Cultura tartésica
Compartir
Datos principales
Desarrollo
Los pueblos tartésicos habitaron en el suroeste de la Península y la Baja Andalucía, llegando a tierras de Badajoz, Toledo y Jaén. Mantuvieron relaciones comerciales con los fenicios asentados en las costas del sur, gracias a las cuales integraron a la Península en los circuitos comerciales del Mediterráneo durante el llamado "periodo orientalizante", entre los siglos VIII y VI a.C. Según el historiador griego Estrabón, el rey Argantonios mantuvo también relaciones con los griegos de Fócea, recién llegados a la Península. La cultura tartésica no podría explicarse sin tener en cuenta los contactos fenicios, gracias a los cuales estas poblaciones conocieron nuevas técnicas en alfarería, metalistería, orfebrería y arquitectura; recibieron y cultivaron nuevos productos, asimilaron nuevas ideas, creencias y ritos, y practicaron la escritura. Todos estos cambios, controlados por un grupo minoritario, reforzaron el poder del monarca, que detentaba además las relaciones con la divinidad. Los pueblos tartésicos desarrollaron la orfebrería con técnicas nuevas, como la soldadura, el granulado y la filigrana, aprendidas de los fenicios. Con ellas fabricaron nuevos tipos de joyas más complejas. Diademas, grandes arracadas, anchos cinturones y diversos tipos de anillos y colgantes son parte de la variedad de joyas tartésicas representadas en el llamado "Tesoro de Aliseda". La práctica, casi común, de la cremación de los difuntos, y los enterramientos con lujosos ajuares en grandes necrópolis, son una novedad en este "periodo orientalizante". El estatus social del difunto se plasma en el tipo de tumba y en su ajuar. Uno de las necrópolis mejor conocidas, hoy día, es la de Medellín, Badajoz. Un ritual religioso generalizado y de origen oriental era la libación o acción de verter líquidos. Para ello se requerían jarros de bronce y los denominados "braseros" o grandes páteras metálicas que se suelen encontrar en las tumbas de grandes personajes tartésicos y en algún palacio-santuario. Una de las jarras tartésicas más espectaculares es la encontrada en Valdegamas, Badajoz.