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Datos principales


Desarrollo


CAPÍTULO XVI De los oficios que aprendían los indios Otro primor tuvieron también los indios del Pirú, que es enseñarse cada uno desde muchacho en todos los oficios que ha menester un hombre para la vida humana; porque entre ellos no había oficiales señalados, como entre nosotros, de sastres, y zapateros y tejedores, sino que todo cuanto en sus personas y casa habían menester, lo aprendían todos y se proveían a sí mismos. Todos sabían tejer y hacer sus ropas; y así el Inga, con proveerles de lana, los daba por vestidos. Todos sabían labrar la tierra y beneficiarla, sin alquilar otros obreros. Todos se hacían sus casas, y las mujeres eran las que más sabían de todo, sin criarse en regalo, sino con mucho cuidado, sirviendo a sus maridos. Otros oficios que no son para cosas comunes y ordinarias de la vida humana, tenían sus proprios y especiales oficiales, como eran plateros, y pintores y olleros, y barqueros y contadores y tañedores, y en los mismos oficios de tejer y labrar, o edificar, había maestros para obra prima, de quien se servían los señores. Pero el vulgo común, como está dicho, cada uno acudía a lo que habían menester en su casa, sin que uno pagase a otro para esto, y hoy día es así, de manera que ninguna ha menester a otro para las cosas de su casa y persona, como es calzar y vestir, y hacer una casa, y sembrar y coger, y hacer los aparejos y herramientas necesarias para ello. Y cuasi en esto imitan los indios a los institutos de los monjes antiguos, que refieren las vidas de los padres.

A la verdad ellos son gente poco codiciosa ni regalada, y así se contentan con pasar bien moderadamente, que cierto si su linaje de vida se tomara por elección y no por costumbre y naturaleza, dijéramos que era vida de gran perfección, y no deja de tener harto aparejo para recebir la doctrina del santo Evangelio que tan enemiga es de la soberbia y codicia y regalo. Pero los predicadores no todas veces se conforman con el ejemplo que dan con la doctrina que predican a los indios. Una cosa es mucho de advertir, que con ser tan sencillo el traje y vestido de los indios, con todo eso se diferenciaban todas las provincias, especialmente en lo que ponen sobre la cabeza, que en unas es una trenza tejida y dada muchas vueltas; en otras, ancha y de una vuelta; en otra, unos como morteretes o sombreruelos; en otras unos como bonetes altos, redondos; en otras unos como aros de cedazo, y así otras mil diferencias. Y era ley inviolable no mudar cada uno el traje y hábito de su provincia, aunque se mudase a otra, y para el buen gobierno lo tenía el Inga por muy importante, y lo es hoy día, aunque no hay tanto cuidado como solía.

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