Berruguete y el retrato español del Renacimiento
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Datos principales
Rango
Renacimiento Español
Desarrollo
Uno de los artistas, castellano en este caso, que acusa dentro de sus arcaísmos tradicionales y su fuerte influjo flamenco, un intenso renacentismo a la italiana, es Pedro Berruguete . Brillante colorista y excelente dibujante, mantiene una inclinación por el lujo y los dorados, elementos decorativos muy del gusto de la clientela española de los últimos años del siglo XV. Pero su formación, en ese sentido, se ve alterada por una estancia en Italia donde creará lo más moderno de su producción. Pedro no se educó ni trabajó en Roma. Fue en Urbino, en la refinada corte de Federico de Montefeltro y su esposa Battista Sforza donde, en contacto con artistas de la talla de Piero Bella Francesca , Justo de Gante , Laurana , Francesco di Giorgio y probablemente un jovencísimo Bramante , realiza uno de los conjuntos más interesantes de la Italia de fines del siglo XV. Se trata de la decoración de la biblioteca y el Studiolo del duque Federico. No se conocen retratos identificables de Berruguete si exceptuamos los dos impresionantes de Montefeltro. Uno, en Urbino, le representa leyendo a su hijo Guidobaldo, y otro, igualmente de perfil, rodeado de su corte atento a la lectura de un filósofo o gramático (Windsor Castle, Inglaterra). Este último sigue puesto en duda como de Berruguete por algunos historiadores. Avalado por otros, y a la vista de la pintura, no veo motivo para cuestionar la autoría.
El primero es de una verosimilitud rayana en el miniaturismo, como la tradición castellana y su gusto por lo flamenco hacen justificable, pero con un sentido de la dignidad y un concepto espacial abiertamente italianizante. Si estas dos pinturas no bastaran para subrayar la importancia como retratista de Berruguete , sería suficiente contemplar la serie de sabios antiguos que decora el Studiolo. Obviamente no se trata de retratos de los personajes representados pero la personalidad de los rostros, el análisis anatómico riguroso y las irregularidades personificadoras de cada uno de ellos, nos ponen delante de los primeros retratos de mano española abiertamente renacentista, ya en el umbral del siglo XVI y de una calidad parangonable con la de sus compañeros italianos. De vuelta a Castilla, Berruguete repite el esquema del Studiolo en el banco del retablo de la iglesia de Santa Eulalia, en Paredes de Nava (Palencia), su pueblo natal. El regreso parece retrotraerle a sus primitivos hábitos, condicionado al gusto arcaizante todavía vigente aquí pero no por voluntad propia. Los rostros de Paredes de Nava tienen la misma personalidad que los de Urbino. Fueron repintados sus fondos con paisajes, no malos, y recuperados, no hace mucho, los brocados dorados originales que evidencian un decorativismo que abandonó en Urbino.
El primero es de una verosimilitud rayana en el miniaturismo, como la tradición castellana y su gusto por lo flamenco hacen justificable, pero con un sentido de la dignidad y un concepto espacial abiertamente italianizante. Si estas dos pinturas no bastaran para subrayar la importancia como retratista de Berruguete , sería suficiente contemplar la serie de sabios antiguos que decora el Studiolo. Obviamente no se trata de retratos de los personajes representados pero la personalidad de los rostros, el análisis anatómico riguroso y las irregularidades personificadoras de cada uno de ellos, nos ponen delante de los primeros retratos de mano española abiertamente renacentista, ya en el umbral del siglo XVI y de una calidad parangonable con la de sus compañeros italianos. De vuelta a Castilla, Berruguete repite el esquema del Studiolo en el banco del retablo de la iglesia de Santa Eulalia, en Paredes de Nava (Palencia), su pueblo natal. El regreso parece retrotraerle a sus primitivos hábitos, condicionado al gusto arcaizante todavía vigente aquí pero no por voluntad propia. Los rostros de Paredes de Nava tienen la misma personalidad que los de Urbino. Fueron repintados sus fondos con paisajes, no malos, y recuperados, no hace mucho, los brocados dorados originales que evidencian un decorativismo que abandonó en Urbino.