Zona noroccidental de la península Arábiga, donde se encuentran las ciudades santas de La Meca y Medina.
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El USS Helena CL-50, crucero ligero de la clase St. Louis, fue construido Nueva York, siendo comisionado en septiembre de 1939. Después de servir en el Atlántico en 1939-40, le transfirieron al Pacífico, donde pasó el resto de una carrera corta y agitada. Mientras que estaba anclado junto al muelle 1010 en Pearl Harbor, un solo torpedo le golpeó durante la incursión japonesa del 7 de diciembre 1941, produciéndole severos daños. La reparación le dejó incativo hasta junio de de 1942. En el verano de 1942, fue enviado al Pacífico sur, donde participó activamente en la campaña de Guadalcanal. Aquí, rescató a los supervivientes del Wasp cuando fue hundido por un submarino enemigo el 15 de septiembre. Después de un reacondicionamiento rápido en Sydney, Australia, el Helena volvió a la zona del combate en marzo de 1943. Bombardeó las posiciones enemigas antes y durante de la invasión de Nueva Georgia y Rendova. En la mañana del 6 de julio 1943 formaba parte de un destacamento de fuerzas que luchó contra los destructores japoneses en la batalla del golfo de Kula. Tocado por tres torpedos de los destructores japoneses Suzukaze y Tanikaze, el Helena fue roto en tres partes y hundido, con la pérdida de casi 170 de sus tripulantes.
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En 1626 fallece la esposa de Rubens, Isabella Brandt, posiblemente como consecuencia de la peste. Pasados cuatro años el maestro vuelve a contraer matrimonio con Helena Fourment, hija de un próspero comerciante de sedas que contaba 16 años. El matrimonio tendrá cinco hijos: Clara Juana, Francisco, Isabel, Pedro Pablo y Constancia Albertina, nacida póstumamente. Helena se convertirá en la modelo habitual de numerosos cuadros, siendo quizá el rostro de las famosas Tres Gracias del Museo del Prado. También realizó Rubens diversos retratos de la bella joven, algunos tan ligeros de ropa como éste. Helena cubre apenas su cuerpo con un abrigo de pieles, pudiendo tratarse de una representación de Venus en la que sigue a Tiziano. La figura se recorta sobre un fondo neutro y recibe un fuerte haz de luz que da a su piel un color perlado. El canon de belleza rubeniana queda patente en este retrato, demostrando que era el estado natural de las mujeres de su tiempo, siendo sinónimo de una buena alimentación y, en consecuencia, de distinción. La mirada de Helena se dirige al espectador en un diálogo muy sugerente. El color negro del abrigo y del fondo contrasta con la claridad de la piel. El efecto atmosférico que se crea a través de la llamada "técnica discontinua" es heredero de su gran maestro, Tiziano.
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En la década de 1630 realizará Rubens sus mejores obras, entre las que debemos incluir los espectaculares retratos de su segunda esposa, su musa y modelo habitual. La representará desnuda o vestida como en este caso, sentada en una silla y teniendo como fondo una galería abierta al jardín. Sus elegantes vestidos de brocado, seda y terciopelo indican la elevada posición económica del artista en aquellos momentos, considerado el número uno de la pintura europea. Helena no posa con rigidez, incorpora también el movimiento en esta imagen al inclinarse hacia su derecha para acentuar el realismo de la figura. A su alrededor se crea un efecto atmosférico que el maestro admiró en la pintura veneciana del Renacimiento e incorporó a su producción madura. La factura es ahora más rápida y suelta, sin interesarse en el detalle minucioso aunque esté presente el sensacional dibujo que siempre exhibirá el maestro. La mirada de la modelo dirigida directamente al espectador hace que el retrato se llene de vida.
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En 1626 Isabella Brant fallece víctima de la peste dejando a Rubens con dos hijos. El pintor permanecerá poco más de cuatro años viudo, dedicados casi íntegramente a alcanzar la deseada paz entre España e Inglaterra, paz que no se firmó por los deseos del conde-duque de Olivares de continuar las hostilidades contra Holanda. A su regreso a Amberes, tras su labor diplomática, Rubens contraerá matrimonio con Hélène Fourment, joven de 16 años hija de un próspero comerciante de sedas. El matrimonio tendrá cinco hijos, convirtiéndose Helene en la modelo favorita para el artista a lo largo de estos años.Este retrato en tres colores representa a Hélène en la época de su matrimonio. En su mano izquierda enguantada sostiene un pequeño libro de oraciones mientras que la derecha la dirige hacia la "heuke", una especie de largo velo mantenido sobre la cabeza por un casquete. Con este gesto recuerda la pose de las estatuas antiguas de Venus puditicia que el pintor ha utilizado en varias ocasiones como símbolo de la castidad o el pudor. Este retrato puede ser comparado con otras obras maestras realizadas también por Rubens con esta técnica, como los retratos de su primera esposa, Isabella, o el duque de Buckingham, George Villiers. Algunos especialistas consideran este retrato de Helene como "la obra sobre papel más elaborada que ejecutó Rubens".
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Entre los retratos familiares más atractivos pintados por Rubens destaca el de su segunda esposa, Helene Fourment, y sus dos hijos: Clara Joanna (18-1-1632), de cuatro años, y Frans (12-7-1633), de dos años y medio. El retrato está cargado de espontaneidad e intimidad, lo que aumenta el encanto de la obra. Rubens emplea una técnica muy suelta y viva, lo que convierte la composición en una especie de bosquejo a gran escala en el que sólo las cabezas de las tres figuras están plenamente modeladas, mientras el resto sólo queda sugerido. La importancia otorgada a la luz y el color enlazan directamente con la escuela veneciana, cuyo máximo representante, Tiziano, era considerado por el maestro flamenco "su padre espiritual".Helene y Peter Paul se casaron en 1630, cuando ella tenía 37 años menos que su esposo. El pintor prefería a una joven de buenos orígenes burgueses que a una dama "que se avergüence de verme coger los pinceles". Sin embargo, a pesar de evitar introducirse en la nobleza, Rubens muestra a su familia con aire aristocrático. Las figuras visten de manera elegante, cubriendo sus cabezas con graciosos sombreros -Helene recuerda al retrato de su hermana titulado El sombrero de paja-. Frans mira hacia el espectador y juega con un pajarito, al igual que su hermano Nicolas en el retrato junto a Albert, mientras Clara recoge su falda entre las manos y dirige su mirada a la madre. La postura de Helene sosteniendo en su regazo a su hijo ha sido interpretada como una Madonna profana. Bajo la inacabada silla se aprecian los contornos de un perro adormilado, símbolo tradicional del matrimonio y de la fidelidad.Se piensa que Rubens consideró ampliar la tabla para incorporar al niño que Helene esperaba, Pieter Paul, nacido el 1 de marzo de 1637.