Capítulos séptimo a décimo
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Datos principales
Desarrollo
Capítulo séptimo En que se tracta del mal agüero que tomavan cuando vían algún conejo entrar en su casa Los aldeanos y gente rústica, cuando vían que en su casa entrava algún conejo, luego tomavan mal agüero, y concebían en su pecho que les havían de robar la casa, o que alguno de su casa se havía de ausentar o esconder por los montes o por las barrancas donde andan los ciervos y conejos. Sobre todas estas cosas ivan a consoltar a los que tenían oficio de declarar estos agüeros. Los conejos de esta tierra son como los de España, aunque no tienen tan buen comer. Capítulo ocho En que se tracta del mal agüero que tomavan los naturales de esta Nueva España cuando encontravan con una savandija o gusano que la llaman pinauiztli Cuando quiera que esta savandija entrava en la casa de alguno, o alguno la encontrava en el camino, luego concebía en su pecho que aquello era señal que havía de caer en enfermedad, o que algún mal le havía de venir, o que le havía alguno de afrontar o avergonçar. Y para en remedio de esto hazían la cerimonia que se sigue. Tomavan aquella savandija y hazían dos rayas en cruz en el suelo, y poníala en medio de ellas, y escupíala. Y luego dezía estas palabras que se siguen, endereçándolas a aquella savandija: "¿A qué has venido? Quiero ver a qué has venido". Y luego se ponía a mirar hazia a qué parte iría aquella savandija; y si iva hazia el norte, luego se determinava en que aquello era señal que havía de morir este hombre que la mirava; y si por ventura iva hazia otra parte alguna, luego se determinava en que no era cosa de muerte aquella señal sino de algún otro infortunio de poca importancia.
Y así dezía: "Anda, vete donde quisieres. No se me da nada de ti. ¿He de andar pensando por ventura en lo que quisieres dezir? Ello se parecerá ante de mucho. No me curo de ti". Y luego tomava aquella savandija y poníala en la división de dos caminos, y allí la dexava. Y algunos, tomándola, passávanla con un cabello por medio del cuerpo y colgávanla de algún palo, y dexávanla estar allí hasta otro día. Y si otro día no la hallava, començava a sospechar que le havía de venir algún mal; y si por ventura cuando la iva ver otro día la hallava allí, entonce consolávase teniendo por cierto que no era agüero. Y el echarle escupita o un poco de pulcre encima, dezían que esto era emborracharla. Y algunas vezes tenían este agüero por indiferente de mal y de bien, porque dezían que algunas vezes el que encontrava con ella havía de encontrar con alguna buena comida. Esta savandija es de hechura de araña grande, y el cuerpo gruesso, y tiene color bermejo, y a partes obscuro de negro; casi es tamaña como un ratonzillo; no tiene pelos, es lampiña. Capítulo nueve Que tracta del agüero que tomavan cuando un animalejo muy hedionda que se llama épatl entrava en su casa o olían su hedor en alguna parte Tenían también por mal agüero los naturales de esta Nueva España cuando un animalejo cuya orina es muy hedionda entrava en su casa, o parla en algún agujero dentro de su casa. En tal caso luego concebían mal pronóstico, y era que el dueño de la casa havía de morir.
Y dezían que la causa era porque este animalejo no suele parir en casa alguna, sino en el campo o entre las piedras, en los maizales, donde hay magueyes o tunas. También dezían que este animalejo era imagen del dios que llamavan Tezcatlipuca. Y cuando este animalejo espelía aquella materia hedionda que era la orina, o el mismo estiércol o la ventosidad, dezían: "Tezcatlipuca ha ventosiado". Tiene esta maña este animalejo, que cuando topan con él en casa o fuera, no huye mucho, sino anda azcadillando de acá para allá, y cuando el que le persigue va ya cerca para asirle, alça la cola y arrójale a la cara la orina o aquel humor que alança, muy hediondo, tan rezio como si le achasse con una xeringa. Y aquel humor cuando se esparce parece de muchas colores, como el arco del cielo; y donde da queda aquel hedor tan impreso que jamás se puede quitar, o a lo menos dura mucho, ora en el cuerpo ora en las vestiduras. Y es el hedor tan rezio y tan intenso que no hay hedor tan bivo ni tan penetrativo ni tan asqueroso. Y cuando este hedor es reziente, el que le huele no ha de escupir, y dizen que si escupe, como asquereando, luego se le buelve cano todo el cabello. Y por esto los padres y madres amonestavan a sus hijos e hijas que cuando olían este hedor no escupiessen, mas antes apretassen los labios. Si este animalejo acierta con su orina a dar en los ojos, ciega los ojos. Este animalejo es blanco por la barriga y pechos, y negro en lo demás. Capítulo diez En que se tracta del agüero que tomavan de las hormigas y ranas y ratones en cierto caso Cuando quiera que alguno vía que en su casa se criavan hormigas y havía hormiguero de ellas, luego tomavan mal agüero, teniendo entendido que aquello era señal que havían de tener persecución los de aquella casa de parte de algún malívolo o imbidioso, porque tal fama havía que las hormigas que se criavan en casa eran significación de aquello arriba dicho, o que los imbidiosos y malívolos los echavan dentro de casa por malquerencia y por hazer mal a los moradores, desseándolos enfermedad o muerte o pobreza y dessasosiego. Esto mismo se sentía si alguno en su casa hallava o vía alguna rana o sapo en las paredes o en el tlapanco o entre los maderos de la casa. Y también tenían entendido que las tales ranas las echavan dentro de casa los malívolos enemigos y imbidiosos por malquerencia. El mismo mal agüero se tomava cuando alguno vía en su casa unos ratonzillos que tienen unos chillidos distinctos de los otros ratones, y dessasosiegan la casa. Llaman a éstos tetzauhquimichin. En todos estos agüeros ivan a consoltar a los agureros que lo declaravan y davan remedio contra ellos.
Y así dezía: "Anda, vete donde quisieres. No se me da nada de ti. ¿He de andar pensando por ventura en lo que quisieres dezir? Ello se parecerá ante de mucho. No me curo de ti". Y luego tomava aquella savandija y poníala en la división de dos caminos, y allí la dexava. Y algunos, tomándola, passávanla con un cabello por medio del cuerpo y colgávanla de algún palo, y dexávanla estar allí hasta otro día. Y si otro día no la hallava, començava a sospechar que le havía de venir algún mal; y si por ventura cuando la iva ver otro día la hallava allí, entonce consolávase teniendo por cierto que no era agüero. Y el echarle escupita o un poco de pulcre encima, dezían que esto era emborracharla. Y algunas vezes tenían este agüero por indiferente de mal y de bien, porque dezían que algunas vezes el que encontrava con ella havía de encontrar con alguna buena comida. Esta savandija es de hechura de araña grande, y el cuerpo gruesso, y tiene color bermejo, y a partes obscuro de negro; casi es tamaña como un ratonzillo; no tiene pelos, es lampiña. Capítulo nueve Que tracta del agüero que tomavan cuando un animalejo muy hedionda que se llama épatl entrava en su casa o olían su hedor en alguna parte Tenían también por mal agüero los naturales de esta Nueva España cuando un animalejo cuya orina es muy hedionda entrava en su casa, o parla en algún agujero dentro de su casa. En tal caso luego concebían mal pronóstico, y era que el dueño de la casa havía de morir.
Y dezían que la causa era porque este animalejo no suele parir en casa alguna, sino en el campo o entre las piedras, en los maizales, donde hay magueyes o tunas. También dezían que este animalejo era imagen del dios que llamavan Tezcatlipuca. Y cuando este animalejo espelía aquella materia hedionda que era la orina, o el mismo estiércol o la ventosidad, dezían: "Tezcatlipuca ha ventosiado". Tiene esta maña este animalejo, que cuando topan con él en casa o fuera, no huye mucho, sino anda azcadillando de acá para allá, y cuando el que le persigue va ya cerca para asirle, alça la cola y arrójale a la cara la orina o aquel humor que alança, muy hediondo, tan rezio como si le achasse con una xeringa. Y aquel humor cuando se esparce parece de muchas colores, como el arco del cielo; y donde da queda aquel hedor tan impreso que jamás se puede quitar, o a lo menos dura mucho, ora en el cuerpo ora en las vestiduras. Y es el hedor tan rezio y tan intenso que no hay hedor tan bivo ni tan penetrativo ni tan asqueroso. Y cuando este hedor es reziente, el que le huele no ha de escupir, y dizen que si escupe, como asquereando, luego se le buelve cano todo el cabello. Y por esto los padres y madres amonestavan a sus hijos e hijas que cuando olían este hedor no escupiessen, mas antes apretassen los labios. Si este animalejo acierta con su orina a dar en los ojos, ciega los ojos. Este animalejo es blanco por la barriga y pechos, y negro en lo demás. Capítulo diez En que se tracta del agüero que tomavan de las hormigas y ranas y ratones en cierto caso Cuando quiera que alguno vía que en su casa se criavan hormigas y havía hormiguero de ellas, luego tomavan mal agüero, teniendo entendido que aquello era señal que havían de tener persecución los de aquella casa de parte de algún malívolo o imbidioso, porque tal fama havía que las hormigas que se criavan en casa eran significación de aquello arriba dicho, o que los imbidiosos y malívolos los echavan dentro de casa por malquerencia y por hazer mal a los moradores, desseándolos enfermedad o muerte o pobreza y dessasosiego. Esto mismo se sentía si alguno en su casa hallava o vía alguna rana o sapo en las paredes o en el tlapanco o entre los maderos de la casa. Y también tenían entendido que las tales ranas las echavan dentro de casa los malívolos enemigos y imbidiosos por malquerencia. El mismo mal agüero se tomava cuando alguno vía en su casa unos ratonzillos que tienen unos chillidos distinctos de los otros ratones, y dessasosiegan la casa. Llaman a éstos tetzauhquimichin. En todos estos agüeros ivan a consoltar a los agureros que lo declaravan y davan remedio contra ellos.