RELACIÓN DE LUIS VAEZ DE TORRES A FELIPE III DESDE MANILA,

Compartir


Datos principales


Desarrollo


RELACIÓN DE LUIS VAEZ DE TORRES A FELIPE III DESDE MANILA, A 12 DE JULIO DE 1607 Por hallarme en esta Ciudad de Manila acabo de año y medio de haber navegado y descubierto las tierras y mar por la parte Meridional inconita; y porque en esta Real Audiencia de Manila no me han querido hasta agora dar despacho para haber de acabar el viaje como V.M. lo manda, y porque yo estaba con esperanzas de ser el primero que a V.M. había de hacer relación de los descubierto con los restantes, y como estoy detenido y no saber si en esta Ciudad de Manila me han de despachar quise enviar persona a dar cuenta a V.M. que es Fray Joan de Merlo de la Orden de San Francisco, uno de los tres Relixiosos que a mi cargo traje, cuya relación dará a V.M. como persona que se halló en todo; la qual de mi parte es la siguiente: Salimos del Puerto del Callao de la Ciudad de los Reyes del Perú a veinte y uno de Diciembre con dos Navíos y una Lancha, por el año seiscientos y cinco por cabo dellos el Capitán Pero Fernández de Quirós y yo por su Almirante; y en muy buen comitiva a la venta de sudeste caminamos por este Camino ochocientas leguas y en altura de veinte y seis grados, parecióle a nuestro Cabo no pasar de aquí por ciertos movimientos que hacía el tiempo, al qual yo di firmado de mi nombre que no era cosa acertada bajar de allí hasta no llegar a 30 grados y más, si el tiempo nos dejase: no valió mi parecer, porque los dichos 26 grados bajamos luego por el rumbo del Oes-norueste, fuimos por este camino hasta 24 grados y medio; en este paraje hallamos una isleta rasa como de dos leguas de largo despoblada y sin fondo de poder surgir las Naos: de aquí salimos gobernando al Oeste quarta al Norueste hasta 24 grados: en este paraje hallamos otra Isla despoblada y sin surgidero; tendría como diez leguas de circunferencia, pusímosla por nombre San Valerio: de aquí salimos gobernando al Oeste quarta al Norueste un día; y luego al Oesnorueste hasta llegar a 21 grados y un tercio.

En este paraje hallamos otra Isleta rasa y sin fondo, despoblada, repartida en pedazos: pasamos adelante por el mismo rumbo, y andadas 25 leguas hallamos quatro Islas trianguladas de 5 ó 6 leguas cada una, rasas, despobladas y sin fondo; pusímoslas por nombre las Vírgenes, aquí nos noresteaba la aguja, de aquí salimos gobernando al Norueste hasta 19 grados. En este paraje vimos unas Isleta a la banda de este, apartada de nosotros como tres leguas, era parecida con las de atrás. Pusímosla por nombre Santa Polonia, bajando por aquí medio grado vimos una isla rasa con una punta al Sureste llena de palmas estaba en 18 grados y medio, llegamos a ella, no tenía surgidero, vimos gente en la playa; fueron las barcas a tierra y llegados que fueron no pudieron desembarcar por la mucha mar y penas, llamábanle los Indios de tierra, echarme dos Españoles a nado, a los que les recibieron muy bien, echando las armas en tierra los abrazaron y besaron en el carrillo. Con esta amistad vino un principal dellos a hablar a bordo de la Capitanía, y una mujer vieja, a los quales vistieron y regalaron, y los volvieron a echar en tierra luego, porque estaban con gran temor: en pago del beneficio enviaron un mazo de cabellos y unas malas plumas y unas cáscaras de ostiones de perlas labradas; todo esto eran galas suyas, gente muy salvaje, amulatada, y corpulenta. Las armas que usan son unas lanzas muy largas y muy gruesas. Por no podernos saltar en tierra, ni haber surgidero pasamos adelante gobernando al oesnorueste fuimos por este rumbo dando vista a tierra desta Isla, no pudimos llegar a ella fuera del principio, por el viento contrario y recio y con muchos aguaceros: era toda ella muy rasa que a partes la lavaba el agua.

Deste paraje de 16 grados y medio fuimos gobernando al Norueste quarta a el Norte hasta 10 grados y 3 quartos, en este paraje vimos una Isla que se entendía ser la de San Martín y de Sant Bernardo, por estar en pedazos, más no lo era por lo que después vimos: no hallamos surgidero en ella, aunque fueron las Barcas a tierra por ver si había agua, que tenían falta de ella, y no la hallaron, sólo hallaron unos cocos aunque pequeños. Visto por nuestro Cabo que nos faltaba el agua, acordó que fuésemos a la Isla de Santa Cruz a donde había estado con el Adelantado Álvaro de Avendaño, diciendo que a1llí nos proveeríamos de agua y leña, y se determinaría lo que más nos conviniese al servicio de V.M. Andaba en este tiempo la gente de la Capitanía alborotada y con designio de irse derechos a Manila; por esta causa menvió al Piloto mayor preso a mi nao sin hacelle causa ni a otros, siendo de mi bien importunado los castigase o me los dejase castigar, pues tenían el nombre de traidores, y no lo quiso hacer; por donde le sucedió lo que V.M. tendrá sabido, pues le hicieron volver del camino, como adelante se dirá, y el lo habrá dicho en esa Real Corte de V.M. Salimos desta isla arriba dicha al Oeste quarta al Norueste, aquí hallamos en este Meridiano que el Aguja nordesteaba muy cerca de una quarta, llegamos por este camino hasta 10 grados largos, en este paraje hallamos una Isla rasa de cinco o seis leguas avegadiza y sin fondo, era poblada y la gente y armas era hechura como las de atrás; pero diferentes embarcaciones llegaron cerca de las Naos hablándonos, y tomando lo que les dábamos pidiendo más y hurtando lo que estaba colgado de las Naos, tirándonos de lanzas, pareciéndoles no les podríamos hacer daño, visto que no había donde surgir por la falta que había de agua, me mandó nuestro Cabo a tierra con las dos Barcas y cincuenta hombres: llegado que fue a tierra, me resistieron la entrada sin jamás querer la paz; por donde me obligaron a escaramucear con ellos: después de habellos hecho algún daño, salieron tres dellos a darma la paz, cantando con ramos en las manos y uno con un mechón encendido y de rodillas, recibíles bien, y abracéles, y luego les vestí por ser a los principales, y preguntándoles por el agua no me la quisieron mostrar, haciendo que no entendían, teniendo los tres principales conmigo mandé al Sargento con doce hombres buscase el agua y habiendo dado con ella le salieron otra vez y les envistieron y hirieron a un español: viendo su traición les envestí y desbaraté sin otro daño alguno, quedando la tierra por mía corrí el pueblo sin hallar más de solo Ostiones secos y algún pescado y muchos cocos de que la tierra estaba bien provista: no hallé aves ni animales, más de solo perrillos: hallé muchas embarcaciones tapadas, conque ellos suelen navegar a otras Islas con velas Latinas hechas de paxa muy curiosas y de la misma tela andan vestidas las mujeres de camiseta y saya y los hombres no más de la cintura y vergüenzas.

De aquí salimos en las Barcas cargadas de agua, con la mucha mar se nos anegaron con mucho riesgo de nuestras vidas, y ansí hubimos de pasar adelante sin llevar agua desta Isla, poniéndole por nombre de la Matanza. Salimos gobernando por este paralelo treinta y dos días: en todo este camino hallamos que había muy grandes corrientes y muchas bascoridades de madera y culebras y mucha pajerería. Todo esto eran señales que demostraban haber tierra de una banda y de otra: no la osábamos de buscar por no salir de la altura de la isla de Santa Cruz; porque nos parecía estar siempre serca, y era razón si ella estuviera donde la habían señalado la primera vez que la descubrieron, mas estaba muy más adelante, como por la relación se verá, así antes de llegar a ella como 60 leguas y 1940 en la Ciudad de Lima, hallamos una isleta como de seis leguas muy alta y toda a la redonda de muy buen fondo y otras Isletas serca della a cuyo abrigo estuvieron las Naos surtas: yo salí con las dos Barcas y siencuenta hombres a reconocer la gente della, y aún tiro descopeta apartado de la Isla, hallé un pueblo sercado de muralla con solo una entrada sin puertas estando serca con las dos barcas con intención de envestilles, porque no querían por señas dar la paz: al fin salió de dentro el principal, el agual al pescuezo y un bastón en la mano y sin temor se vino a las Barcas derecho; al qual recibí bien y por señas que muy bien nos entendíamos, me dixo que su gente tenía gran temor de los Arcabuces y que así me rogaba no saltase en tierra, que ellos me darían el agua y leña dándole vasijas; yo le dije que era fuerza estar cinco días en tierra para descansar: Visto que no podía más, aquietó su gente que andaba muy alborotada, y fue de suerte que de su parte ni de la nuestra se tiró: salté en el Fuerte muy a mi salvo y haciendo alto les hice rendir las Armas, y les mandé sacasen de sus casas su atillo, que todo no valía nada, y se pasasen con él a la Isla a otros pueblos que allí estaban: agradeciéronmelo mucho, quedó siempre allí conmigo el principal, apellidaron luego la tierra, todos me vienieron a dar la paz y asistir conmigo todos los principales haciendo a su gente que nos hiciere el agua y leña, y la llevasen a bordo de las Naos: gastamos en esto seis días: era la gente desta Isla de muy buena conversación: entendíamonos muy bien deseosos de aprender nuestra lengua y enseñarnos la suya: eran muy grandes Cosarios, todos muy buen poblados de barba, muy grandes flecheros y Dardos, arrojadizos: sus embarcaciones muy grandes podían andar mucho camino: diéronnos noticia de más de cuarenta Islas grandes y pequeñas, y todas pobladas, nombrándolas por sus nombres, diciéndonos que peleaban con muchas dellas.

También nos dieron noticia de la Isla de Santa Cruz, y de lo que allí pasó a el Adelantado Álvaro de Avendaño: es la gente desta Isla de cuerpos ordinarios, había entre ellos gente blanca y bermejos: otros Indios naturales color como los de las Indias y otros negros atecados y mulatados, usan es (ilegible), sus comidas son algunos Iñames y Pescado: tienen muchos cocos: tienen puercos y gallinas: llamábase esta Isla Taomoco y el nombre del principal della se decía Tomay: despedíme dellos, habiéndole cogido quatro Indios de que ellos no quedaron muy gustosos, y como aquí hicimos agua y leña, no tuvimos necesidad de ir a la Isla de Santa Cruz, que como digo estaba por este paralelo sesenta leguas adelante: así salimos de aquí gobernando al sureste hasta doce grados y medio, a donde hallamos una isla del tamaño de la de Taomaco y de la misma gente: llamábase Chuempia: no había en toda ella más de un pequeño surgidero y pasando de largo llegué a tierra en un votequi con sólo dos hombres; saliéronme a dar la paz, y con ella me presentaron una cáscara de palo que parecía ser un lienzo muy fino de quatro baras de largo y tres palmos de ancho de que ellos se visten: con esto me despedí dellos: de aquí salimos gobernando a el Sur, diónos un muy recio viento del Norte que nos obligó a echar de mar entravés dos días: acabo dellos hubo pareceres, que por ser Invierno no se pasase a más altura de catorce grados en que al presente nos hallamos, aunque mi parecer fue siempre bien contrario; acordóse que buscáramos las islas nombradas por los Indios de Taomaco, por donde salimos desde paraje gobernando a Sueste y a un día de camino descubrimos un volcán muy alto y grueso de más de tres leguas de circunferencia muy poblado de Arboleda y gente negra bien poblados de barba: al poniente y a la vista deste volcán, cantidad de ocho leguas estaba una isla no muy alta, muy agradable a la vista: había en ella pocos surgideros y muy pegada a la tierra, estaba muy poblada de gente negra: aquí se cogieron dos en unas embarcaciones a los quales vistieron y regalaron, y a el otro día se echaron en tierra: en pago desto dieron un flechazo a un español, aunque es verdad que no fue en el mismo Puerto, pero un tiro descopeta más adelante: es gente que en viendo la casa no la perdona.

A la vista desta Isla y a la redonda della, había muchas Islas muy altas y muy grandes, y a la parte del Sur que por serlo tan grande fuimos a ella poniéndole por nombre a esta donde nos hicieron el hombre, Santa María: saliendo della al sur hacia esta isla muy grande que viamos descubrimos en ella una muy gran Bahía muy poblada y muy fértil de Iñames, y muchas frutas, puercos y gallinas: es toda gente negra y desnuda, pelean con flechas, dardos y mazanas: no quisieron jamás paz con nosotros, aunque muchas veces nos hablamos y les regalé jarros por su voluntad, puse los pies en tierra queriéndome siempre defender y peleando siempre muy a nuestros salvo. Es esta Bahía muy fresca y de muchos Ríos y muy grandes: está en altura de quince grados y dos tercios: tenía de circunferencia veinte y sinco leguas: pusímosle por nombre la Bahía de San Phelipe y Santiago, y a la tierra del Espíritu Santo: aquí estubimos sinquenta días, tomamos posición en nombre de V.M. dentro de esta Bahía y de lo más abrigado della se nos salió la Capitana a la una hora después de media noche sin decírnoslo y sin hacer señas para que por ellas la entendíeramos: sucedió esto a once de junio, y aunque luego la siguiente mañana la salí a buscar haciendo las diferencias debidas, era imposible hallarles, pues ellos no iban por el camino ni voluntad derechas: así me hube de volver a la Bahía por ver si acaso volvían a ella: todo lo cual hice por más lealtad en esta Bahía y les aguardé quince días, acabo dellos saqué las órdenes de V.

M. y llamando a Consexo juntamente con los oficiales del pasaxe, salió de acuerdo que las cumpliésemos, aunque contra voluntad de muchos; pudiera decir de los más, pero era diferente condición la mía que la del Capitán Pedro Fernández de Quirós. Finalmente salí de esta Bahía en cumplimiento de la orden aunque con intención de voquear esta isla, no me dio el tiempo lugar por las grandes corrientes, aunque corrí gran pedazo dello: en lo que vi desde muy grandes serranías tiene muchos puertos, aunque pequeños algunos dellos, por toda ella mucha agua de Ríos caudalosos: no tenía en este tiempo más de solo Pan y Agua, y en la mayor fuerza de Invierno, y mar y viento contrario y malas voluntades; todo esto no fue poderoso a estorvarme que no llegase a la altura de la cual pasé un grado, y fuera más si el tiempo me dexara, porque el Navío era bueno era justo hacerse desta manera; pues no son viajes que se hacen cada día, ni V.M. podía ser desengañado, entiéndase, ir haciendo esta derrota de altura. Por el rumbo Sudueste no hallé por ella señal de tierra, de aquí me volví al Norueste hasta once grados y medio; aquí di con el principio de la Nueva Guinea, cuya Costa va corriendo del este güeste, quarta del Norueste sueste: no la pude montar por la vanda de Leste, así la vine costeando al Oeste, y por la parte del Sur toda es tierra de la Nueva Guinea: está poblada de indios no muy blancos desnudos, aunque bien tapadas las vergüenzas con cáscaras de árboles a manera de lienzo muy pintado; pelean con dardos y rodelas y algunas mazas de piedra con mucha plumería muy galana: van de luengo de cota más Islas y pobladas: hay por toda la Costa muchos Puertos muy grandes, con muy grandes Ríos muchas llanadas: va por fuera destas Islas un Arrecife de Baxos, y entre ellos y la tierra firme van las Islas: hay canal por dentro: en estos puestos tomamos posición en nombre de V.

M. cuya discrección va con esta: andadas 300 leguas de costa como tengo dicho y disminuido dos grados y medio que venimos a quedar en nueve, de aquí va empezando un placer de 3 brazas hasta 9 que prolonga la costa ciento y ochenta y tantas leguas, metímonos por el de luengo de Costa hasta siete grados y medio, y el remate del es de cinco: no pudimos pasar adelante por los muchos baxos y grandes corrientes que hay por todo él; así hubimos de salir la vuelta del Sudueste por el dicho fondo, hasta once grados, y va el Placet max baxo: había muy grandes Islas, y parecían más a la punta del Sur: estaban pobladas de gente negra muy corpulenta desnudos: tienen por armas unas Lanzas muy gruesas y largas muchas flechas y mazas de piedra muy disformes, ningunas de sus armas podíamos mandar: cogí por toda esta tierra veinte personas de diferentes naciones, para con ellos hader mejor relación a V.M. dan mucha noticia de otras gentes, aunque hasta agora no se dejan entender bien: andubimos por este Placet dos meses acabo dellos nos venimos a hallar en veinte y sinco brazas de fondo, y en sinco grados de altura, y diez leguas de la Costa y andadas 480 leguas aquí va la costa recogiendo al Nordeste: no me llegué a ella porque iba el Placet muy baxo, ansí fui corriendo al Norte y por 25 brazas hasta quatro grados que dimos en una costa que iba tan bien echada del este güeste, no le dimos fin a la banda de Leste, más de que entendemos de que se pega con la de atrás por llegar el Placet a ella, y por la mucha bonanza que hace: es poblada esta tierra de gente negra diferente a toda la demás: es gente más bien adornada, también usan de flechas y dardos, y unos Escudos muy grandes, y unos montantes de caña llenos de cal que despide de sí, conque a el pelear siegan a los contrarios: finalmente fuimos corriendo al Oesnorueste perlongando la Costa, hallando siempre esta gente, aunque salíamos en muchas partes: también en ella tomé posesión en nombre de V.

M. aquí fue en esta tierra donde hallé el primer hierro y campanas de China, y otras cosas de allá, por donde más bien entendimos estar serca de las Malucas, y así fuimos prorrongando esta Costa cantidad de ciento y treinta leguas que vendrían a quedar el remate 50 leguas: antes de llegar a las islas Malucas hay infinidad de Islas por la banda del Sur y muy grandes, que por la necesidad de bastimentos no llegué a ellas, porque dudo que en 10 años se pueda ver las Costas de todas las Velas que vimos, hízose observación del Agua por toda esta tierra de la nueva Guinea hasta las Malucas, por todo esto fixa la Aguja que viene a caer en el Meridiano de las islas de los Ladrones con las Islas Filipinas: al remate desta tierra hallamos Moros vestidos, con artillería de servicio, como son falcones y berzos, arcabuces y armas blancas: éstos van conquistando esta gente que dicen de los Papues y les predican la Secta de Mahoma: tuvieron estos Moros con nosotros contratación, vendiéndonos gallinas y cabras y frutas y alguna pimienta y vizcocho que llama Sagu, que dura más de veinte años, aunque de todo fue poco, porque querían ropa nosotros no la teníamos, porque todo el rescate que nos dieron lo llevó la Capitana, y hasta las herramientas y medicinas y otras muchas cosas que callo por no tener remedio, pero sin ellas nos favoreció Nuestro Señor. Estos moros nos dieron nuevas de los sucesos de las Molucas, y aunque dicen que por toda esta tierra hay mucho oro y otras cosas buenas despecias, como es Pimienta y Nuez moscada.

De aquí a las Malucas todas son Islas, y por la vanda del Sur también van muchas que se encuentran con las de Bandayan, donde los Holandeses tienen contratación: llegué por aquí a las Islas de Vachan, que son las primeras Malucas, a donde hallé un Teatino con obra de cien Cristianos en tierra de un Rey Moro amigo, el qual me pidió le reduciese una de las Islas de Ternate, la qual era de Moros revelados, que Don Pedro de Acuña le había hecho merced en nombre de V.M. la tuviese en tenencia; y habiendo yo ido de aquí a el Maese de Campo Joan Desquivel que gobernaba las Islas de Ternate de mi llegada, y si convenía dar este socorro a el Rey de Vachan; el qual me respondió haría muy gran servicio a V.M. si yo traía fuerza para ello: Con esto me determiné con quarenta hombres españoles, y con quatrocientos Moros del Rey de Vacha, con esto les hice la guerra en sólo quatro horas les desbaraté y gané la fuerza, y puse de posesión en ella a el Rey de Vachan en nombre de V.M. al qual di los juramentos acostumbrados, capitulando con él que jamás iría contra Christianos, y que sería siempre fiel vasallo de V.M. no hallé a esta gente tan valiente de ánimo como las de atrás, debiálo causar la mano poderosa que en tantos trabaxos y victorias como tuve, se me hizo siempre fácil, y con sólo perdidos en todas mis peregrinaciones de sólo un Español: No hago relación dellas a V.M. porque espero darla muy larga: puesto a el Rey de posesión me partí a Terrenate que era doce leguas desta Isla, a donde estaba Joan Desquivel de quien fui muy bien recibido, porque estaba muy apurado de gente, y los naturales de Terrenate revelados, a los quales fue de muy grande espanto ver socorro tan rodeado; y de allí a pocos días llegó el de Manila que era vien deseado por haber faltado la mitad de la gente que dexo Don Pedro de Acuña y de bastimentos lo estaba, porque como tengo dicho estaban los naturales de la Isla revelados: más con la gran prudencia del Maestre de Campo Joan Desquivel se van poniendo las cosas de las Islas muy bien, aunque hace mucha falta socorro de dineros. Aquí dejé el Patage y obra de veinte hombres por ser todo muy conveniente al servicio de V.M. De aquí me partí a la Ciudad de Manila, dende me dan tan mal despacho como tengo dicho, ni hasta agora que son dos meses pasados de comer a la gente, y así no se quando podré salir de aquí a dar cuenta a V.M. a quien Nuestro Señor guarde, prospere por Señor del Mundo. Fecha en Manila a 12 de julio de 1607 años = Criado de V.M. Luis Vaez de Torres.

Obras relacionadas


No hay contenido actualmente en Obras relacionadas con el contexto

Contenidos relacionados