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CAPITULO IV Del temperamento de Portobelo, y epidemias que en tiempo de armada causan gran mortandad en los que van en ellas 215 Muy comun es en toda Europa la noticia de lo perjudicial que es á la salud el temperamento de Portobelo. En él no solo padecen los estrangeros que allí llegan sino que los proprios del país, aunque connaturalizados con su templo, viven sujetos á sufrir varias pensiones que les aniquilan el vigor de la naturaleza, y muchas veces dan con ellos en la sepultura. Opinion muy valida es allí la de ser en los tiempos pasados, y no mas de veinte años atrás, tan peligrosos en él los partos que era muy rara la muger que no moría, y assi se tenia la providencia de passarlas á Panamá á los quatro ó cinco meses de estar en cinta, y no volvian á su tierra hasta passado el tiempo de los accidentes que suelen sobrevenir al parto; y aunque algunas desde poco acá se arriesgan á quedarse allí para esperar este trance, por lo general, la mayor parte no se expone á tanto peligro, y tienen por menos molesto el hacer la travesía que media entre las dos ciudades que el dexar su vida en contingencia, que despues no tiene enmienda. 216 El excessivo amor que una señora de aquella ciudad, muy conocido en ella, professaba á su marido, el temor de que este en su ausencia no le correspondiesse y el estar él con empleo que no podia abandonar para acompañarla á Panamá motivó el que se aventurase á ser la primera en interrumpir el orden observado hasta entonces.

Los fundamentos de su temor eran tales que pudieron acreditar de prudente su resolucion y calificar de acertada la eleccion á vista del peligro que iba á evitar en el que de conocido se ofrecia á padecer. Salió al fin con felicidad, y el exemplar empezó á ser modelo en las otras, desvaneciendo aquel horror que los antiguos malos sucessos tenian infundido en el animo y que eran causa de que con tanta repugnancia mirassen para este fin aquel temperamento. 217 Aun mas adelantan aquellos naturales en este punto diciendo que no procreaban allí los animales de otros climas, y assi las gallinas que se introducian de Panamá ó Cartagena se estirilizaban, luego que llegaban allí, y no ponian huevos; y hoy sucede todavia que la carne de baca que se consume se lleva de Panamá en pie y, á poco tiempo de estada, se enflaquece tanto que no se puede comer, siendo assi que no falta yerva en las colinas y cañadas de los montes. Tampoco se ven crias de cavallos ó burros, y todo esto confirma la opinion de que aquel temple es contrario para la generacion de criaturas de otros temperamentos benignos, ó no tan nocivos, como él. No confiandonos en este particular de la voz comun, que muchas veces suele ser vulgaridad sin fundamento, indagamos este punto con algunas personas capaces, y sus dictamenes no se apartaban del ordinario, apoyandolos con experiencia propia en todos los assuntos de esta naturaleza. 218 El licor del thermometro de Mr. de Reaumur marcaba el día 4 de diciembre del mismo año de 1735, á las 6 de la mañana, 1021 y, al medio día, 1023.

219 Los calores que allí se experimentan son excessivos, y coadyuba á ello el que, estando toda la poblacion rodeada de cerros muy altos, no dexan lugar al viento para que, bañandola, pueda temperarla. Las espesas arboledas que visten aquellos cerros cortan el passo á los rayos del sol, impidiendole el que con su calor llegue á secar la tierra, que ocultan sus copas, y assi están siempre exhalando vapores espesos que forman gruessas nubes, y estas vuelven á deshacerse convirtiendose en aguaceros copiosos; y luego que cessan, se descubre el sol pero, apenas con la actividad de sus rayos, ha secado en corto tiempo la superficie de aquel terreno, que los arboles no ocupan con su sombra y las calles de la ciudad, quando formado yá otro pavellón, vuelve á esconderse con él, y en esta forma permanece todo el dia y noche, successiva y repentinamente y aclarando con la misma promptitud sin que en uno ú otro se experimente moderacion en el calor. 220 Estos aguaceros que tan repentina y frequentemente quieren parecer un principio de diluvio son acompañados de tempestades de truenos, relampagos y rayos tan formidables que sobresalen y atemorizan el animo mas tranquilo y fuerte, y, como todo el puerto está rodeado de aquellas altas montañas, causa mayor estruendo el ruido, resonando largo rato despues, con la correspondencia de varios ecos en las concavidades y quebradas que forman entre sí las colinas de aquellas montañas, siendo tanto lo que por esto se aumenta que el de un cañon disparado se oye succesivamente por espacio de un minuto despues; y con este no pequeño, la gritería y algazara que con su espanto forman los monos, que hay de todas castas en los montes, con particularidad de noche y al amanecer quando los navios de guerra tiran el cañon de retreta ó de romper el nombre.

221 Esta tan continua intemperie y el recio trabajo que tienen los marineros en la descarga de los navios, unos en sus bodegas desarrumando la fardería, otros en las lanchas y otros con los carretones en tierra, acrecienta la transpiracion y les aminora las fuerzas; pero ellos, para recuperar el brio, ocurren al aguardiente, cuyo consumo es muy considerable en estas ocasiones. La fatiga del trabajo, la abundancia de la bebida y la contrariedad del clima disponen las naturalezas á padecer las enfermedades que se experimentan en aquel país, y, siendo en él todos los accidentes mortales porque no hay en los cuerpos, á quienes coge poseidos de una grande debilidad, resistencia para expelerlos, es consiguiente las epidemias y la muerte. 222 Es cierto que á esto mismo están sujetos aun los que no tienen el trabajo y fatigas de la gente de mar, pero esto nace de que la causa principal es el clima y que las otras solo son coadyubantes y sirven de hacer mas comun y pronta la enfermedad, y, con evidencia, hallando preparada la massa de sangre para recibir el accidente, hace mayor progreso este en la persona para acabar con ella. 223 En algunas ocasiones se han llevado medicos de Cartagena para que, como mas prácticos en el methodo de cura que requieren los accidentes de aquellos climas, assistiessen á los enfermos, pero esta providencia no ha sido de algun alivio ni ha evitado que en cada ocasion de armada ó navios que deban hacer allí alguna residencia queden sepultadas la tercera parte ó mitad de la gente que llevan.

Por esta causa, le dan á aquella ciudad, y no sin gran fundamento, el renombre de sepultura de españoles, pero puede amplificarse mas y decirse de todas las naciones que van allí porque mas estrago hizo en los ingleses el temperamento que las balas quando en el año de 1728 bloquearon aquel puerto con su armada, llevados de la codicia de hacerse dueños del tesoro que havia concurrido á él para empleo de la feria de los galeones, que, por muerte del marqués Grillo, quedó mandando uno de los grandes oficiales que han hecho brillar con su acertada conducta el honor de la Marina de España, Don Francisco Cornejo. Este general hizo acordonar los navios de su comando dentro del puerto, dispuso una batería en la costa del sur de él á su entrada, cuyo mando y guarnicion dexó al cuidado de la marina ó, por mejor decir, al suyo propio, pues en todo vigilante no havia providencia á que no atendiesse, y, con sus bien dirigidas precauciones, puso tanto horror á la crecida armada que se presentó delante del puerto que la contuvo, sin determinarse á mas que á hacer su bloqueo, en el seguro de que, recibiendo este y toda la gente que havia en él los viveres de Cartagena, havia de precisarlos por la hambre, á lo que miraba muy lexos de conseguir por la fuerza; y quando aquel comandante enemigo contaba con mas seguridad sobre sus proyectos, empezó á apoderarse la intemperie de sus tripulaciones, haciendo tal estrago que dentro de poco tiempo fue preciso que abandonara del todo su empresa y se volviera á hacer á la vela para Jamaica, dexando en aquellas playas mas de la mitad de gente.

224 No obstante, lo nocivo para la salud y contrario á la vida de los europeos que es Portobelo, se experimentó en la armada del año de 30 no haver havido enfermedades allí, siendo assi que el trabajo y desorden de comida y bebida en las tripulaciones era sin diferencia, como en las antecedentes, y que el clima no havia mudado, á lo menos sensiblemente, y se atribuuyó á haver passado yá la epidemia en Cartagena, la qual les indultó para que en aquella ciudad gozassen de salud, de donde debe inferirse que el principal origen de estas enfermedades proviene de que la naturaleza de los europeos, no acostumbrada á aquellos temples, los extraña con estremo, y esta novedad les hace padecer hasta que las destruye totalmente ó prepara en disposicion adequada para ellos, con lo qual, quedando connaturalizados, gozan tanta sanidad como los mismos naturales ó criollos.

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