La decoración mural de San Jorge de Oberzell
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Datos principales
Rango
Arte Otoniano
Desarrollo
La pintura mural de los edificios otonianos nos resulta una verdadera incógnita: el único conjunto importante conservado, el de la iglesia de San Jorge de Oberzell, en la isla de Reichenau, padece un exceso de restauración. Dada esta circunstancia, resulta muy difícil admitir un planteamiento genérico a partir de estas pinturas, tal como se ha hecho por algunos especialistas. Vistos los precedentes, los murales carolingios, y los consecuentes, los románicos, podríamos considerar que la tendencia hacia un lenguaje convencional, ya románico, que era una de las formas de la pintura carolina, se ha consolidado definitivamente en este período.El templo de san Jorge es la única supervivencia de murales otonianos existentes en los diferentes monasterios de la isla de Reichenau. Su restauración sólo nos permite observar, como originales en estos frescos, la iconografía, el trazado general de las figuras y los colores de base. Desaparecidas las pinturas de la cabecera, la decoración se refiere a los muros laterales de la nave central, por encima del intercolumnio y entre las ventanas. La característica falta de articulación muraria, que subsiste todavía aquí, favorece la realización de grandes composiciones en las que se mueven alargadas y estilizadas figuras. La progresiva definición lineal que hemos indicado en la pintura carolingia se hace aquí muy patente. Notamos recursos especiales de un lenguaje convencional antiguo, como las características bandas cromáticas, a los que no debe ser ajeno el arte de la miniatura que practican los "scriptoria" de la isla. Debieron ser ejecutados estos murales en el último cuarto de la décima centuria.Ocho grandes paneles con escenas de los milagros de Jesucristo se disponen en las grandes superficies de los laterales; sobre ellos, retratos de abades y ángeles. Se ha querido ver en este ciclo cristológico una muestra de especulaciones teológicas propias de la iglesia alemana de la época, aunque todos los detalles iconográficos nos remiten a repertorios de imágenes perfectamente conocidos desde el mundo paleocristiano.