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Datos principales
Desarrollo
CAPÍTULO VI Luego dispusieron irse al Oriente, pensando cumplir así la recomendación de sus padres que no habían olvidado. Hacía mucho tiempo que sus padres habían muerto cuando las tribus les dieron sus mujeres, y se emparentaron cuando los tres tomaron mujer. Y al marcharse dijeron: -Vamos al Oriente, allá de donde vinieron nuestros padres. Así dijeron cuando se pusieron en camino los tres hijos. Qocaib llamábase el uno y era hijo de Quité, de los de Cavec. El llamado Qoacutec era hijo de Balam-Acab, de los de Nihaib; y el otro que se llamaba Qoahau era hijo de Mahucutah, de los Ahau Quiché. Éstos son, pues, los nombres de los que fueron allá al otro lado del mar; los tres se fueron entonces, y estaban dotados de inteligencia y de experiencia, su condición no era de hombres vanos. Despidiéronse de todos sus hermanos y parientes y se marcharon alegremente. "No moriremos, volveremos", dijeron cuando se fueron los tres. Seguramente pasaron sobre el mar cuando llegaron allá al Oriente, cuando fueron a recibir la investidura del reino. Y éste era el nombre del Señor, Rey del Oriente a donde llegaron. Cuando llegaron ante el Señor Nacxit, que éste era el nombre del gran Señor, el único juez supremo de todos los reinos, aquél les dio las insignias del reino y todos sus distintivos. Entonces vinieron las insignias de los Ahpop y los Ahpop Camhá, y entonces vino la insignia de la grandeza y del señorío del Ahpop y el Ahpop Camhá, y Nacxit acabó de darles las insignias de la realeza, cuyos nombres son: el dosel, el trono, las flautas de hueso, el cham-cham, cuentas amarillas, garras de león, garras de tigre, cabezas y patas de venado, palios, conchas de caracol, tabaco, calabacillas, plumas de papagayo, estandartes de pluma de garza real, tatam y caxcón.
Todo esto trajeron los que vinieron, cuando fueron a recibir al otro lado del mar las pinturas de Tulán, las pinturas, como le llamaban a aquello en que ponían sus historias. Luego, habiendo llegado a su pueblo llamado Hacavitz, se juntaron allí todos los de Tamub y de Ilocab; todas las tribus se juntaron y se llenaron de alegría cuando llegaron Qocaib, Qoacutec y Qoahau, quienes tomaron nuevamente allí el gobierno de las tribus. Alegráronse los de Rabinal, los cakchiqueles y los de Tziquinahá. Ante ellos se manifestaron las insignias de la grandeza del reino. Grande era también la existencia de las tribus, aunque no se había acabado de manifestar su poderío. Y estaban allí en Hacavitz, estaban todos con los que vinieron del Oriente. Allí pasaron mucho tiempo, allí en la cima de la montaña estaban en gran número. Allí también murieron las mujeres de Balam Quitzé, Balam-Acab y Mahucutah. Viniéronse después, abandonando su patria y buscaron otros lugares donde establecerse. Incontables son los sitios donde se establecieron, donde estuvieron, y a los cuales les dieron nombre. Allí se reunieron y aumentaron nuestras primeras madres y nuestros primeros padres. Así decían los antiguos cuando contaban cómo despoblaron su primera ciudad llamada Hacavitz y vinieron a fundar otra ciudad que llamaron Chi Quix. Mucho tiempo estuvieron en esta otra ciudad, donde tuvieron hijas y tuvieron hijos. Allí estuvieron en gran número, y eran cuatro los montes a cada uno de los cuales le dieron el nombre de su ciudad.
Casaron a sus hijas y a sus hijos; solamente las regalaban y los regalos y mercedes que les hacían los recibían como precio de sus hijas y así llevaban una existencia feliz. Pasaron después por cada uno de los barrios de la ciudad, cuyos diversos nombres son: Chi Quix,Chichac, Humetahá, Culbá y Cavinal. Éstos eran los nombres de los lugares donde se detuvieron. Y examinaban los cerros y sus ciudades y buscaban los lugares deshabitados porque todos juntos eran ya muy numerosos. Ya eran muertos los que habían ido al Oriente a recibir el señorío. Ya eran viejos cuando llegaron a cada una de las ciudades. No se acostumbraron a los diferentes lugares que atravesaron; muchos trabajos y penas sufrieron y hasta después de mucho tiempo no llegaron a su pueblo los abuelos y padres. He aquí el nombre de la ciudad a donde llegaron.
Todo esto trajeron los que vinieron, cuando fueron a recibir al otro lado del mar las pinturas de Tulán, las pinturas, como le llamaban a aquello en que ponían sus historias. Luego, habiendo llegado a su pueblo llamado Hacavitz, se juntaron allí todos los de Tamub y de Ilocab; todas las tribus se juntaron y se llenaron de alegría cuando llegaron Qocaib, Qoacutec y Qoahau, quienes tomaron nuevamente allí el gobierno de las tribus. Alegráronse los de Rabinal, los cakchiqueles y los de Tziquinahá. Ante ellos se manifestaron las insignias de la grandeza del reino. Grande era también la existencia de las tribus, aunque no se había acabado de manifestar su poderío. Y estaban allí en Hacavitz, estaban todos con los que vinieron del Oriente. Allí pasaron mucho tiempo, allí en la cima de la montaña estaban en gran número. Allí también murieron las mujeres de Balam Quitzé, Balam-Acab y Mahucutah. Viniéronse después, abandonando su patria y buscaron otros lugares donde establecerse. Incontables son los sitios donde se establecieron, donde estuvieron, y a los cuales les dieron nombre. Allí se reunieron y aumentaron nuestras primeras madres y nuestros primeros padres. Así decían los antiguos cuando contaban cómo despoblaron su primera ciudad llamada Hacavitz y vinieron a fundar otra ciudad que llamaron Chi Quix. Mucho tiempo estuvieron en esta otra ciudad, donde tuvieron hijas y tuvieron hijos. Allí estuvieron en gran número, y eran cuatro los montes a cada uno de los cuales le dieron el nombre de su ciudad.
Casaron a sus hijas y a sus hijos; solamente las regalaban y los regalos y mercedes que les hacían los recibían como precio de sus hijas y así llevaban una existencia feliz. Pasaron después por cada uno de los barrios de la ciudad, cuyos diversos nombres son: Chi Quix,Chichac, Humetahá, Culbá y Cavinal. Éstos eran los nombres de los lugares donde se detuvieron. Y examinaban los cerros y sus ciudades y buscaban los lugares deshabitados porque todos juntos eran ya muy numerosos. Ya eran muertos los que habían ido al Oriente a recibir el señorío. Ya eran viejos cuando llegaron a cada una de las ciudades. No se acostumbraron a los diferentes lugares que atravesaron; muchos trabajos y penas sufrieron y hasta después de mucho tiempo no llegaron a su pueblo los abuelos y padres. He aquí el nombre de la ciudad a donde llegaron.