra en puntos bien elegidos, fuera del alcance de los 127, que recibían una lluvia de metralla lanzada por los grandes cañones de la flota. Sólo una anticuada pieza norteamericana tuvo ese día a su alcance un buque japonés, un viejo destructor que se fue al fondo del mar tras ser alcanzado. Fue la última hazaña testimonial de la guarnición de Wake, que se rendía a las 7,30 de la mañana. Pese a su superioridad, los japoneses tuvieron 820 bajas. La guarnición norteamericana y los civiles sufrieron 122 muertos; el resto fue hecho prisionero.
Los bombardeos continuaron durante los dos días siguientes, aunque parece que su eficacia fue nula. La fuerza de Kajioka se acercó a la isla la madrugada del 11 de diciembre- Hacia las cinco de la madrugada, aún de noche, medio centenar de cañones abrieron fuego sobre la isla oscura y silenciosa. Devereux mantuvo callada su pobre artillería, para aprovechar la eficacia de sus 127 a corta distancia. Esto confió a Kajioka -aún eufórico por la gran victoria de Nagumo en las Hawai-, que acercó sus barcos a cuatro kilómetros de la costa para mejor proteger el desembarco. En ese momento abrieron fuego a placer los cañones de Devereux. La segunda salva averió al Yubari, buque insignia. Minutos después se iba a pique el destructor Hayate y eran alcanzados algunos transportes de tropas, con lo que hubieron de renunciar al desembarco. Ya de día, despegaron los cinco aviones que quedaban en la isla y, pese a su debilidad, al no hallar oposición aérea averiaron a dos cruceros ligeros y echaron a pique al destructor Kisavagi... El contraalmirante Kajioka ordenó la retirada de su maltrecha flota, con dos destructores hundidos, averiados media docena de buques y unos 600 hombres perdidos. Dos Wildcats resultaron derribados. Japón no podía tolerar la bofetada. La flota de Nagumo , en su regreso de las Hawai hacia Japón, envió contra Wake a los portaaviones Hiryu y Soryu, acompañados por cuatro destructores y dos cruceros pesados.
Era el 16 de diciembre y ese mismo día Kajioka volvió sobre la isla. Entre los días 18 y 22 de diciembre la guarnición fue bombardeada en multitud de ocasiones. Los últimos Wildcats fueron destruidos. Las piezas antiaéreas cayeron una tras otra. Los cañones de costa, parcialmente dañados, nada pudieron hacer en esta ocasión; en la madrugada del 23 las fuerzas de desembarco japonesas saltaron a tierra en puntos bien elegidos, fuera del alcance de los 127, que recibían una lluvia de metralla lanzada por los grandes cañones de la flota. Sólo una anticuada pieza norteamericana tuvo ese día a su alcance un buque japonés, un viejo destructor que se fue al fondo del mar tras ser alcanzado. Fue la última hazaña testimonial de la guarnición de Wake, que se rendía a las 7,30 de la mañana. Pese a su superioridad, los japoneses tuvieron 820 bajas. La guarnición norteamericana y los civiles sufrieron 122 muertos; el resto fue hecho prisionero.