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América

Desarrollo


Pueblo agrícola, al maya le era imprescindible poseer una exacta cuenta del paso del tiempo para prevenir el momento exacto del desarrollo del ciclo cultivador. A esta exigencia dio la oportuna respuesta la ciencia sacerdotal, con una minuciosa observación del cielo y la invención de un sistema matemático de extraordinaria precisión. Siguiendo un orden lógico, debemos pensar que primero fue la observación astronómica y que ella exigió después arbitrar un método para contar la regularidad, frecuencia y variaciones de los fenómenos celestes. Por esta razón es muy difícil separar entre los mayas calendario y aritmética. Minuciosas observaciones astronómicas llevaron a los mayas a establecer un calendario solar, de trescientos sesenta y cinco días, y para fijar fechas, un calendario ritual, de doscientos sesenta días, a los que llamaron, respectivamente, Haab y Tzolkin. Para lograr su objetivo partieron de la base de dar nombres diferentes a veinte días, que se organizaban por trecenas. Así, sobre la lista de los veinte nombres superponían trece números, que volvían a contarse desde el uno hasta llegar al catorce. De este modo, a lo largo del año, un mismo nombre no tenía el mismo número. Combinaron los dos calendarios (suprimiendo los últimos cinco días, por ser número impar) y sólo volvían a coincidir al paso de cincuenta y dos o de ciento cuatro años, ciclos que equivalían a nuestros siglos. Pero como el año no tiene exactamente trescientos sesenta y cinco días, sino horas, minutos y segundos sobrantes, que se acumulan al paso del tiempo, establecieron "correcciones" por medio del ciclo lunar, del ciclo del planeta Venus, contando incluso con la posición de algunas estrellas, como las Pléyades.

Sus exactas observaciones hicieron que en la época del Descubrimiento su cuenta del tiempo fuera más correcta que la europea, que exigió, como es sabido, la corrección Gregoriana en el siglo XVI. Suelo observar, porque es algo que de puro sabido nadie repara en ello, que hay dos modos de contar el tiempo: el de la repetición o "tiempo que va pasando" y el del correr de los años o "tiempo que ha pasado". Para el primero sirve y basta el calendario, pero para el segundo, sobre la base misma, naturalmente, del calendario, es preciso establecer un cómputo o era; es decir, un punto de partida que valga para llevar la cuenta del tiempo transcurrido. Esto también lo tuvieron los mayas, y de ahí que las fechas consignadas en sus monumentos, estelas (de que luego se trata), sirvan para datar los años en que fueron levantados. Ajustar las fechas mayas a las europeas no fue fácil, pero tomando como punto de partida un hecho fechado por mayas y españoles, los investigadores, contando hacia atrás, han podido conseguirlo.

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