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Datos principales


Desarrollo


CAPÍTULO XXX El gobernador pasa a Osachile. Cuéntase la manera que los indios de la Florida fundan sus pueblos. Después de la batalla digna de risa que hemos contado, aunque sangrienta y cruel para los pobres indios, estuvo el gobernador cuatro días en el pueblo de Vitachuco reparando el daño que él y los suyos habían recibido. Al quinto día salieron en demanda de otra provincia que está cerca de aquélla, llamada Osachile. Caminaron el primer día cuatro leguas. Alojáronse a la ribera de un gran río que divide los términos de estas dos provincias. Para lo pasar era necesario hacer otra puente como la que se hizo en el río de Ochile, porque no se podía vadear. Teniendo los castellanos la tablazón hecha para echarla en el agua, acudieron los indios de la otra parte a defender la obra y el paso. Los cristianos, dejando la fábrica de la puente, hicieron seis balsas grandes en que pasaron cien hombres, entre ballesteros y arcabuceros, y cincuenta caballeros armados, que llevaron las sillas de los caballos en las balsas. Cuando éstos hubieron tomado tierra, el gobernador (que, aunque emplastado el rostro, se hallaba presente a todo) mandó echar al río cincuenta caballos que pasaron a nado. Los españoles que estaban de la otra parte, habiéndolos recibido y ensillado, con toda diligencia salieron al llano. Los indios, viendo caballos en tierra limpia de monte, desampararon el puesto y dejaron los cristianos libres para hacer su puente, la cual echaron al río, y, con la diligencia acostumbrada, la acabaron en día y medio.

El ejército pasó el río, caminó dos leguas de tierra sin monte, y, al fin de ellas, halló grandes sementeras de maíz, frisol y calabaza de la que en España llaman romana. Con las sementeras empezaba la poblazón de casas, derramadas y apartadas unas de otras sin orden de pueblo; y éstas iban por espacio de cuatro leguas hasta el pueblo principal, llamado Osachile, el cual era de doscientas casas grandes y buenas y era asiento y corte del curaca y señor de aquella tierra y había el mismo nombre Osachile. Los indios, que por las dos leguas de tierra limpia y rasa no habían osado esperar a los españoles, luego que los vieron entre los sembrados, revolviendo sobre ellos y encubriéndose con los maizales, les echaron muchas flechas acometiéndolos por todas partes sin perder tiempo, lugar y ocasión, doquiera que se les ofrecía, para les poder hacer daño, con lo cual hirieron muchos castellanos. Mas tampoco se iban los indios alabando, porque los cristianos, reconociendo la desvergüenza y coraje rabioso que los infieles traían por los matar o herir, en topándolos al descubierto, los alanceaban sin perdonar alguno, que muy pocos tomaron a prisión. Así anduvo el juego riguroso en las cuatro leguas de los sembrados, con pérdida, ya de unos, ya de otros, como siempre suele acaecer en la guerra. Del pueblo de Vitachuco al de Osachile, hay diez leguas de tierra llana y apacible. Los españoles hallaron el pueblo de Osachile desamparado, que el curaca y sus indios se habían ido a los montes.

El gobernador le envió luego mensajeros de los pocos indios que en su tierra prendieron, convidándole con la paz y amistad. Mas el curaca Osachile ni salió ni respondió a los recaudos, ni volvió indio alguno que los hubiese llevado. Debió ser por el poco tiempo que los cristianos estuvieron en su pueblo, que no fueron más de dos días. En los cuales, poniéndose los españoles en emboscadas, prendieron muchos indios para servirse de ellos; después de rendidos, eran domésticos y de buen servicio, aunque con las armas en las manos se habían mostrado feroces. Por el poco tiempo que los españoles estuvieron en esta provincia, y por ser ella pequeña, aunque bien poblada de gente y abastada de comida, acaecieron pocos casos que contar más de los que se han dicho. Por lo cual será razón, porque no salgamos tan presto de ella, describamos el sitio, traza y manera de este pueblo Osachile para que por él se vea el asiento y forma de los demás pueblos de este gran reino llamado la Florida, porque, como toda su tierra sea casi de una misma suerte y calidad, llana y con muchos ríos que corren por ella, así todos sus naturales pueblan, visten, comen y beben casi de una misma manera, y aun en su gentilidad, en sus ídolos, ritos y ceremonias (que tienen pocas) y en sus armas, condición y ferocidad, difieren poco o nada unos de otros. De donde, visto un pueblo, los habremos visto casi todos y no será menester pintarlo en particular, si no se ofreciere alguno tan diferente que sea forzoso hacer de por sí relación de él.

Para lo cual es de saber que los indios de la Florida siempre procuraron poblar en alto, siquiera las casas de los caciques y señores cuando no podían todo el pueblo. Y porque toda la tierra es muy llana y pocas veces hallan sitio alto que tenga las demás comodidades útiles y necesarias para poblar, lo hacen a fuerza de sus brazos, que, amontonando grandísima cantidad de tierra, la van pisando fuertemente, levantándola en forma de cerro de dos y tres picas en alto y encima hacen un llano capaz de diez o doce, quince o veinte casas, para morada del señor y de su familia y gente de servicio, conforme a su posiblidad y grandeza del estado. En lo llano, al pie del cerro natural o artificial, hacen una plaza cuadrada, según tamaño del pueblo que le ha de poblar; alderredor de ella hacen los más nobles y principales sus casas, y luego la demás gente común las suyas. Procuran no alejarse del cerro donde está la casa del señor, antes trabajan de cercarle con las suyas. Para subir a la casa del curaca hacen calles derechas por el cerro arriba, dos o tres o más, como son menester, de quince o veinte pies de ancho. Por paredes de estas calles hincan gruesos maderos que van juntos unos de otros y entran en tierra más de un estado. Por escalones atraviesan otros maderos, no menos gruesos que los que sirven de paredes, y los traban unos con otros. Estos maderos que sirven de escalones son labrados de todas cuatro partes porque la subida sea más llana. Las gradas distan una de otra cuatro o seis u ocho pies, según que es la disposición y aspereza del cerro más o menos alto. Por ella subían y bajaban los caballos fácilmente, porque eran anchas. Todo lo demás del cerro, fuera de las escaleras, lo cortan en forma de pared, de manera que no pueden subir por él, porque de esta suerte queda la casa del señor más fortalecida. De esta forma y traza tenía Osachile su pueblo y casa, la cual desamparó por parecerle más fuerte el monte, donde se estuvo sin querer aceptar la amistad de los españoles sin responder a sus mensajes.

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