Niños y niñas eran educados de manera diferente en Babilonia en función del sexo. Puesto que el destino de la mujer era el matrimonio o servir como sacerdotisa, su educación estaba marcada por ambos caminos. Si elegía el primero, se la educaba en las labores del hogar y el respeto al marido y al padre de éste, continuando con la sumisión debida a su propio padre.