Las campañas de Napoleón

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Napoleón Bonaparte

Desarrollo


La Revolución Francesa, uno de los acontecimientos más importantes de la historia de la Humanidad, marca el comienzo de la Historia Contemporánea. Los sucesos que comenzaron en 1789 suponen el principio del fin de la monarquía absoluta, que había prevalecido durante siglos en muchos países del mundo occidental. Pero la Revolución tiene muchos enemigos. Las viejas monarquías europeas ven el ejemplo francés como un mal a combatir. La guerra, una vez más, invade los campos de Europa, una guerra en la que el ejército francés se hace invencible. En este contexto surge la mayor figura de la época: Napoleón Bonaparte. Hijo de la Revolución, Napoleón se adhiere a ella influido por la lectura de los filósofos racionalistas. Muy pronto, en 1793, es ascendido a general, el más joven del ejército revolucionario. Sus triunfos en las campañas de Italia, entre 1796 y 1797, y la de Egipto, en los dos años siguientes, le encumbraron cuando aún no había cumplido los treinta años. Su mayor mérito consistió en reorganizar y disciplinar a un ejército mal dotado, aportándole la coherencia y la rapidez de acción necesarias para llevar siempre la iniciativa, así como saber cómo y cuándo tenía que actuar en el campo de batalla. Pero el salto definitivo en la vida de Napoleón se produjo en 1799. Ese año, la Francia revolucionaria se ve acosada por la Segunda Coalición, integrada por Austria, Rusia, Nápoles, Portugal y Gran Bretaña. Napoleón deja a su ejército en Egipto y se desplaza a Francia para establecer una dictadura militar.

En 1800 derrota al ejército austriaco en Marengo y Hohenlinden. Sus victorias le dan el control sobre buena parte de la península italiana. En la cumbre de su poder, Napoleón se hace coronar emperador en 1804. Procedió entonces a reorganizar la administración, simplificó el sistema judicial y sometió a todas las escuelas a un control centralizado. La legislación civil francesa quedó tipificada en el Código de Napoleón y en otros seis códigos que garantizaban los derechos y libertades conquistados durante el periodo revolucionario, incluida la igualdad ante la ley y la libertad de culto. En 1805 comienza la tercera guerra de coalición. Francia, tiene como aliados a España, Baviera, Baden y Wurttemberg, mientras que junto a Gran Bretaña combaten Suecia, Rusia, Austria y Nápoles. 200.000 soldados franceses cruzan el Rhin y vencen a los austriacos en Ulm, ocupando Viena. Sin embargo, en Trafalgar la marina franco-española sufrirá un gran descalabro. Con las espadas en alto, el combate decisivo se producirá en Austerlitz. Las tropas francesas se dispusieron en línea frente a Austerlitz. La Guardia Imperial, con Napoleón, se dispuso algo más retrasada, protegida por la caballería de Murat. A su derecha e izquierda se ubicaron las divisiones de infantería francesa. Eran en total unos 60.000 hombres. Frente a los franceses, el zar Alejandro contaba con la Guardia Rusa y, en primera línea, las unidades de caballería e infantería.

Contabilizaban cerca de 90.000 hombres. La batalla empezó con un ataque ruso sobre la izquierda francesa, lo que obligó a la infantería de Soult a acudir en su apoyo. A su vez, Bernadotte ocupó el centro francés y Murat mandó avanzar a su caballería, rompiendo el centro ruso. Los desesperados contraataques rusos no lograron hacer mella entre los franceses. Finalmente, la Guardia Rusa se lanzó contra el centro francés, ataque que fue respondido por la Guardia Imperial gala. El empuje de éstos en todas sus líneas puso en fuga al enemigo mientras que el ala derecha rusa quedaba cercada y era diezmada. La batalla de Austerlitz marcó la cumbre del genio táctico de Napoleón. En 1806 conquistó el reino de Nápoles y nombró rey a su hermano mayor, José. Posteriormente desintegró las antiguas Provincias Unidas -hoy Países Bajos-, y fundó el reino de Holanda, al frente del cual situó a su hermano Luis. Además, estableció la Confederación del Rhin -que agrupaba a la mayoría de los estados alemanes- que quedó bajo su protección. En 1806 Prusia y Rusia forjaron una nueva alianza contra Francia e iniciaron el ataque. En respuesta, Napoleón aniquiló al ejército prusiano en Jena y Auerstedt. Contra Gran Bretaña, Napoleón impuso un bloqueo marítimo que pretendía asfixiarla económicamente. Con la excusa de invadir Portugal, las tropas francesas penetran en España y, en 1808, Napoleón nombra rey a su hermano José, tras lograr la abdicación de Fernando VII.

La resistencia española al invasor, con ayuda de Gran Bretaña, enciende la guerra de Independencia, con episodios como el sitio de Zaragoza o la derrota francesa en Bailén. En 1812 se produce la decisiva batalla de Arapiles. Las tropas anglo-portuguesas de Wellington se dispusieron en torno a Arapiles, con la infantería en primera línea y la caballería en los flancos. El ejército francés, preocupado en alcanzar al enemigo, se dispuso demasiado extendido. Wellington ordenó volcar el ataque sobre la izquierda francesa, desplazando allí un buen número de tropas de infantería y caballería, mientras intentaba simultáneamente romper el centro francés. El frente galo se quebró, lo que aprovecharon los ingleses para cargar contra la infantería enemiga en desbandada. El flanco izquierdo y el centro francés fueron arrasados, pudiendo escapar tan sólo el ala derecha. La estrategia maestra de Wellington había destruido al ejército francés. Francia no volvió a recuperar su poderío en España, lo que quedará de manifiesto en las decisivas victorias anglo-españolas de Vitoria y San Marcial. Al mismo tiempo que se estaba luchando en España, contra Francia se formó una nueva coalición, integrada por Gran Bretaña y Austria. Bonaparte logró vencer a los austriacos en Wagram en 1809, convirtiendo los territorios conquistados en las Provincias Ilirias, además de anexionar los Estados Pontificios.

El Imperio alcanzó su máxima amplitud en 1810 con la incorporación de Bremen, Lübeck y otros territorios del norte de Alemania, así como con el reino de Holanda. Aunque muy pronto habría de cambiar todo. La alianza de Bonaparte con el zar Alejandro I quedó anulada en 1812 y Napoleón emprendió una campaña contra Rusia que terminó con la trágica retirada de Moscú. La cruda derrota sufrida por los ejércitos napoleónicos en las estepas rusas en 1814, provocó la abdicación del otrora dueño de la Europa Occidental y su confinamiento en la isla de Elba. Cuatro meses más tarde escapó de su exilio y regresó a París; en consecuencia, los antiguos aliados -Rusia, Austria, Prusia y Gran Bretaña-, volvieron a reunirse para intentar derrotarlo. La batalla decisiva se producirá en Waterloo. Los aliados anglo-holandeses destacaron 15.000 hombres en Halle y fortificaron algunos puntos como el castillo de Hougomount y la granja de La Haye-Sainte. Por su parte, Napoleón, atrincherado tras su flanco derecho, situó a su artillería en primera línea y envió un ataque sobre las posiciones fortificadas, esperando atraer algunos efectivos del centro aliado. Sin embargo, Wellington astutamente apenas reforzó el sitio de Hougomount, manteniendo el orden de sus posiciones. Con las primeras descargas de artillería, por el este apareció una avanzadilla de las tropas prusianas, lo que obligó a Napoleón a desplazar un cuerpo de la reserva para contenerlos.

Para protegerse de la artillería francesa, Wellington ordenó a sus hombres simular un repliegue. Al creer que se retiraban, 5.000 jinetes franceses cargaron sin ayuda de infantería ni artillería. Entonces la infantería inglesa se dispuso en cuadros con tres filas de bayonetas, rechazando el ataque francés y obligando a la caballería a huir en desbandada. Napoleón ordenó entonces un ataque entre Hougoumont y La-Haye-Sainte, un intento fracasado. La infantería francesa fue aniquilada, mientras que la Guardia y la caballería hubieron de replegarse. El fracaso de Waterloo significó el ocaso del Imperio napoleónico. Bonaparte fue recluido en la remota Santa Elena, una isla en el sur del océano Atlántico. El otrora todopoderoso emperador falleció, tal vez envenenado, el 5 de mayo de 1821. Después de la caída de Napoleón, los países europeos que habían contribuido a la derrota francesa acordaron reunirse en Viena para dibujar un nuevo mapa de Europa regido por el equilibrio entre potencias. Así, del Congreso de Viena de 1815 surge una Europa dominada por cinco grandes naciones: Francia, Gran Bretaña, Rusia, Austria y Prusia. A partir de ese mismo año, y bajo el influjo de las ideas de Metternich, se crea la Confederación Alemana, que integra al Imperio austriaco y a los reinos de Prusia, Baviera, Wurttemberg, Sajonia y Hannover. En este Congreso, decidieron también que los gobernantes europeos deberían ser miembros de las monarquías tradicionales, evitando así el peligro que suponía la aparición de nuevos líderes como Napoleón. En Francia, en nombre de este principio de legitimidad, acordaron restaurar la monarquía en la persona de Luis XVIII. A pesar de tanta guerra y violencia, el legado de Napoléon tuvo una importancia decisiva. La influencia de Bonaparte sobre Francia puede apreciarse incluso hoy en día. Por todo París pueden hallarse monumentos en su honor, como el Arco del Triunfo, erigido para conmemorar sus victoriosas campañas. En el resto de Europa, las reformas radicales que aplicó Napoleón en algunos lugares alentaron las sucesivas revoluciones del siglo XIX de carácter liberal y nacionalista, acelerando el final del Antiguo Régimen señorial.

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