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Datos principales
Desarrollo
CAPÍTULO VII Chi-Izmachí es el nombre del asiento de su ciudad, donde estuvieron después y se establecieron. Allí desarrollaron su poder y construyeron edificios de cal y cante bajo la cuarta generación de reyes. Y gobernaron Conaché y Beleheb Queh, el Galel-Ahau. En seguida reinaron el rey Cotuhá e Iztayul, así llamados, Ahpop y Ahpop Camhá, quienes reinaron allí en Izmachí, que fue la hermosa ciudad que construyeron. Solamente tres Casas grandes existieron allí en Izmachí. No había entonces las veinticuatro Casas grandes, solamente tres eran sus Casas grandes, una sola Casa grande de los Cavec, una sola Casa grande de los Nihaib y una sola de los Ahau Quiché. Sólo dos tenían Casas grandes, las dos ramas de la familia los quichés y los Tamub. Y estaban allí en Izmachí con un solo pensamiento, sin animadversiones ni dificultades, tranquilo estaba el reino, no tenían pleitos ni riñas, sólo la paz y la felicidad estaban en sus corazones. No había envidia ni tenían celos. Su grandeza era limitada, no habían pensado en engrandecerse ni en aumentar. Cuando trataron de hacerlo, empuñaron el escudo allí en Izmachí y sólo para dar muestras de su imperio, en señal de su poder y señal de su grandeza. Viendo esto los de Ilocab, comenzó la guerra por parte de los de Ilocab, quienes quisieron ir a matar al rey Cotuhá, deseando tener solamente un jefe suyo. Y en cuanto al Señor Iztayul, querían castigarlo, que fuera castigado por los de Ilocab y que le diesen muerte.
Pero su envidia no les dio resultado contra el rey Cotuhá, quien cayó sobre ellos antes que los de Ilocab pudiesen darle muerte al rey. Así fue el principio de la revuelta y de las disensiones de la guerra. Primero atacaron la ciudad y llegaron los guerreros, Y lo que querían era la ruina de la raza quiché, deseando reinar ellos solos. Pero sólo llegaron a morir, fueron capturados y cayeron en cautividad y no fueron muchos de entre ellos los que lograron escapar. En seguida comenzaron a sacrificarlos; los de Ilocab fueron sacrificados ante el dios, y éste fue el pago de sus pecados por orden del rey Cotuhá. Muchos fueron también los que cayeron en esclavitud y en servidumbre; .sólo fueron a entregarse y ser vencidos por haber dispuesto la guerra contra los Señores y contra la ciudad. La destrucción y la ruina de la raza y del rey del Quiché era lo que deseaban sus corazones; pero no lo consiguieron. De esta manera nacieron los sacrificios de los hombres ante los dioses, cuando se libró la guerra de los escudos, que fue la causa de que se comenzaran a hacer las fortificaciones de la ciudad de Izmachí. Allí comenzó y se originó su poderío, porque era realmente grande el imperio del rey del Quiché. En todo sentido eran reyes prodigiosos; no había quien pudiera dominarlos, ni había nadie que los pudiera humillar. Y fueron asimismo los creadores de la grandeza del reino que se fundó allí en Izmachí. Allí creció el temor a su dios, sentían temor y se llenaron de espanto todas las tribus, grandes y pequeñas, que presenciaban la llegada de los cautivos, los cuales eran sacrificados y matados por obra del poder y señorío del rey Cotuhá, del rey Iztayul y los de Nihaib y de Ahau Quiché.
Solamente tres ramas de la familia quiché estuvieron allí en Izmachí, que así se llamaba la ciudad, y allí comenzaron también los festines y orgías con motivo de sus hijas, cuando llegaban a pedirlas en matrimonio. Y así se juntaban las tres Casas grandes, por ellos así llamadas, y allí bebían sus bebidas, allí comían también su comida, que era el precio de sus hermanas, el precio de sus hijas, y sus corazones se alegraban cuando lo hacían y comían y bebían en las Casas grandes. -Éstos son nuestros agradecimientos y así abrimos el camino a nuestra posteridad y nuestra descendencia, ésta es la demostración de nuestro consentimiento para que sean esposas y maridos, decían. Allí se identificaron, y allí les dieron sus nombres, se distribuyeron en parcialidades, en las siete tribus principales y en cantones. -Unámonos, nosotros los de Cavec, nosotros los de Nihaib y nosotros los de Ahau Quiché, dijeron las tres familias y las tres Casas grandes. Por largo tiempo estuvieron allí en Izmachí, hasta que encontraron y vieron otra ciudad y abandonaron la de Izmachí.
Pero su envidia no les dio resultado contra el rey Cotuhá, quien cayó sobre ellos antes que los de Ilocab pudiesen darle muerte al rey. Así fue el principio de la revuelta y de las disensiones de la guerra. Primero atacaron la ciudad y llegaron los guerreros, Y lo que querían era la ruina de la raza quiché, deseando reinar ellos solos. Pero sólo llegaron a morir, fueron capturados y cayeron en cautividad y no fueron muchos de entre ellos los que lograron escapar. En seguida comenzaron a sacrificarlos; los de Ilocab fueron sacrificados ante el dios, y éste fue el pago de sus pecados por orden del rey Cotuhá. Muchos fueron también los que cayeron en esclavitud y en servidumbre; .sólo fueron a entregarse y ser vencidos por haber dispuesto la guerra contra los Señores y contra la ciudad. La destrucción y la ruina de la raza y del rey del Quiché era lo que deseaban sus corazones; pero no lo consiguieron. De esta manera nacieron los sacrificios de los hombres ante los dioses, cuando se libró la guerra de los escudos, que fue la causa de que se comenzaran a hacer las fortificaciones de la ciudad de Izmachí. Allí comenzó y se originó su poderío, porque era realmente grande el imperio del rey del Quiché. En todo sentido eran reyes prodigiosos; no había quien pudiera dominarlos, ni había nadie que los pudiera humillar. Y fueron asimismo los creadores de la grandeza del reino que se fundó allí en Izmachí. Allí creció el temor a su dios, sentían temor y se llenaron de espanto todas las tribus, grandes y pequeñas, que presenciaban la llegada de los cautivos, los cuales eran sacrificados y matados por obra del poder y señorío del rey Cotuhá, del rey Iztayul y los de Nihaib y de Ahau Quiché.
Solamente tres ramas de la familia quiché estuvieron allí en Izmachí, que así se llamaba la ciudad, y allí comenzaron también los festines y orgías con motivo de sus hijas, cuando llegaban a pedirlas en matrimonio. Y así se juntaban las tres Casas grandes, por ellos así llamadas, y allí bebían sus bebidas, allí comían también su comida, que era el precio de sus hermanas, el precio de sus hijas, y sus corazones se alegraban cuando lo hacían y comían y bebían en las Casas grandes. -Éstos son nuestros agradecimientos y así abrimos el camino a nuestra posteridad y nuestra descendencia, ésta es la demostración de nuestro consentimiento para que sean esposas y maridos, decían. Allí se identificaron, y allí les dieron sus nombres, se distribuyeron en parcialidades, en las siete tribus principales y en cantones. -Unámonos, nosotros los de Cavec, nosotros los de Nihaib y nosotros los de Ahau Quiché, dijeron las tres familias y las tres Casas grandes. Por largo tiempo estuvieron allí en Izmachí, hasta que encontraron y vieron otra ciudad y abandonaron la de Izmachí.