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Datos principales


Desarrollo


Capítulo 25 En este capítulo se prosigue la començada batalla mexicanos y chalcas, adonde los mexicanos los binieron a ençerrar muy çerca de sus pueblos Llegados los çinco días de plazo señalado de los chalcas y mexicanos, dixo Monteçuma a Çihuacoatl Tlacaeleltzin: "¿Qué os paresçe que se haga agora? ¿Si será bueno bayan otros nuebos soldados de rrefresco al conbate con los balerosos capitanes y soldados?" Partidos los delanteros como guardas y miradores, escuchas, la parte que llaman Techichco, y bisto a los chalcas, dixeron los mexicanos: "Chalcas, siempre abéis de beniros aquí a parar. ¿Qué es buestra pretençión?" Dixeron los chalcas: "Es, enfín, nras tierras. Emos de mirallas y guardallas". Dixeron los mexicanos: "Agora lo beremos si lleuaréis a cuestas uras tierras o las dexaréis de grado o de fuerça. Por eso, chalcas, mirá lo que hazéis, uno ni nenguno a de boluer a su tierra". Y començó luego el estruendo y bozería, alaridos, con tanto ynpitu los mexicanos hizieron los binieron a ençerrar la parte que llaman Acaquilpan. Començando a apretallos más rrezio, los lleuaron a los chalcas hasta Tlapitzahuayan. Entonçes los chalcas di 27v dixeron: "Mexicanos, bueno está agora. De aquí a çinco días bolueréis, que aquí os aguardaremos en este lugar, porque para tonçes çelebramos la fiesta de nro dios Camaxtli y para tonçes haremos nra fiesta y bosotros nos adornaréis con buestra sangre nro templo.

Yd agora a descansar, que xamás çesaremos hasta la fin". Llegados a Mexico Tenuchtitlam, cuentan a Monteçuma todo lo proçedido la guerra con los chalcas y como queda aplazada la última batalla para dentro de çinco días, con amenazas los chalcas les hizieron de que para tonçes an de çelebrar la fiesta de su dios de ellos, Camaxtli, "y abíam con nra sangre de derramarla por todo su templo". Y dixeron: "Muy bien, que dios más abentaxado es el nro, Huitzilopuchtli huei tetzahuitl. Que ellos dixeron harán de nosotros, lo emos de hazer de ellos, y no solamente su sangre sino echallos en el fuego de la guardia de nro dios". Llegados al quarto del plazo, llamaron Monteçuma y Çihuacoatl Tlacaeleltzin a los balerosos capitanes Tlacateecatl y a Tlacochcalcatl, dixéronles: "Mirá, preçiados mexicanos, que no a de quedar uno ni nenguno de los mexicanos si no fueren los muy biexos y niños y muchachos de diez años, porque hasta los de doze años an de yr a esta guerra, stos lleuarán cargados las armas y matalotaxe y lleuarán sogas para amarrar a los prendidos y bençidos en la guerra de los chalcas. Y luego daréis abiso, mexicanos, que puntualmente a medianoche emos de salir de Tenuchtitlan con mucho silençio ny estruendo, e quando no se acataren estaremos a las puertas de los chalcas. Ea, mexicanos, que el cargo y cuidado tiene de nosotros el tetzahuitl (abusión) Huitzilopochtli. Y la persona que estubiere para poder yr y no fuere, despídase desde luego que xamás estará en nra conpañía ni tierra".

Llegados a Acaquilpan, se arman y adereçan de todo punto. Començaron a marchar y llegando a Tlapitzahuan, començaron los chalcas a dar bozes grandes e dixeron a los mexicanos: "¡Ea, bení presto, mexicanos! ¡Llegá presto, que están aguardando nras mugeres uros cuerpos para guisarlos en chile!" Y los mexicanos, oyendo esto, dan tan rrezio con ellos de un ympitu los lleuaron a golpes hasta Nexticpac, y de allí dan otra bez tras ellos los fueron a dexar hasta Tlapechhuacan, y allí començaron a bozear los chalcas, diziendo: "Mexicanos, por agora bueno está. Yd y rreposad, que adelante en días se acabará". Dixeron los mexicanos: "Mirá, chalcas, que tanbién nosotros çelebramos nra gran fiesta y con la muerte que os emos de dar emos de ocupar nras hogueras y primero la de nro templo, con bosotros, porque la çelebraremos agora beinte días y para entonçes beréis, chalcas, las baroniles fuerças de los mexicanos". E así, començaron a dar bozes los capitanes mexicanos diziendo: "¡A ellos, a ellos, balerosos mexicanos!" Y dieron con tanta braueza como si aquella ora començaran la batalla. Y yendo en poz de ellos fueron prendiendo 28r a los chalcas, cansados del trabaxo de todo el día. Y yban matando y hiriendo muchos de ellos, los fueron a ençerrar un lugar llaman Contlan y allí començaron a bozear los chalcas: "Ea, mexicanos, descansad". Y así, los mexicanos se boluieron abiendo muerto mucha summa de los chalcas.

Y, llegados a Tlapitzahuayan, començaron a contar los cautibos que se hallaron presos y bieron dozientos caualmente de cuenta. Llegados a Mexico Tenuchtitlam, hizieron rreberençia los capitanes a Monteçuma y él se holgó en estremo de ber tantos cautibos y dixo a Çihuacoatl Tlacaeleltzin: "¿Qué os paresçe de la guerra los mexicanos an hecho y traído tanto número de cautibos?" E díxole Çihuacoatl a Monteçuma: "No estemos agora en eso. Todos estos cautibos en horno de fuego delante de la estatua de Huitzilopochtli se quemen y consuman lugar de sacrifiçio". Y así fue luego hecho. Y luego otro día se adereçaron para luego concluir la guerra y, adereçadas todas sus armas, se partieron con todo el campo y llegaron por otro camino a donde llama Ocolco, abiendo llegado primero a Contitlan, adonde se armaron. Y de esta manera llegaron a Tepopula y a Tlacuilocan, que es ya en cazerías. Y bisto por los chalcas, començaron luego a juntarse todos los chalcas en grande número, unos ni otros se conosçían, que allí se rreboluieron y juntaron los chalcas en Tzompantepec y Acolco, y allí se començó la batalla tan rrezia y tan rreñida que murieron muchos chalcas y mexicanos y de ambas ubo muchos cautibos, adonde murieron tres prençipales mexicanos: "el uno era llamado Tlacahuepan y Chahuacuee y Quetzalcuauh, lleuaron a los chalcas hasta Tlapechhuacan. Bueltos los unos y los otros a sus estançias, llegados a Mexico Tenuchtitlam, bisto el rrey Monteçuma la desdicha y pérdida, haze gran llantos sobre los muertos y cautibos.

Consuélale y dale baleroso ánimo Çihuacoatl diziéndole: "Baleroso señor, es berdad tres de los nros hermanos prençipales murieron, uros parientes y míos. Béngaseos a la memoria como uro tío y señor, fue Huitzilihuitl, fallesçió en campo y su baleroso cuerpo buelto en gloria de alabança y cubierto el cuerpo de suabe plumería dorada, armado. ¿Para qué es menester agora llorar? Antes alegría, ban y fueron muertos en campo de buena guerra, bañados primero con la sangre de enemigos y sus armas todas tintas en sangre, que es perpetua alabança y me memoria de sus gloriosas muertes". Acabado y consolados, mandó Çihuacoatl por mandado de Monteçuma y el senado mexicano que luego adereçasen todas las armas y debisas chicos y grandes, que nadie quedase.

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