Respuesta que dieron a Cortés los de Tlaxcallan sobre dejar sus ídolos

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Respuesta que dieron a Cortés los de Tlaxcallan sobre dejar sus ídolos Viendo, pues, que guardaban justicia y vivían en religión, aunque diabólica, siempre que Cortés les hablaba, les predicaba con los farautes, rogándoles que dejasen los ídolos y aquella cruel vanidad que tenían matando y comiendo hombres sacrificados, pues ninguno de todos ellos querría ser muerto así ni comido, por más religioso ni santo que fuese; y que tomasen y creyesen el verdadero Dios de cristianos que los españoles adoraban, que era el creador del cielo y de la tierra, y el que llovía y criaba todas las cosas que la tierra produce, para el solo uso y provecho de los mortales. Unos le respondían que con gusto lo harían, siquiera por complacerle, pero que temían ser apedreados por el pueblo. Otros, que era muy duro dejar de creer lo que ellos y sus antepasados tantos siglos habían creído, y sería condenarlos a todos y a sí mismos. Otros, que podía ser que andando el tiempo lo hicieran, viendo la manera de su religión, comprendiendo bien las razones por las que debían hacerse cristianos, y conociendo mejor y por entero la vida de los españoles, las leyes, las costumbres y las condiciones; porque en cuanto a la guerra, ya habían conocido que eran hombres invencibles, y que su dios les ayudaba bien. Cortés a esto les prometió que pronto les daría quien les enseñase y adoctrinase, y entonces verían la mejoría y el grandísimo fruto y gozo que sentirían si tomasen su consejo, que como amigo les daba; y puesto que al presente no podía hacerlo, por la prisa de llegar a México, que tuviesen por bueno que en aquel templo donde tenían su aposento, hiciese iglesia donde él y los suyos orasen e hiciesen sus devociones y sacrificios, y que también ellos podían venir a verlo. Le dieron la licencia, y hasta vinieron muchos a oír la misa que se decía cada día de los que allí estuvo, y a ver las cruces y otras imágenes que se pusieron allí y en otros templos y torres. Hubo asimismo algunos que se vinieron a vivir con los españoles, y todos los de Tlaxcallan les mostraban amistad; pero el que más de veras y como señor demostró ser amigo, fue Maxixca, que no se apartaba de Cortés, ni se cansaba de ver y oír a los españoles.

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