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Desarrollo


CAPÍTULO II He aquí cómo comenzó el robo de los hombres de las tribus de Vuc Amag por Balam Quitzé, BalamAcab, Mahucutah e Iqui Balam. Luego vino la matanza de las tribus. Cogían a uno solo cuando iba caminando, o a dos cuando iban caminando, y no se sabía cuándo los cogían, y en seguida los iban a sacrificar ante Tohil y Avilix. Después regaban la sangre en el camino y ponían la cabeza por separado en el camino. Y decían las tribus: "El tigre se los comió." Y lo decían así porque eran como pisadas de tigre las huellas que dejaban, aunque ellos no se mostraban. Ya eran muchos los hombres que habían robado, pero no se dieron cuenta las tribus hasta más tarde. -¿Si serán Tohil y Avilix los que se introducen entre nosotros? Ellos deben ser aquéllos a quienes alimentan los sacerdotes y sacrificadores. ¿En dónde estarán sus casas? ¡Sigamos sus pisadas!, dijeron todos los pueblos. Entonces celebraron consejo entre ellos. A continuación comenzaron a seguir las huellas de los sacerdotes y sacrificadores, pero éstas no eran claras. Sólo eran pisadas de fieras, pisadas de tigre lo que veían, pero las huellas no eran claras. No estaban claras las primeras huellas, pues estaban invertidas, como hechas para que se perdieran, y no estaba claro su camino. Se formó una neblina, se formó una lluvia negra y se hizo mucho lodo; y empezó a caer una llovizna. Esto era lo que los pueblos veían ante ellos. Y sus corazones se cansaban de buscar y perseguirlos por los caminos, porque como era tan grande el ser de Tohil, Avilix y Hacavitz, se alejaban hasta allá en la cima de las montañas, en la vecindad de los pueblos que mataban.

Así comenzó el rapto de la gente cuando los brujos cogían a las tribus en los caminos y las sacrificaban ante Tohil, Avilix y Hacavitz ; pero a sus propios hijos los salvaron allá en la montaña. Tohil, Avilix y Hacavitz tenían la apariencia de tres muchachos y caminaban por virtud mágica de la piedra. Había un río donde se bañaban a la orilla del agua y allí únicamente se aparecían. Se llamaba por esto En el Baño de Tohil, y éste era el nombre del río. Muchas veces los veían las tribus, pero desaparecían inmediatamente cuando eran vistos por los pueblos. Se tuvo entonces noticia de donde estaban Balam-Quitzé, Balam Acab, Mahucutah e Iqui Balam, y al instante celebraron consejo las tribus sobre la manera de darles muerte. En primer lugar quisieron tratar las tribus sobre la manera de vencer a Tohil, Avilix y Hacavitz. Y todos los sacerdotes y sacrificadores de las tribus dijeron ante las tribus: -Que todos se levanten, que se llame a todos, que no haya un grupo, ni dos grupos de entre nosotros que se quede atrás de los demás. Reuniéronse todos, se reunieron en gran número y deliberaron entre sí. Y dijeron, preguntándose los unos a los otros: -¿Cómo haremos para vencer a los quichés de Cavec por cuya culpa se están acabando nuestros hijos y vasallos? No se sabe cómo es la destrucción de la gente. Si debemos perecer por medio de estos raptos, que así sea; y si es tan grande el poder de Tohil, Avilix y Hacavitz, entonces que sea nuestro dios este Tohil, ¡y ojalá que lo hagáis vuestro cautivo! No es posible que ellos nos venzan.

¿No hay acaso bastantes hombres entre nosotros? Y los Cavec no son muchos, dijeron, cundo estuvieron todos reunidos. Y algunos dijeron, dirigiéndose a las tribus cuando hablaron: -¿Quién ha visto a esos que se bañan en el río todos los días? Si ellos son Tohil, Avilix y Hacavitz, los venceremos primero a ellos y después comenzaremos la derrota de los sacerdotes y sacrificadores. Esto dijeron varios de ellos cuando hablaron. -¿Pero cómo los venceremos?, preguntaron de nuevo. -Ésta será nuestra manera de vencerlos. Como ellos tienen aspecto de muchachos cuando se dejan ver entre el agua, que vayan dos doncellas que sean verdaderamente hermosas y amabilísimas doncellas, y que les entren deseos de poseerlas, replicaron. -Muy bien. Vamos, pues; busquemos dos preciosas doncellas, exclamaron, y en seguida fueron a buscar a sus hijas. Y verdaderamente eran bellísimas doncellas. Luego les dieron instrucciones a las doncellas: -Id, hijas nuestras, id a lavar la ropa al río, y si viereis a los tres muchachos, desnudaos ante ellos, y si sus corazones os desean, ¡llamadlos! Si os dijeren: "¿Podemos llegar a vuestro lado?", "Sí", les responderéis. Y cuando os pregunten: "¿De dónde venís, hijas de quién sois?", contestaréis: "Somos hijas de los Señores. Luego les diréis: -Venga una prenda de vosotros. Y si después que os hayan dado alguna cosa os quieren besar la cara, entregaos de veras a ellos. Y si no os entregáis, os mataremos. Después nuestro corazón estará satisfecho.

Cuando tengáis la prenda, traedla para acá y ésta será la prueba, a nuestro juicio, de que ellos se allegaron a vosotras. Así dijeron los Señores cuando aconsejaron a las dos doncellas. He aquí los nombres de éstas: Ixtah se llamaba una de las doncellas y la otra Ixpuch. Y a las dos llamadas Ixtah e Ixpuch las mandaron al río, al baño de Tohil, Avilix y Hacavitz. Esto fue lo que dispusieron todas las tribus. Marcháronse en seguida, bien adornadas, y verdaderamente estaban muy hermosas cuando se fueron allá donde se bañaba Tohil, a que las vieran y a lavar. Cuando ellas se fueron, se alegraron los Señores porque habían enviado a sus dos hijas. Luego que éstas llegaron al río comenzaron a lavar. Ya se habían desnudado las dos y estaban arrimadas a las piedras cuando llegaron Tohil, Avilix y Hacavitz. Llegaron allá a la orilla del río y quedaron un poco sorprendidos al ver a las dos jóvenes que estaban lavando, y las muchachas se avergonzaron al punto cuando llegó Tohil. Pero a Tohil no se le antojaron las dos doncellas. Y entonces les preguntó: ¿De dónde venís? Así les dijo a las dos doncellas y agregó: -¿Qué cosa queréis que venís aquí hasta la orilla de nuestra agua? Y ellas contestaron: -Se nos ha mandado por los Señores que vengamos acá. "Id a verles las caras a los Tohil y hablad con ellos", nos dijeron los Señores; y "traed luego la prueba de que les habéis visto la cara", se nos ha dicho. Así hablaron las dos muchachas, dando a conocer el objeto de su llegada.

Ahora bien, lo que querían las tribus era que las doncellas fueran violadas por los naguales de Tohil. Pero Tohil, Avilix y Hacavitz les dijeron, hablando de nuevo a Ixtah e Ixpuch, que así se llamaban las dos doncellas: -Está bien, con vosotras irá la prueba de nuestra plática. Esperad un poco y luego se la daréis a los Señores, les dijeron. Luego entraron en consulta los sacerdotes y sacrificadores y les dijeron a Balam Quitzé, Balam Acab, Mahucutah e Iqui-Balam: -Pintad tres capas, pintad en ellas la señal de vuestro ser para que les llegue a las tribus y se vayan con las dos muchachas que están lavando. Dádselas a ellas, les dijeron a Balam Quitzé, Balam Acab y Mahucutah. En seguida se pusieron los tres a pintar. Primero pintó un tigre Balam Quitzé ; la figura fue hecha y pintada en la superficie de la manta. Luego BalamAcab pintó la figura de un águila sobre la superficie de la manta; y luego Mahucutah pintó por todas partes abejorros y avispas, cuya figura y dibujos pintó sobre la tela. Y acabaron sus pinturas los tres, tres piezas pintaron. A continuación fueron a entregar las mantas a Ixtah e Ixpuch, así llamadas, y les dijeron Balam-Quitzé, Balam Acab y Mahucutah: -Aquí está la prueba de vuestra conversación; llevadla ante los Señores: "En verdad nos ha hablado Tohil, diréis, he aquí la prueba que traemos", les diréis, y que se vistan con las ropas que les daréis. Esto les dijeron a las doncellas cuando las despidieron.

Ellas se fueron en seguida, llevando las llamadas mantas pintadas. Cuando llegaron, se llenaron de alegría los Señores al ver sus rostros y sus manos, de las cuales colgaba lo que habían ido a pedir las doncellas. -¿Le visteis la cara a Tohil?, les preguntaron. -Sí se la vimos, respondieron Ixtah e Ixpuch. -Muy bien. ¿Y traéis la prenda, no es verdad?, preguntaron los Señores, pensando que ésta era la señal de su pecado. Extendieron entonces las jóvenes las mantas pintadas, todas llenas de tigres y de águilas y llenas de abejorros y de avispas, pintados en la superficie de la tela y que brillaban ante la vista. En seguida les entraron deseos de ponérselas. Nada le hizo el tigre cuando el Señor se echó a las espaldas la primera pintura. Luego se puso el Señor la segunda pintura con el dibujo del águila. El Señor se sentía muy bien, metido dentro de ella. Y así, daba vueltas delante de todos. Luego se quitó las faldas ante todos y se puso el Señor la tercera manta pintada. Y he aquí que se echó encima los abejorros y las avispas que contenía. Al instante le picaron las carnes los zánganos y las avispas. Y no pudiendo sufrir ni tolerar las picaduras de los animales, el Señor empezó a dar de gritos a causa de los animales cuyas figuras estaban pintadas en la tela, la pintura de Mahucutah, que fue la tercera que pintaron. Así fueron vencidos. En seguida los Señores reprendieron a las doncellas llamadas Ixtah e Ixpuch -¿Qué clase de ropas son las que habéis traído? ¿Dónde fuisteis a traerlas, demonios?, les dijeron a las doncellas cuando las reprendieron. Todos los pueblos fueron vencidos por Tohil. Ahora bien, lo que querían era que Tohil se hubiera ido a divertir con Ixtah e Ixpuch y que éstas se hubieran vuelto rameras, pues creían las tribus que les servirían de tentación. Pero no fue posible que lo vencieran, gracias a aquellos hombres prodigiosos, Balam Quitzé, Balam Acab, Mahucutab e Iqui Balam.

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