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Datos principales
Desarrollo
Capítulo XIV Que prosigue las cosas notables de la Ciudad de los Reyes Por ser tan difusa y larga la descripción y cosas que hay en esta Ciudad de los Reyes que considerar, me pareció dividirla en dos capítulos, para poderlas distinguir mejor, aunque se haya de enfadar el lector de ello. Reside en esta ciudad, como hemos dicho, el Virrey, lugarteniente de el Rey Católico de España, y desde ella gobierna todo el Reino del Perú, y a él acuden de las ciudades y provincias así españoles como indios. Él provee los oficios y corregimientos de las ciudades de españoles y de las provincias de indios, él encomienda repartimientos, él hace mercedes, él nombra generales de mar y tierra, y dél penden los negocios, y en general sustenta su Corte, que bien se le puede dar este nombre con mucho aplauso y majestad como de la persona que representa. Hay en esta ciudad la Chancillería, que dijimos, con dos salas de civil y ocho oidores, que despachan los negocios de justicia con mucha rectitud y justicia, y otra sala hay de tres alcaldes de corte, donde se castigan los delitos que se cometen en el distrito de la Audiencia, y estos mismos alcaldes de corte tienen su juzgado de provincia, que llaman para negocios civiles, y los alcaldes de la ciudad electos por el Cabildo. Hay dos alguaciles mayores, uno de corte y otro de la ciudad, y su juzgado de difuntos, cuyo juez mayor es un oidor cada año, corriendo por su turno. Ha puesto el Rey dos compañías, una de sesenta lanzas y otra de cuarenta arcabuceros a caballo, para juarda de esta ciudad.
Las lanzas tienen a ochocientos pesos ensayados y los arcabuceros a cuatrocientos de paga. Tiene su asiento en esta ciudad el Arzobispo della, juez metropolitano a todos los que dijimos, y valdrá su renta sobre treinta mil pesos ensayados. La iglesia Catedral que ahora se va haciendo con grandísima suntuosidad, gasto y riqueza, al modelo y traza que la de Sevilla, dedicada al glorioso San Juan Evangelista, y la mayor parte de ella está ya acabada. Tiene sus dignidades, canónigos y racioneros con muy buena renta. Hay además desta, otras cinco parroquias: una de San Sebastián, otra de Santa Ana, otra de San Marcelo y otra de San Lázaro, que está de la otra banda del río. Es cierto que en la iglesia mayor y en las demás parroquias, con prebendados, curas, sacristanes, capellanes y sacerdotes, que residen en la ciudad y vienen a ella a negocios, hay de ordinario más de doscientos y treinta. Han salido de esta iglesia prelados para otras, como fue don Bartolomé Martínez, Arcediano de ella, obispo de Panamá y después Arzobispo del Nuevo Reino de Granada; el doctor don Juan de la Roca, obispo de Popayán, varones apostólicos. Los pastores que ha tenido hasta ahora, ya los hemos dicho. Demás de esto, hay en esta ciudad cinco conventos de religiosos, y uno del orden de Predicadores, de obra y edificio admirable, donde se encierran ciento y cincuenta religiosos, y hay hombres eminentísimos en las letras sagradas; el de San Francisco, con otros ciento y cincuenta y más frailes.
El de San Augustín, en que hay ciento y treinta, y se ve en él el retrato del Santísimo Crucifijo que hay en la ciudad de Burgos, en España, con grandísima frecuentación, especialmente en la Cuaresma, que mueve a notable piedad y reverencia. El de Nuestra Señora de las Mercedes, Redención de cautivos con cien religiosos, que fue el primero que se fundó en esta ciudad, así como fueron los primeros los religiosos de este orden, los que pasaron a este Reino, como queda ya dicho, y tienen otro crucifijo devotísimo y una imagen de la Piedad que hace muchos milagros. El de la Compañía de Jesús, con cien religiosos, donde hay gran concurso de estudiantes, Sin éstos, está fuera de la ciudad otro convento de descalzos de San Francisco, y otro de Recoletos de Nuestra Señora de las Mercedes. Demás destos, hay cinco monasterios de monjas. El primero y más antiguo de todo el Reino, que con principios pobres empezó, y ahora es el más eminente, y tiene doscientas religiosas, es el de la Encarnación, de canónigas regulares de San Agustín, y se puede decir que es retrato e imagen del cielo, porque la música angélica que hay en él, suspende los ánimos y los levanta a la contemplación de la bienaventuranza. Según dicen los entremados en este arte, no se sabe en toda Europa de coro todo junto más famoso, ni donde con más solemnidad se canten los oficios divinos, en lo que toca a la música. El otro monasterio es dedicado a la Concepción Purísima de la Virgen, muy rico, y la iglesia de maravilloso edificio, y la música de él muy poco menos que el de la Encarnación.
El tercero es dedicado a la Santísima Trinidad debajo de la regla de San Bernardo. El cuarto es de Descalzas de la Madre Teresa de Jesús. El quinto es de Santa Clara, hecho por don Toribio Alfonso Mogrovejo, donde hay una devotísima imagen de Nuestra Señora de la Peña de Francia, que ha resplandecido con infinitos milagros. No le faltan a esta ciudad cinco hospitales famosos. El uno hecho por don Andrés Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete, tercero virrey del Perú, para españoles, donde se curan infinitos. Otro de Santa Ana, fábrica del Arzobispo don Fray Gerónimo de Loaysa, primero de este Reino, donde se curan los indios, y es muy rico. Otro, con título del Espíritu Santo, para curar marineros y gente de la mar. El cuarto, dedicado a San Diego, donde se recogen los enfermos que salen de los otros hospitales a convalecer. El quinto de San Cosme y San Damián, donde está fundada una Cofradía de la Caridad, muy insigne. En este hospital se curan mujeres pobres; y la cofradía, el día de Nuestra Señora de Agosto, casa doncellas huérfanas y necesitadas, y hay año que son veinte y se les dan dotes suficientes. El último hospital, y primero en dignidad, es del Príncipe de los Apóstoles, fundado de limosnas que han dado sacerdotes y personas pías, donde son curados y regalados clérigos y sacerdotes pobres. Sin estas iglesias, hay hermitas muy devotas en diferentes lugares del pueblo; una de Nuestra Señora de Monserrate, otra de la Virgen de Guadalupe; otra de Nuestra señora del Prado, donde son infinitas las misas que cada día se dicen.
En todas estas iglesias y monasterios hay fundadas grandes Cofradías a honor del nombre de Jesús, de su Madre Santísima y de otros santos. En San Francisco está la de la Concepción, que también cada año casa doncellas huérfanas. Porque en el capítulo pasado dijimos los gastos tan excesivos que en esta ciudad se hacen, no será razón pasar en silencio, y que no refiramos las limosnas que también se reparten, porque sin duda son muchas, especialmente a los pobres de las cárceles, para el sustento ordinario, a pobres, a vergonzantes que son infinitos, y por personas diputados para ello. Cada sábado se les reparten infinitas limosnas en dinero, pan y carne y vestidos. Hay una casa, donde se crían niños huérfanos que allí arrojan sus madres por imposibilidad de criarlos o vergüenza, que parezcan y manifiesten los pecados de sus padres. Para todas estas obras pías y de caridad, ayuda la ciudad y sus moradores con larguísima mano, y cada día van creciendo las limosnas, pues en las demás obras de piedad y religión en ninguna ciudad del Reino con tanto cuidado, solicitud y diligencia, especial en la frecuentación de los jubileos, que hay muchas y grandísimas procesiones, disciplinas y estaciones. Todo de manera que en esta ciudad la christiandad está en su punto; y no hay ninguna de España que le exceda. Hay en ella y reside el santo tribunal de la Inquisición, con dos inquisidores apostólicos y un fiscal con jurisdicción amplísima y extendidísima en el Perú, Chile, Tucumán, Paraguay y Santa Cruz de la Sierra, Popayán, Nuevo Reino de Granada, Cartagena y Tierra Firme, y se han hecho autos muy solemnes, castigando herejes secretos y otros delincuentes con grandísima rectitud y severidad, limpiando la cizaña que el demonio ha siempre pretendido sembrar entre estas nuevas plantas, para que no crezcan.
Tiene esta ciudad una florida Universidad que, por orden de Su Majestad el Rey don Felipe segundo, fundó el virrey don Francisco de Toledo, dotándola de gruesas rentas y estipendios para los catedráticos de ella, donde se lee Teología, cánones y leyes, lógica y filosofía y gramática. Son infinitos los que cada día en ella reciben grados de bachilleres, licenciados, maestros y doctores, porque, hablando sin pasión alguna, en este caso los criollos y nacidos en este Reino son, por la mayor parte, de claro ingenio y entendimiento agudo inclinados a las ciencias. Los que en ello más se aventajan y exceden a los demás, son los originarios desta Ciudad de los Reyes, donde parece que por influjo y benignidad del cielo no hay ninguno de ingenio torpe y de entendimiento pequeño, porque en general son fáciles para todo género de facultades, y prestos en aprender cualquiera ciencia por dificultosa que sea. Así, desde que se fundó la Universidad, han dado de sí grandísimas muestras. Pero el poco premio y aliento que tiene, a causa de estar tan lejos, quien verdaderamente premia las letras y virtud, es ocasión de no llegar en los estudios a la excelencia que pudieran. Han salido ya de esta Universidad varones muy doctos, y prelados como fue don Fray Luis López de Solís, del orden de San Agustín, obispo de Quito y después de las Charcas, catedrático de vísperas, don Fray Bartolomé de Ledesma, obispo de Guajaca, don Fray Salvador de Ribera, obispo de Quito, ambos del orden de predicadores.
Don Fray Juan de Almaraz, catedrático de Escritura, agustino, murió electo obispo de Paraguay. Ha habido en esta Universidad eminentes hombres en letras y catedráticos doctísimos, especialmente el maestro Fray Miguel Adriano, dominico, que fue catedrático de prima, y el maestro Fray Nicolás de Ovalle, del orden de Nuestra Señora de las Mercedes, que por muchos años regentó la misma cátedra con grandísimo aplauso. Son hoy sus discípulos los más graduados que hay en el Reino, y cada día se va aumentando este estudio, y salen dél muchos que se ocupan en enseñar y predicar a los indios el Santo Evangelio, porque, sin duda, como se aplican más a la inclinación y trato de los indios, los nacidos en el Perú son de más efecto y provecho y aún de menos codicia entre ellos. De suerte que ya al reino del Perú no le falta ninguna de las cosas ilustres y que le pueden ser de adorno, y darle perfección en la justicia y ciencias y virtud, y todo este bien se debe a los católicos Reyes de España que, con tanta vigilancia y cuidado, han atendido a ennoblecerlo e ilustrarlo por todos caminos. Porque concluyamos con lo tocante a esta ciudad, digo que el lenguaje que en ella se habla es el más cortesano, pulido y limado que en ninguna ciudad de España se habla, de tal manera, que el de Toledo, famoso y siempre celebrado, no le excede; y no se hallará en esta ciudad un vocablo tosco y que desdiga de la pulideza y cortesanía que pide el lenguaje español, que acá se ha trasplantado de lo mejor y más acendrado de España.
Así son los criollos, facundos y elegantes en sus razones y, aunque están muchos en reputación de mentirosos, no es regla general, que también hay infinitos que se precian de trato verdadero, y siguen la virtud a banderas desplegadas. Rodean toda la ciudad mucho número de jardines y huertas de recreación que, como son abundantes de agua y la tierra fertilísima, así están llenos de flores olorosas y suaves traídas de España, y de frutas en grandísima cantidad, y no faltándole nada para la recreación y delicias humanas todo le sobra, y aumenta tanto que los que de ellas salen y, pasados algunos años, vuelven, casi no la conocen. Hay también muchos caballeros de hábitos de las órdenes de Santiago, Calatrava y Alcántara, y otros muy ilustres que la ennoblecen, y se van fundando mayorazgos muy ricos para más esplendor de ella. Las religiones tienen estudios, en sus monasterios, de Filosofía y Sagrada Escritura, de los cuales salen grandes predicadores para todo el Reino, porque, sin pasión, la Ciudad de los Reyes es la madre del Perú, de cortesanía, lustre, autoridad, valor, caballería, riquezas, justicia, ciencia, virtud, religión, santidad y perfección, y de ella mana, procede y se difunde por todo el Reino. Ha sido esta ciudad fatigada de temblores de tierra, como lo es la costa y las ciudades marítimas de cualquiera provincia, y especial un gran temblor que hubo el año de mil y quinientos y ochenta y seis, miércoles siete de julio, cerca de las ocho de la noche. Asoló gran parte de ella y murieron muchas personas. Hase reedificado lo caído mucho más aventajadamente y más fuerte que de antes. Tomó la ciudad por su abogada a la Visitación de la siempre Virgen María, a su prima Santa Elizabet, que le cayó por suerte; y este día se hace una solemnísima procesión, en la cual concurren todas las órdenes. Y desde entonces, aunque ha habido algunos temblores, no ha sido ninguno de consideración, que la intersección de la Virgen guarda esta ciudad, y esto basta della, aunque había mucho que referir.
Las lanzas tienen a ochocientos pesos ensayados y los arcabuceros a cuatrocientos de paga. Tiene su asiento en esta ciudad el Arzobispo della, juez metropolitano a todos los que dijimos, y valdrá su renta sobre treinta mil pesos ensayados. La iglesia Catedral que ahora se va haciendo con grandísima suntuosidad, gasto y riqueza, al modelo y traza que la de Sevilla, dedicada al glorioso San Juan Evangelista, y la mayor parte de ella está ya acabada. Tiene sus dignidades, canónigos y racioneros con muy buena renta. Hay además desta, otras cinco parroquias: una de San Sebastián, otra de Santa Ana, otra de San Marcelo y otra de San Lázaro, que está de la otra banda del río. Es cierto que en la iglesia mayor y en las demás parroquias, con prebendados, curas, sacristanes, capellanes y sacerdotes, que residen en la ciudad y vienen a ella a negocios, hay de ordinario más de doscientos y treinta. Han salido de esta iglesia prelados para otras, como fue don Bartolomé Martínez, Arcediano de ella, obispo de Panamá y después Arzobispo del Nuevo Reino de Granada; el doctor don Juan de la Roca, obispo de Popayán, varones apostólicos. Los pastores que ha tenido hasta ahora, ya los hemos dicho. Demás de esto, hay en esta ciudad cinco conventos de religiosos, y uno del orden de Predicadores, de obra y edificio admirable, donde se encierran ciento y cincuenta religiosos, y hay hombres eminentísimos en las letras sagradas; el de San Francisco, con otros ciento y cincuenta y más frailes.
El de San Augustín, en que hay ciento y treinta, y se ve en él el retrato del Santísimo Crucifijo que hay en la ciudad de Burgos, en España, con grandísima frecuentación, especialmente en la Cuaresma, que mueve a notable piedad y reverencia. El de Nuestra Señora de las Mercedes, Redención de cautivos con cien religiosos, que fue el primero que se fundó en esta ciudad, así como fueron los primeros los religiosos de este orden, los que pasaron a este Reino, como queda ya dicho, y tienen otro crucifijo devotísimo y una imagen de la Piedad que hace muchos milagros. El de la Compañía de Jesús, con cien religiosos, donde hay gran concurso de estudiantes, Sin éstos, está fuera de la ciudad otro convento de descalzos de San Francisco, y otro de Recoletos de Nuestra Señora de las Mercedes. Demás destos, hay cinco monasterios de monjas. El primero y más antiguo de todo el Reino, que con principios pobres empezó, y ahora es el más eminente, y tiene doscientas religiosas, es el de la Encarnación, de canónigas regulares de San Agustín, y se puede decir que es retrato e imagen del cielo, porque la música angélica que hay en él, suspende los ánimos y los levanta a la contemplación de la bienaventuranza. Según dicen los entremados en este arte, no se sabe en toda Europa de coro todo junto más famoso, ni donde con más solemnidad se canten los oficios divinos, en lo que toca a la música. El otro monasterio es dedicado a la Concepción Purísima de la Virgen, muy rico, y la iglesia de maravilloso edificio, y la música de él muy poco menos que el de la Encarnación.
El tercero es dedicado a la Santísima Trinidad debajo de la regla de San Bernardo. El cuarto es de Descalzas de la Madre Teresa de Jesús. El quinto es de Santa Clara, hecho por don Toribio Alfonso Mogrovejo, donde hay una devotísima imagen de Nuestra Señora de la Peña de Francia, que ha resplandecido con infinitos milagros. No le faltan a esta ciudad cinco hospitales famosos. El uno hecho por don Andrés Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete, tercero virrey del Perú, para españoles, donde se curan infinitos. Otro de Santa Ana, fábrica del Arzobispo don Fray Gerónimo de Loaysa, primero de este Reino, donde se curan los indios, y es muy rico. Otro, con título del Espíritu Santo, para curar marineros y gente de la mar. El cuarto, dedicado a San Diego, donde se recogen los enfermos que salen de los otros hospitales a convalecer. El quinto de San Cosme y San Damián, donde está fundada una Cofradía de la Caridad, muy insigne. En este hospital se curan mujeres pobres; y la cofradía, el día de Nuestra Señora de Agosto, casa doncellas huérfanas y necesitadas, y hay año que son veinte y se les dan dotes suficientes. El último hospital, y primero en dignidad, es del Príncipe de los Apóstoles, fundado de limosnas que han dado sacerdotes y personas pías, donde son curados y regalados clérigos y sacerdotes pobres. Sin estas iglesias, hay hermitas muy devotas en diferentes lugares del pueblo; una de Nuestra Señora de Monserrate, otra de la Virgen de Guadalupe; otra de Nuestra señora del Prado, donde son infinitas las misas que cada día se dicen.
En todas estas iglesias y monasterios hay fundadas grandes Cofradías a honor del nombre de Jesús, de su Madre Santísima y de otros santos. En San Francisco está la de la Concepción, que también cada año casa doncellas huérfanas. Porque en el capítulo pasado dijimos los gastos tan excesivos que en esta ciudad se hacen, no será razón pasar en silencio, y que no refiramos las limosnas que también se reparten, porque sin duda son muchas, especialmente a los pobres de las cárceles, para el sustento ordinario, a pobres, a vergonzantes que son infinitos, y por personas diputados para ello. Cada sábado se les reparten infinitas limosnas en dinero, pan y carne y vestidos. Hay una casa, donde se crían niños huérfanos que allí arrojan sus madres por imposibilidad de criarlos o vergüenza, que parezcan y manifiesten los pecados de sus padres. Para todas estas obras pías y de caridad, ayuda la ciudad y sus moradores con larguísima mano, y cada día van creciendo las limosnas, pues en las demás obras de piedad y religión en ninguna ciudad del Reino con tanto cuidado, solicitud y diligencia, especial en la frecuentación de los jubileos, que hay muchas y grandísimas procesiones, disciplinas y estaciones. Todo de manera que en esta ciudad la christiandad está en su punto; y no hay ninguna de España que le exceda. Hay en ella y reside el santo tribunal de la Inquisición, con dos inquisidores apostólicos y un fiscal con jurisdicción amplísima y extendidísima en el Perú, Chile, Tucumán, Paraguay y Santa Cruz de la Sierra, Popayán, Nuevo Reino de Granada, Cartagena y Tierra Firme, y se han hecho autos muy solemnes, castigando herejes secretos y otros delincuentes con grandísima rectitud y severidad, limpiando la cizaña que el demonio ha siempre pretendido sembrar entre estas nuevas plantas, para que no crezcan.
Tiene esta ciudad una florida Universidad que, por orden de Su Majestad el Rey don Felipe segundo, fundó el virrey don Francisco de Toledo, dotándola de gruesas rentas y estipendios para los catedráticos de ella, donde se lee Teología, cánones y leyes, lógica y filosofía y gramática. Son infinitos los que cada día en ella reciben grados de bachilleres, licenciados, maestros y doctores, porque, hablando sin pasión alguna, en este caso los criollos y nacidos en este Reino son, por la mayor parte, de claro ingenio y entendimiento agudo inclinados a las ciencias. Los que en ello más se aventajan y exceden a los demás, son los originarios desta Ciudad de los Reyes, donde parece que por influjo y benignidad del cielo no hay ninguno de ingenio torpe y de entendimiento pequeño, porque en general son fáciles para todo género de facultades, y prestos en aprender cualquiera ciencia por dificultosa que sea. Así, desde que se fundó la Universidad, han dado de sí grandísimas muestras. Pero el poco premio y aliento que tiene, a causa de estar tan lejos, quien verdaderamente premia las letras y virtud, es ocasión de no llegar en los estudios a la excelencia que pudieran. Han salido ya de esta Universidad varones muy doctos, y prelados como fue don Fray Luis López de Solís, del orden de San Agustín, obispo de Quito y después de las Charcas, catedrático de vísperas, don Fray Bartolomé de Ledesma, obispo de Guajaca, don Fray Salvador de Ribera, obispo de Quito, ambos del orden de predicadores.
Don Fray Juan de Almaraz, catedrático de Escritura, agustino, murió electo obispo de Paraguay. Ha habido en esta Universidad eminentes hombres en letras y catedráticos doctísimos, especialmente el maestro Fray Miguel Adriano, dominico, que fue catedrático de prima, y el maestro Fray Nicolás de Ovalle, del orden de Nuestra Señora de las Mercedes, que por muchos años regentó la misma cátedra con grandísimo aplauso. Son hoy sus discípulos los más graduados que hay en el Reino, y cada día se va aumentando este estudio, y salen dél muchos que se ocupan en enseñar y predicar a los indios el Santo Evangelio, porque, sin duda, como se aplican más a la inclinación y trato de los indios, los nacidos en el Perú son de más efecto y provecho y aún de menos codicia entre ellos. De suerte que ya al reino del Perú no le falta ninguna de las cosas ilustres y que le pueden ser de adorno, y darle perfección en la justicia y ciencias y virtud, y todo este bien se debe a los católicos Reyes de España que, con tanta vigilancia y cuidado, han atendido a ennoblecerlo e ilustrarlo por todos caminos. Porque concluyamos con lo tocante a esta ciudad, digo que el lenguaje que en ella se habla es el más cortesano, pulido y limado que en ninguna ciudad de España se habla, de tal manera, que el de Toledo, famoso y siempre celebrado, no le excede; y no se hallará en esta ciudad un vocablo tosco y que desdiga de la pulideza y cortesanía que pide el lenguaje español, que acá se ha trasplantado de lo mejor y más acendrado de España.
Así son los criollos, facundos y elegantes en sus razones y, aunque están muchos en reputación de mentirosos, no es regla general, que también hay infinitos que se precian de trato verdadero, y siguen la virtud a banderas desplegadas. Rodean toda la ciudad mucho número de jardines y huertas de recreación que, como son abundantes de agua y la tierra fertilísima, así están llenos de flores olorosas y suaves traídas de España, y de frutas en grandísima cantidad, y no faltándole nada para la recreación y delicias humanas todo le sobra, y aumenta tanto que los que de ellas salen y, pasados algunos años, vuelven, casi no la conocen. Hay también muchos caballeros de hábitos de las órdenes de Santiago, Calatrava y Alcántara, y otros muy ilustres que la ennoblecen, y se van fundando mayorazgos muy ricos para más esplendor de ella. Las religiones tienen estudios, en sus monasterios, de Filosofía y Sagrada Escritura, de los cuales salen grandes predicadores para todo el Reino, porque, sin pasión, la Ciudad de los Reyes es la madre del Perú, de cortesanía, lustre, autoridad, valor, caballería, riquezas, justicia, ciencia, virtud, religión, santidad y perfección, y de ella mana, procede y se difunde por todo el Reino. Ha sido esta ciudad fatigada de temblores de tierra, como lo es la costa y las ciudades marítimas de cualquiera provincia, y especial un gran temblor que hubo el año de mil y quinientos y ochenta y seis, miércoles siete de julio, cerca de las ocho de la noche. Asoló gran parte de ella y murieron muchas personas. Hase reedificado lo caído mucho más aventajadamente y más fuerte que de antes. Tomó la ciudad por su abogada a la Visitación de la siempre Virgen María, a su prima Santa Elizabet, que le cayó por suerte; y este día se hace una solemnísima procesión, en la cual concurren todas las órdenes. Y desde entonces, aunque ha habido algunos temblores, no ha sido ninguno de consideración, que la intersección de la Virgen guarda esta ciudad, y esto basta della, aunque había mucho que referir.