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Datos principales
Desarrollo
Lo demás que pasó hasta que surgió la nao en el puerto de la Navidad Túvose vista de tierra y por su costa se iba navegando, haciéndose las breves horas largos días, por ser muchos los deseos que había de ver ya surta la nao en el puerto de Zalagua, en cuya demanda fuimos. Estando casi a su punta nos dio calma. Porfióse contra ella y nunca pudimos entrar. Penoso caso; pues la falta de una hora de buen viento nos robaba tan grande contentamiento, cuanto lo era tomar puerto para en él descansar de los trabajos pasados. Muchos discursos se hicieron medidos a la necesidad en que estábamos, y por que más se hiciesen sobrevino una corriente con tanta furia, que arrebatada la nao en poco espacio la hizo casi perder las cuatro leguas que hay de Zalagua al puerto de la Navidad. Acordóse, aunque era costa brava, enviar dos hombres a tierra a buscar gente y remedio; mas porque unas pipas en que los dos iban las llevaba la corriente, el capitán les dijo volviesen a bordo porque no se ahogasen, y que si pasaba del puerto de la Navidad, para el cual era el viento y la corriente en favor, no había otro puerto conocido a donde poder guarecerse. Viendo, pues, el disgusto e inquietud de la gente por ver que la nao rodaba y que en ella había solas cuarenta botijas de agua, por todo esto y por no ponerse a nuevos riesgos, determinó se tomase el puerto de la Navidad; para lo que dijo al piloto mayor las causas que le movían, y por la más principal los deseos que tenía de enviar aviso a México , para que el visorrey lo diese a Su Majestad, de todo lo sucedido, que era lo que más cuidado le daba viendo tan cerca a la muerte.
Mostróse el piloto tibio, por lo que el capitán, en conformidad de lo dicho, le hizo notificar un auto so graves penas tomase luego aquel puerto, porque así convenía. En esto cerró la noche: púsose en el bauprés el más experto marinero para que fuese avisando del gobierno que se había de tener a la entrada. Mucho ayudó el poco viento y mucha más la corriente, con que, aunque despacio, fuimos entrando por junto a un gran peñasco fondo a pique, y a sotavento una baja. Por ser la noche oscura hacía temeroso el paso. Hubo cierta turbación viendo la nao junto a piedras, por lo que algunos se desnudaron y se pusieron a la orden de nadar. Hubo destos y de otros sobresaltos, y a vueltas dellos buena guarda y buen gobierno en la nao, que entró un poco más adentro. Calmó del todo el viento, diose fondo en un lugar mal seguro por no perder lo ganado con la vaciante marea. A poco rato volvió con fuerza el Sueste. Zarpóse a gran priesa el ancla, y se dio vela, con que fuimos a surgir otro poco más adelante: y al fin, habiendo gastado la noche en estos cortos viajes, vino el día y del todo entramos dentro en puerto, y dimos fondo en doce brazas frontero de una playa descubierta a muchos vientos, por lo que fue amarrada la nao con cuatro cables, a veinte y uno de octubre de mil seiscientos y seis.
Mostróse el piloto tibio, por lo que el capitán, en conformidad de lo dicho, le hizo notificar un auto so graves penas tomase luego aquel puerto, porque así convenía. En esto cerró la noche: púsose en el bauprés el más experto marinero para que fuese avisando del gobierno que se había de tener a la entrada. Mucho ayudó el poco viento y mucha más la corriente, con que, aunque despacio, fuimos entrando por junto a un gran peñasco fondo a pique, y a sotavento una baja. Por ser la noche oscura hacía temeroso el paso. Hubo cierta turbación viendo la nao junto a piedras, por lo que algunos se desnudaron y se pusieron a la orden de nadar. Hubo destos y de otros sobresaltos, y a vueltas dellos buena guarda y buen gobierno en la nao, que entró un poco más adentro. Calmó del todo el viento, diose fondo en un lugar mal seguro por no perder lo ganado con la vaciante marea. A poco rato volvió con fuerza el Sueste. Zarpóse a gran priesa el ancla, y se dio vela, con que fuimos a surgir otro poco más adelante: y al fin, habiendo gastado la noche en estos cortos viajes, vino el día y del todo entramos dentro en puerto, y dimos fondo en doce brazas frontero de una playa descubierta a muchos vientos, por lo que fue amarrada la nao con cuatro cables, a veinte y uno de octubre de mil seiscientos y seis.