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Datos principales
Rango
Barroco16
Desarrollo
La fundación de ciudades marcó el avance de la expansión española en las nuevas tierras descubiertas. Las ciudades fundadas por los españoles si bien en ocasiones se superpusieron a las ciudades prehispánicas, en otros muchos casos fueron ciudades nuevas. Con unas y otras se fue creando, desde el siglo XVI, una red urbana en la que tuvieron su marco de actuación las instituciones políticas, a través de la cual se dieron los intercambios comerciales y, en definitiva, se desarrolló la vida durante los tres siglos que aquí vamos a tratar.Desde la Antigüedad la fundación de ciudades se había utilizado como instrumento de colonización. Introducía un orden espacial en el proceso de asentamiento cuyos beneficios -se argumentaba ya en Castilla en el siglo XV- habían sido señalados por Aristóteles en la "Política". El que Aristóteles pusiera como modelo de gobierno el de la ciudad proyectada por Hipodamo de Mileto, con su trazado en damero, nos remite a una determinada ordenación espacial para la ciudad que, además, no había desaparecido a lo largo de la Edad Media. Aristóteles también se refería al orden que desde su origen debía regir a la ciudad y su gobierno, pues aquello que se empezaba mal, era muy difícil después corregirlo. Es sobre todo esa idea de orden la que aparece en la "Instrucción" dada a Pedrarias Dávila en 1513, en la "Real Cédula" a Francisco de Garay en 1521, y en la "Instrucción" de Carlos V a Hernán Cortés en 1523: "porque en los lugares que de nuevo se hazen dando la orden en el comienço, sin ningún trabajo ni costa quedan ordenados é los otros jamás se ordenan".
Aunque el trazado en cuadrícula fue el más operativo para ordenar el espacio y venía siendo utilizado desde hacía siglos, no se convirtió en norma para las ciudades americanas hasta después de fundadas algunas de las más importantes. La influencia del "De Regimini Principum" de Santo Tomás de Aquino en la fundación de las nuevas ciudades -durante el gobierno de un buen rey debían fundarse ciudades- estudiada por G. Guarda, no aclara sin embargo nada respecto a su forma, pues, como ha observado Rojas Mix, las consideraciones de Santo Tomás sobre aspectos prácticos se reducen a cuestiones de clima o de salubridad.Si el trazado ortogonal de las ciudades se ha puesto en relación tanto con los campamentos militares de la Antigua Roma, como con las ciudades hipodámicas o algunas ciudades medievales, los españoles que fueron a poblar las tierras descubiertas tenían ejemplos cercanos de trazados urbanos regulares, como el de la ciudad de Vera en Almería, o las nuevas poblaciones de la sierra de Jaén fundadas en los años treinta del siglo XVI (Mancha Real, Los Villares, Cambil...) y, sobre todo, el ejemplo reiteradamente citado de la ciudad de Santa Fe, levantada por los Reyes Católicos para la conquista de Granada. En esta última ciudad se ha querido ver (Palm) el precedente material -su trazado ortogonal- y espiritual -la conquista unida a la religión- de las ciudades fundadas en las Indias. La idea militar de un campamento como los de la antigua Roma -con su plaza de armas que es como se llamaron las plazas mayores de las ciudades americanas durante mucho tiempo- subyace en los principios de orden que rigieron las nuevas fundaciones.
La ubicación de la plaza en el centro se ha relacionado con la que en los campamentos militares ocupaban la tienda del Señor y sus oficiales (en manera de alcaçar) según las "Siete Partidas" de Alfonso X el Sabio , con un espacio vacío o "plaça para en que descavalguen los que vinieren a ver al Rey". Cabe recordar también cómo durante el reinado del emperador Carlos en otros de sus reinos, además de los peninsulares, se habían fundado nuevas ciudades, como la de Carlentini en Sicilia, con un trazado ortogonal semejante al utilizado tanto en la Península como en los territorios americanos. Cuando los españoles entraron en contacto con las culturas prehispánicas pudieron comprobar además que ese tipo de trazado regular y próximo al damero -con un centro ceremonial que podía recordar la plaza hispánica- estaba presente en las grandes ciudades conquistadas.Fue la idea de orden, el trazado a cordel y regla, tal como se indica en la "Ordenanza" de 1523, la que presidió la fundación de ciudades. En algunos casos se conocen los nombres de aquellos que hicieron la planta de las nuevas ciudades, pero no se trata normalmente de arquitectos o ingenieros. Bonet ha relacionado la traza de la ciudad de Santiago de los Caballeros de León (León Viejo), en Nicaragua -fundada en 1524- con la de Lima a través de Juan Meco, personaje que estuvo en ambas ciudades y que en Lima se ocupaba del reparto de solares en 1537. Cuando Pizarro fundó Lima en 1535, encargó un plano de la ciudad a Diego de Agüero y a Juan Tello de Guzmán.
Alonso Martín Partidor proyectó Puebla de los Angeles en 1531, Juan Alanís trazó Santiago de Querétaro en 1534 y en 1541-43 Juan Ponce trazó Valladolid (la actual Morelia). Pocos fueron tan famosos como Alonso García Bravo, el xumétrico, que llegó con Cortés a México y que dio la traza tanto de esa ciudad como de Antequera (la actual Oaxaca) y Veracruz.En la Ordenanza de 1523 ya se indicaba el proceso a seguir en el trazado de la ciudad: "comenzando desde la plaza mayor, y sacando desde ella calles a las puertas y caminos principales, y dexando tanto compás abierto, que aunque la población vaya en gran crecimiento, se pueda siempre proseguir y dilatar en la misma forma", casi las mismas palabras que recogerán las "Ordenanzas" de 1573. Con un trazado ortogonal que parece seguir ese proceso fue fundada en 1528 Ciudad Real, en México (actual San Cristóbal de las Casas). Con la plaza Mayor cuadrada y un trazado en retícula nació tanto la citada Antequera, que recibió el título de ciudad en 1532, como Puebla de los Angeles, cuya plaza tuvo además desde muy pronto soportales de madera.También Lima tuvo un trazado regular, con calles de cuarenta pies de ancho y plaza -hacia el río- con soportales. Quito fue fundada en 1534 y, a pesar de la difícil topografía del terreno, fue trazada en cuadrícula. Hay que señalar cómo la regularidad de la ciudad se proyectó en el territorio inmediato en el momento de la fundación, pues en algún plano, como el del reparto de tierras de Mendoza en 1561, la ciudad se ha convertido en un cuadrado central rodeado por el cuadrado desierto del ejido, que a su vez es rodeado por las tierras repartidas para huerta y viña: un ejercicio de geometría para ordenar el territorio que sin duda complacería en la corte de Felipe II .
Los primeros planos de ciudades que se conocen son un registro de los derechos adquiridos por conquista, ya que la ciudad fue un botín de guerra. Por eso, lo primero que se hacía al fundar una ciudad era ese reparto sobre un plano, siendo los siguientes pasos alzar el rollo y árbol de justicia, nombrar a los miembros del Cabildo entre el grupo de afines al jefe de la conquista, y señalar la advocación de la iglesia mayor. Se conocen de hecho varios planos de fundación de ciudades con el reparto de solares y los nombres de los beneficiados: al fundar la ciudad de Mendoza (Argentina) en 1561, se especificaron en el plano los nombres de todos los propietarios de los solares, reservándose el fundador de la ciudad -el capitán Pedro del Castillo- todo un frente de la plaza mayor para sus propias casas. Se indicaba además que, de trasladarse la ciudad de sitio, había que mantener los "solares a los vezinos y moradores en la parte que en la traga desta los tienen azia los vientos que están señalados". Con ello se guardaban de las consecuencias de un fenómeno frecuente, como fue el que las ciudades cambiarán su emplazamiento después de ser fundadas. Ocurrió con Mendoza, con Guadalajara (México) -fundada por Juan de Oñate en 1531 y que se trasladó de lugar varias veces antes de 1542- y con la Salamanca fundada en 1527 por Francisco de Montejo en Yucatán.Las razones para elegir uno u otro nombre para las ciudades se encuentran muchas veces en lo que fue la memoria personal de los conquistadores: poner a la ciudad fundada el nombre de la de procedencia en la Península fue frecuente; al fin y al cabo, cuando Colón realizó su segundo viaje, se habló de "mezclar el mundo y dar a aquellas tierras extrañas forma de la nuestra".
También fue frecuente que algo de lo nuevo recordase lo viejo que se había dejado atrás y por eso Antequera (hoy Oaxaca) se llamó así por el parecido de su ubicación con Antequera de España, y Mérida en Yucatán -fundada por Francisco de Montejo el Mozo, hijo del anterior, en 1542- debe su nombre a que los edificios prehispánicos que en ella había recordaron a los conquistadores a los de la Mérida de Extremadura. Por otra parte, y respecto al nombre de las ciudades, M. Góngora apuntó hace años que en la elección pudo existir el interés de aplicar el fuero de la correspondiente ciudad peninsular, cosa que la corona negó en la mayoría de los casos.A la propia tradición se incorporó la concepción de la ciudad prehispánica que encontraron. En Cholula (México) se puede apreciar cómo sería una ciudad prehispánica: con templos mayores y menores y con barrios subdivididos a su vez en otros. Si la ciudad de Pátzcuaro (Michoacán, México) fue fundada sobre un núcleo prehispánico, cuando Alonso García Bravo dio la traza para la ciudad de México ubicó la plaza de armas, catedral y palacio virreinal sobre el núcleo de lo que había sido el antiguo centro ceremonial de Tenochtitlan, convirtiéndose éste en uno de los casos más representativos de superposición de culturas que se dio a la llegada de los españoles a América.No era algo nuevo, pues en España, al correr de los siglos, sobre iglesias visigodas se habían construido mezquitas y sobre éstas templos cristianos, como también el emperador Carlos V había construido un palacio en la Alhambra.
En la ciudad de México se llevó a cabo además una cristianización de los cuatro grandes campa prehispánicos mediante parroquias cuyas advocaciones -tal como ha estudiado R. Moreno de los Arcos- se correspondían a las características de los dioses aztecas a que estuvieron dedicados: San Sebastián / Atzacualco, Santa María / Cuepopan, San Juan/ Moyotla y San Pablo/ Teopan.La cristianización a que fue sometida la antigua Tenochtitlan se puso de manifiesto no sólo con estas advocaciones, sino que también nos es recordada por las palabras de Motolinia cuando escribió que en los primeros años de la construcción de la ciudad de México había allí "más gente que en la edificación del templo de Jerusalem". Son palabras que remiten a la relación simbólica entre ciudad y templo, estudiada para Europa por Corboz, y para la América colonial por Fagiolo. En ese sentido cabe recordar la ubicación de los edificios religiosos en las plantas de fundación, tanto de la ciudad de Mendoza como de San Juan de la Frontera, ambas en Argentina, en 1562: ocupan las cuatro esquinas del perfecto cuadrado que es la ciudad y, al margen de cuestiones funcionales y de la tradición peninsular de edificar extramuros los conventos de algunas órdenes, que sin duda están presentes, parece inevitable imaginar una cruz en forma de aspa abrazando toda la ciudad cuando se ven esas trazas.Famosa es también la superposición en Cuzco -ombligo del imperio inca- de la ciudad de los españoles sobre la prehispánica, aunque la traza (1578) sea ya de la época del virrey don Francisco de Toledo .
No sólo el convento de Santo Domingo se superpuso al Coricancha incaico, la catedral se levantó sobre el antiguo palacio de Viracocha y se conservó la plaza prehispánica nivelándola, sino que los muros prehispánicos siguen formando calles y se mantuvieron los cuatro rumbos en que estaba dividido el Tahuantisuyu o universo incaico. Algunos autores han apuntado que en este tipo de superposiciones quizá estuviera latente la idea de identificar la imagen presente con la grandeza de un pasado histórico recién conquistado, mentalidad que también había presidido la conquista de Granada por los Reyes Católicos, pero también pudiera tratarse de dejar memoria de la idea de triunfo a través de la imposición de lo español cristiano sobre lo indígena.
Aunque el trazado en cuadrícula fue el más operativo para ordenar el espacio y venía siendo utilizado desde hacía siglos, no se convirtió en norma para las ciudades americanas hasta después de fundadas algunas de las más importantes. La influencia del "De Regimini Principum" de Santo Tomás de Aquino en la fundación de las nuevas ciudades -durante el gobierno de un buen rey debían fundarse ciudades- estudiada por G. Guarda, no aclara sin embargo nada respecto a su forma, pues, como ha observado Rojas Mix, las consideraciones de Santo Tomás sobre aspectos prácticos se reducen a cuestiones de clima o de salubridad.Si el trazado ortogonal de las ciudades se ha puesto en relación tanto con los campamentos militares de la Antigua Roma, como con las ciudades hipodámicas o algunas ciudades medievales, los españoles que fueron a poblar las tierras descubiertas tenían ejemplos cercanos de trazados urbanos regulares, como el de la ciudad de Vera en Almería, o las nuevas poblaciones de la sierra de Jaén fundadas en los años treinta del siglo XVI (Mancha Real, Los Villares, Cambil...) y, sobre todo, el ejemplo reiteradamente citado de la ciudad de Santa Fe, levantada por los Reyes Católicos para la conquista de Granada. En esta última ciudad se ha querido ver (Palm) el precedente material -su trazado ortogonal- y espiritual -la conquista unida a la religión- de las ciudades fundadas en las Indias. La idea militar de un campamento como los de la antigua Roma -con su plaza de armas que es como se llamaron las plazas mayores de las ciudades americanas durante mucho tiempo- subyace en los principios de orden que rigieron las nuevas fundaciones.
La ubicación de la plaza en el centro se ha relacionado con la que en los campamentos militares ocupaban la tienda del Señor y sus oficiales (en manera de alcaçar) según las "Siete Partidas" de Alfonso X el Sabio , con un espacio vacío o "plaça para en que descavalguen los que vinieren a ver al Rey". Cabe recordar también cómo durante el reinado del emperador Carlos en otros de sus reinos, además de los peninsulares, se habían fundado nuevas ciudades, como la de Carlentini en Sicilia, con un trazado ortogonal semejante al utilizado tanto en la Península como en los territorios americanos. Cuando los españoles entraron en contacto con las culturas prehispánicas pudieron comprobar además que ese tipo de trazado regular y próximo al damero -con un centro ceremonial que podía recordar la plaza hispánica- estaba presente en las grandes ciudades conquistadas.Fue la idea de orden, el trazado a cordel y regla, tal como se indica en la "Ordenanza" de 1523, la que presidió la fundación de ciudades. En algunos casos se conocen los nombres de aquellos que hicieron la planta de las nuevas ciudades, pero no se trata normalmente de arquitectos o ingenieros. Bonet ha relacionado la traza de la ciudad de Santiago de los Caballeros de León (León Viejo), en Nicaragua -fundada en 1524- con la de Lima a través de Juan Meco, personaje que estuvo en ambas ciudades y que en Lima se ocupaba del reparto de solares en 1537. Cuando Pizarro fundó Lima en 1535, encargó un plano de la ciudad a Diego de Agüero y a Juan Tello de Guzmán.
Alonso Martín Partidor proyectó Puebla de los Angeles en 1531, Juan Alanís trazó Santiago de Querétaro en 1534 y en 1541-43 Juan Ponce trazó Valladolid (la actual Morelia). Pocos fueron tan famosos como Alonso García Bravo, el xumétrico, que llegó con Cortés a México y que dio la traza tanto de esa ciudad como de Antequera (la actual Oaxaca) y Veracruz.En la Ordenanza de 1523 ya se indicaba el proceso a seguir en el trazado de la ciudad: "comenzando desde la plaza mayor, y sacando desde ella calles a las puertas y caminos principales, y dexando tanto compás abierto, que aunque la población vaya en gran crecimiento, se pueda siempre proseguir y dilatar en la misma forma", casi las mismas palabras que recogerán las "Ordenanzas" de 1573. Con un trazado ortogonal que parece seguir ese proceso fue fundada en 1528 Ciudad Real, en México (actual San Cristóbal de las Casas). Con la plaza Mayor cuadrada y un trazado en retícula nació tanto la citada Antequera, que recibió el título de ciudad en 1532, como Puebla de los Angeles, cuya plaza tuvo además desde muy pronto soportales de madera.También Lima tuvo un trazado regular, con calles de cuarenta pies de ancho y plaza -hacia el río- con soportales. Quito fue fundada en 1534 y, a pesar de la difícil topografía del terreno, fue trazada en cuadrícula. Hay que señalar cómo la regularidad de la ciudad se proyectó en el territorio inmediato en el momento de la fundación, pues en algún plano, como el del reparto de tierras de Mendoza en 1561, la ciudad se ha convertido en un cuadrado central rodeado por el cuadrado desierto del ejido, que a su vez es rodeado por las tierras repartidas para huerta y viña: un ejercicio de geometría para ordenar el territorio que sin duda complacería en la corte de Felipe II .
Los primeros planos de ciudades que se conocen son un registro de los derechos adquiridos por conquista, ya que la ciudad fue un botín de guerra. Por eso, lo primero que se hacía al fundar una ciudad era ese reparto sobre un plano, siendo los siguientes pasos alzar el rollo y árbol de justicia, nombrar a los miembros del Cabildo entre el grupo de afines al jefe de la conquista, y señalar la advocación de la iglesia mayor. Se conocen de hecho varios planos de fundación de ciudades con el reparto de solares y los nombres de los beneficiados: al fundar la ciudad de Mendoza (Argentina) en 1561, se especificaron en el plano los nombres de todos los propietarios de los solares, reservándose el fundador de la ciudad -el capitán Pedro del Castillo- todo un frente de la plaza mayor para sus propias casas. Se indicaba además que, de trasladarse la ciudad de sitio, había que mantener los "solares a los vezinos y moradores en la parte que en la traga desta los tienen azia los vientos que están señalados". Con ello se guardaban de las consecuencias de un fenómeno frecuente, como fue el que las ciudades cambiarán su emplazamiento después de ser fundadas. Ocurrió con Mendoza, con Guadalajara (México) -fundada por Juan de Oñate en 1531 y que se trasladó de lugar varias veces antes de 1542- y con la Salamanca fundada en 1527 por Francisco de Montejo en Yucatán.Las razones para elegir uno u otro nombre para las ciudades se encuentran muchas veces en lo que fue la memoria personal de los conquistadores: poner a la ciudad fundada el nombre de la de procedencia en la Península fue frecuente; al fin y al cabo, cuando Colón realizó su segundo viaje, se habló de "mezclar el mundo y dar a aquellas tierras extrañas forma de la nuestra".
También fue frecuente que algo de lo nuevo recordase lo viejo que se había dejado atrás y por eso Antequera (hoy Oaxaca) se llamó así por el parecido de su ubicación con Antequera de España, y Mérida en Yucatán -fundada por Francisco de Montejo el Mozo, hijo del anterior, en 1542- debe su nombre a que los edificios prehispánicos que en ella había recordaron a los conquistadores a los de la Mérida de Extremadura. Por otra parte, y respecto al nombre de las ciudades, M. Góngora apuntó hace años que en la elección pudo existir el interés de aplicar el fuero de la correspondiente ciudad peninsular, cosa que la corona negó en la mayoría de los casos.A la propia tradición se incorporó la concepción de la ciudad prehispánica que encontraron. En Cholula (México) se puede apreciar cómo sería una ciudad prehispánica: con templos mayores y menores y con barrios subdivididos a su vez en otros. Si la ciudad de Pátzcuaro (Michoacán, México) fue fundada sobre un núcleo prehispánico, cuando Alonso García Bravo dio la traza para la ciudad de México ubicó la plaza de armas, catedral y palacio virreinal sobre el núcleo de lo que había sido el antiguo centro ceremonial de Tenochtitlan, convirtiéndose éste en uno de los casos más representativos de superposición de culturas que se dio a la llegada de los españoles a América.No era algo nuevo, pues en España, al correr de los siglos, sobre iglesias visigodas se habían construido mezquitas y sobre éstas templos cristianos, como también el emperador Carlos V había construido un palacio en la Alhambra.
En la ciudad de México se llevó a cabo además una cristianización de los cuatro grandes campa prehispánicos mediante parroquias cuyas advocaciones -tal como ha estudiado R. Moreno de los Arcos- se correspondían a las características de los dioses aztecas a que estuvieron dedicados: San Sebastián / Atzacualco, Santa María / Cuepopan, San Juan/ Moyotla y San Pablo/ Teopan.La cristianización a que fue sometida la antigua Tenochtitlan se puso de manifiesto no sólo con estas advocaciones, sino que también nos es recordada por las palabras de Motolinia cuando escribió que en los primeros años de la construcción de la ciudad de México había allí "más gente que en la edificación del templo de Jerusalem". Son palabras que remiten a la relación simbólica entre ciudad y templo, estudiada para Europa por Corboz, y para la América colonial por Fagiolo. En ese sentido cabe recordar la ubicación de los edificios religiosos en las plantas de fundación, tanto de la ciudad de Mendoza como de San Juan de la Frontera, ambas en Argentina, en 1562: ocupan las cuatro esquinas del perfecto cuadrado que es la ciudad y, al margen de cuestiones funcionales y de la tradición peninsular de edificar extramuros los conventos de algunas órdenes, que sin duda están presentes, parece inevitable imaginar una cruz en forma de aspa abrazando toda la ciudad cuando se ven esas trazas.Famosa es también la superposición en Cuzco -ombligo del imperio inca- de la ciudad de los españoles sobre la prehispánica, aunque la traza (1578) sea ya de la época del virrey don Francisco de Toledo .
No sólo el convento de Santo Domingo se superpuso al Coricancha incaico, la catedral se levantó sobre el antiguo palacio de Viracocha y se conservó la plaza prehispánica nivelándola, sino que los muros prehispánicos siguen formando calles y se mantuvieron los cuatro rumbos en que estaba dividido el Tahuantisuyu o universo incaico. Algunos autores han apuntado que en este tipo de superposiciones quizá estuviera latente la idea de identificar la imagen presente con la grandeza de un pasado histórico recién conquistado, mentalidad que también había presidido la conquista de Granada por los Reyes Católicos, pero también pudiera tratarse de dejar memoria de la idea de triunfo a través de la imposición de lo español cristiano sobre lo indígena.