Minería a finales del siglo XIX

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Datos principales


Desarrollo


Aunque con un cierto retraso con respecto a otros países, España experimenta una fuerte industrialización a finales del siglo XIX, fruto básicamente del impulso dado por la expansión del ferrocarril. Esta industria en crecimiento hará necesario abrir nuevas explotaciones mineras, que complementen la producción de las ya existentes. Las minas asturianas y del norte de León, entre otras, aportarán grandes cantidades de antracita y hulla. Lignito y azogue se producirán principalmente en Almadén, Utrillas y algunas comarcas catalanas. La localidad de Libros, en Teruel, y otras en Murcia y Albacete se especializan en la minería del azufre. La producción de plomo se extiende por la cordillera Bética, principalmente en Córdoba y Jaén, aunque cuenta también con otros puntos menores en el resto de España. El cobre se concentra en la provincia de Huelva y en Linares, además de la costa sur mediterránea. La producción de estaño aparece muy localizada en las provincias de Orense y Cáceres. Más extendidos están los yacimientos de los que se extraen el hierro y las piritas de hierro, aunque las áreas básicas serán la cornisa cantábrica y el sur peninsular. La minería del cinc se halla representada por algunos puntos en Cáceres, el Cantábrico, Huesca y el sureste peninsular. La sal común se produce en Cádiz, Alicante, Baleares y Cataluña, fundamentalmente. Por último, plata y plomo argentíferos se extraen en algunas áreas de las provincias de Almería y Murcia, así como en Guadalajara.

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