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CAPITULO XXXI Carta del V. Padre con algunas noticias, y llegada de los Barcos. "Viva Jesús, María, y José= R. P. Lector y Presidente Fr. Francisco Palau= Carísimo Amigo y mi Señor: No me quiero querellar del limitado tiempo para escribir a V. R. porque no parezca maña vieja, harto tengo con significar el recelo de lo que con trabajo escribo llegue a sus títulos. Lo que primero digo, es que gracias a Dios, tengo salud, y que no me ha tocado a mí ni a ninguno de los Padres Compañeros la hambre que por estas tierras ha mortificado y mortifica a muchos pobres. Lo segundo, que cuando esperábamos el Barco, nos ha llegado la noticia de ser dos los que vienen a este Puerto; pero con haber llegado ambos a la altura, y aún el uno a dos leguas de esta Misión, ninguno h podido aportar acá; y escribe el Capitán del Príncipe (que es nuestro D. Juan Pérez) que ya no podrá venir, que se halla en S. Diego, y que vayan allá, si quieren lo que trae. El otro escribe (que es D. Miguel Pino, con Cañizares) que se halla en la Canal de Santa Bárbara, y que se va a S. Diego; con que allá lo tenemos todo, y aquí nada. El consuelo es, que aquellas dos Misiones de S. Diego y S. Gabriel ya quedan fuera de cuidado. Esta, la de S. Antonio y el Presidio, no están con peligro de abandonarse; pero están con el seguro de que les dure a la gente algunos días la mortificación. Las mulas para subir por tierra son pocas y maltratadas. Los principales mantenedores de la gente son los Gentiles; por ellos se vive porque Dios quiere, sin embargo de que la leche de Vacas, y la verdura de la Huerta han sido dos grandísimos sustentáculos de estos Establecimientos; pero ambos renglones ya escasean; mas no por lo dicho me pesa, ni le pese a V.

R. el que estén fundadas estas Misiones, como que no le duele a Ministro alguno de los que las pueblan. El desconsuelo sólo se ha hallado en las vacantes por dificultad de proseguir las fundaciones. Ya se les ha quitado a los Padres de San Luis el continuo desconsuelo de catorce meses de espera, con la noticia de que con las abundantes provisiones que traen los Barcos, prontamente se pondrá su Misión, y ver ya para ella todas las cosas aportarlas. Si para la fundación de éstas se hubiera de esperar los tiempos en que se suben aquellas, y los adelantamientos dependiesen de la venida del barco, muchos años se habían de pasar para que se fundase alguna, con la dificultad de venir de esas remotas tierras los socorros, atentas las dificultades que V. R. mejor que yo conoce y palpa. Todos los Ministros gimen, y gemimos las vejaciones, trabajos y atrasos que tenemos que aguantar; pero ninguno desea ni piensa salir de su Misión. Ello es, que trabajos, o no trabajos, hay varias almas en el Cielo, de Monterrey, de San Antonio y de San Diego, que de San Gabriel no lo sé hasta ahora. Hay competente número de Cristianos que alaban a Dios, cuyo santo nombre es en la boca de los mismos Gentiles más frecuente que en la de los muchos Cristianos. Y aunque presumen algunos que de mansos Corderos, que son todos, se vuelvan algún día tigres y leones, bien puede ser, si lo permite Dios; pero de los de Monterrey, vamos ya para tres años de experiencia, y los de San Antonio para dos, y cada día son mejores.

Y sobre todo, la promesa hecha por Dios en estos últimos siglos a N. P. S. Francisco (como dice la Seráfica M. María de Jesús) de que los Gentiles con solo ver a sus hijos se han de convertir a nuestra Santa Fe Católica, ya me parece que la veo y palpo; porque si aquí no son ya todos Cristianos, es a mi entender por solo la falta del idioma; trabajo que no me ha venido de nuevo, porque siempre imaginé que mis pecados tenían muy desmerecida esta gracia, y que en unas tierras como éstas, donde no se podía prometer Intérprete ni Maestro en lo humano, hasta que alguno de acá aprendiese el castellano, era preciso se pasase algún tiempo. Ya en San Diego venció el tiempo la dificultad, ya bautizan adultos, ya se celebran Matrimonios; y aquí estamos va en disposiciones bien próximas para lo mismo, porque va se comienzan a explicar los Muchachos en el Castellano; y en lo demás, si se nos diera algún auxilio, en breve se nos daría poco que viniese o no el barco para asunto de víveres; pero estando las cosas así, poca cabeza podrán levantar las Misiones; con todo, yo confío en Dios que todo se ha de remediar. Pues vamos ahora al asunto principal: Yo voy a San Diego con el Comandante D. Pedro Fages; y si V. R. algún día ha de reconocer el tramo intermedio entre San Fernando Vellicatá y dicho Puerto, para distribuir en él sus cinco Misiones, y pudiese ser ahora, podríamos darnos un abrazo por mediados o fines de Septiembre; y supliría nuestra comunicación la falta de muchas cartas, v discurriríamos como se pueda adelantar mejor esta gran obra, que sin merecerlo ha puesto Dios nuestro Señor en nuestras manos.

El gran consuelo de que me serviría dicha concurrencia lo dejo a la consideración de V. R. pero no lo haga V. R. por mí, sino sólo si lo considera conducente al mayor bien de las almas. Procuraremos retirarnos cada uno a su destino antes de las aguas y me parece haber tiempo competente para todo. Pero sobre todo pido con eficacia que o con V. R. o por sí solos, vengan en dicho tiempo dos Religiosos para la fundación de San Buenaventura, o para Ministros de San Gabriel, en lugar de los que se fueron enfermos a esas Misiones. Viniendo éstos, que es puntualmente el número de los que han ido de acá enfermos, ya sabré que no tengo de pedir más sino del Colegio. Los que hubieren de venir, que vengan bien prevenirlos de paciencia y caridad, y lo pasarán alegremente, y se podrán hacer ricos, digo de trabajos; pero ¿donde irá el Buey que no are? y si no ara, ¿como podrá haber cosecha?. Para mientras ande fuera queda administrando esta Misión el P. Pieras con uno de los Padres de S. Luis; que el otro se va para San Antonio, donde queda solo el Padre Fr. Buenaventura Sitiar, para irse aproximando y dar principio a su Misión. La de San Antonio, que el día de San Buenaventura cumplió el año de fundada, ha sido en esta necesidad que ha habido el recurso todo para semillas gentílicas, y sus pinoles. Al buen P. Pieras le debe esta Misión la caridad de más de cuatro cargas de tales géneros, pues en esta última venida me trajo tres. Del P. Fr. Juan nada digo, porque ya por sus cartas sabrá todos sus viajes.

En fin no digo más; si nos viéremos podremos hablar (con el favor de Dios) de todo; y si no, espero escribir más largo y tendido. Si V. R. tuviere ocasión de escribir a nuestro Colegio, comunique siempre las noticias ciertas de que por acá tenga, porque si no llegaren mis cartas, tengan siquiera por ese medio alguna razón de estas tierras y Misiones. Me encomiendo con finísima voluntad a cada uno de los Padres de esas Misiones, viejos y nuevos, y que me tengan presente en sus oraciones; y los amigos, y conocidos me tengan por excusado escribirles en particular, por lo dicho al principio, razón porque esta ha ido pro majori parte de noche. Si los Padres Lazuén, y Murguía fuesen de los que vengan por estos Desiertos, lo dicho dicho de paciencia y ánimos etc. Deseo a V. R. las mismas partidas, que según estoy algo entendido, no son por esas tierras menos necesarias. Concédanoslas a todos Dios, y guarde a V. R. muchos años en su santo amor y gracia. Misión de S. Carlos de Monterrey en el Carmelo, y Agosto 18 de 1772= B. L. M. de V. R. afecto Amigo, Compañero y Siervo= Fr. Junípero Serra". Al mismo tiempo que el V. Padre me escribía esta Carta recibí yo las del Excmô. Señor Virrey, y R. P. Guardián del Colegio, en que me daban noticia del Concordato hecho con los RR. Padres Dominicos para la entrega de la California antigua; y caminaban ya para Monterrey los dos Religiosos que me pedían para la Misión de San Buenaventura, con quienes le tenía escrita aquella novedad, pidiéndole me diese noticia del número de Religiosos que necesitaba, para que no se regresasen al Colegio. Pero cuando llegó a San Diego la Carta, ya el V. Siervo de Dios se había embarcado para San Blas con el fin de pasar a México a informar al Exmô. Señor Virrey, como diré adelante.

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