La España de las Revoluciones

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Datos principales


Desarrollo


El periodo que va entre 1788, comienzo del reinado de Carlos IV, y 1874, año final de la I República, es, sin lugar a dudas, uno de los más intensos de la Historia de España. En esos 86 años, España sufrirá varias guerras devastadoras, como la invasión francesa y las guerras carlistas; conocerá férreos gobiernos, como el de Fernando VII; verá cambios de dinastía, como el encumbramiento de Amadeo de Saboya y, por último, vivirá un cambio radical de régimen, como la I República. El Antiguo Régimen absolutista y estamental va siendo poco a poco sustituido por nuevas formas de relación política, social y económica. El influjo de la Ilustración trae aires de renovación, a los que se suman la influencia de las revoluciones americana y francesa. La recepción de las ideas liberales actúa en una España en la que la institución monárquica está desacreditada por el valimiento de Godoy y las disidencias entre Carlos IV y el heredero. La prolongada guerra con Francia, la ruptura con las colonias americanas y la bancarrota de la Hacienda ponen el telón de fondo a una situación de gravísima crisis. La sociedad española se muestra dividida, desconcertada. A grandes rasgos, se podría decir que son dos las principales posturas ideológicas que aparecen enfrentadas: los partidarios de la tradición frente a los defensores de la renovación. Estos últimos ven en la figura del sucesor, Fernando VII, una esperanza de cambio. Sin embargo, las ilusiones pronto se verán truncadas.

El apego tenaz del monarca a la vieja monarquía absoluta y su desprecio por todas las reformas que aprobaron las Cortes durante su forzada ausencia en Francia, hacen de su figura una de las más odiadas. El descontento de los sectores liberales da lugar a algunos pronunciamientos. Uno de ellos, el de Riego en 1820, obliga al rey a aceptar la Constitución de 1812. Con este acto se inicia un trienio marcado por la apertura política y las reformas. Pero poco duró la experiencia liberal española. En 1823, las monarquías europeas envían un ejército expedicionario, los Cien Mil Hijos de San Luis, para restaurar la autoridad del monarca. Fernando VII emprende, a partir de entonces y durante los siguientes diez años, una política absolutista y represiva. Es la llamada Década Ominosa. En 1833 muere Fernando VII. Su hija Isabel, de tres años, es nombrada reina, actuando como regente su madre María Cristina. La negativa a aceptar esta situación por parte de D. Carlos, hermano de Fernando VII, dio origen a la Primera Guerra Carlista. La contienda se extiende hasta julio de 1840 y se desarrolla de manera brutal, dando lugar a un conflicto que se prolongará toda la centuria. La regencia de María Cristina, entre 1833-1840, es una etapa de cierta apertura, pues se promulga el Estatuto Real de 1834, se llevó a cabo la Desamortización de Mendizabal en 1836 y se promulga la Constitución de 1837, de carácter progresista. En 1840 será el general Espartero quien ocupe la regencia durante un periodo de tres años, desarrollando una política de talante más progresista.

A los 13 años Isabel es declarada mayor de edad e inicia su reinado personal. Sus años al frente de la monarquía española están marcados por la inestabilidad. La pugna entre moderados y progresistas da lugar a reiterados pronunciamientos, haciendo que se sucedan los distintos gobiernos y etapas. Los moderados de Narváez son desalojados del poder por los progresistas de Espartero y a estos nuevamente les sucederán en 1856 los moderados de O'Donnell. Desalojados los progresistas del poder, un nuevo pronunciamiento en 1868 dará lugar al estallido de la Revolución conocida como la Gloriosa. Isabel II es destronada y España inicia una nueva singladura política, la democracia, en la que se instauran libertades como el sufragio universal o la libertad de prensa. El general Prim, jefe del gobierno provisional, busca establecer una monarquía estable en la persona de Amadeo de Saboya. Sin embargo, la oposición de los republicanos lleva al rey a abdicar en 1873, siendo proclamada la República. La I República y sus máximos representantes -Sagasta, Pi y Margall, Salmerón o Castelar- tendrán que afrontar una nueva guerra carlista y una insurrección en Cuba. La desintegración de la República se plasma en el surgimiento de numerosos cantones, como el de Cartagena. La reacción conservadora, con el golpe militar del general Pavía en 1874, es el comienzo del fin para el breve periodo republicano. El 29 de diciembre el general Martínez Campos proclama en Sagunto a Alfonso XII como nuevo rey de España. Con él dará inicio un nuevo periodo, conocido como Restauración.

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